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miércoles, 7 de octubre de 2015

Entrevista vinóflila al Lempira que Come...

Hace ya un tiempo la revista centroamericana "Mercados y Tendencias" entrevistó al Lempira que come. Reproducimos seguidamente el contenido íntegro de la misma... 


  Mercados y Tendencias: ¿Cómo han variado las tendencias de licores en el último año?

  Lempira que come:
El mundo del vino es, afortunadamente, un universo en sí mismo, y, como tal, se encuentra plagado de recovecos. Un recoveco para cada paladar.
 

Si bien, es cierto que en la década de los ‘90 el catador Robert Parker y sus puntuaciones condujeron a lo que algunos hemos entendido como la imposición de una tipología de vino, por encima de las características propias de cada Terroir. La influencia en el mercado del vino de las puntuaciones de este crítico –para entendernos, una valoración de 100 puntos efectuada por Robert Parker sobre un vino “X”, implica la multiplicación exponencial de los precios de dicho vino y la automática venta de toda su producción- condujo a numerosas bodegas a adaptar su tradicional modo de elaboración para conseguir caldos que se ajustaran lo más posible al prototipo de “vino ideal” de Robert Parker. Esto es, vinos de alta extracción, muy frutales, con aromas y sabores acompotados, amplios y explosivos en boca, y muy marcados por el roble nuevo americano... o, como los solía llamar el mismo Robert, “Fruit bombs”.
 

La consecuencia de este proceder a escala global fue la pérdida de la autenticidad de numerosas regiones vitivinícolas, las cuales, al calor del mercado –la necesidad de vender su producción-, cometieron “el pecado” de traicionar las características intrínsecas de sus viñedos. Este es el motivo por el cual numerosos vinos de zonas frías comenzaron a producir, “contra-natura”, vinos amplios y potentes con mucho color. Los vinos verticales, finos, frágiles, con marcada acidez, austeros o con aristas, femeninos, ágiles, y vivaces se transformaron en lo contrario.
 
Afortunadamente, la tendencia en los últimos años ha cambiado, siendo cada vez más valorada la diversidad y autenticidad del vino: el respeto del Terroir. En el fondo, lo que hemos vivido en estas décadas no es más que un camino de ida y vuelta. De la apuesta por la tecnología a la recuperación de la tradición, de la apuesta por un tipo de paladar al reconocimiento de todos los paladares, de la apuesta por el negocio (producciones masificadas y standarizadas) a la recuperación de la esencia del vino (la madre tierra y su fruto con la mínima intervención de la mano del hombre). 

Hoy, se beben cada vez más vinos de finca, elaborados con las uvas autóctonas de la zona –y no con ingertos de Cabernet Sauvignon, Merlot o Syrah-, que respetan escrupulosamente las características del fruto de la vid, el clima y el suelo. Vinos auténticos, sin artificios.

MT: ¿En cuanto a la Cervezas premium?:
Podría decirse que la misma tendencia del mundo del vino por la autenticidad es la que recorre el mundo de la cerveza. La proliferación de breweries y micro-breweries alrededor del mundo es un hecho que evidencia lo anterior. En Estados Unidos uno puede encontrar elaboradores de cerveza artesana en prácitamente cada barrio de cada gran ciudad. Sin duda, la relativa facilidad con la que es posible obtener una cerveza aceptable facilita las cosas -amén de la posibilidad de acceder en el mercado a buen lópulo, cebada, trigo, o levaduras varias, claro está. 

En Centroamérica, esta misma tendencia es posible observarla en San Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Guatemala, donde en los últimos años se han fundado numerosas empresas -más pequeñas y más grandes- que elaboran aceptables, buenas, e, incluso, muy buenas cervezas para suerte y regocijo de todos nosotros, castigados como estábamos a padecer la falta de sabor de las cervezas industriales. 
En Honduras, aunque a la zaga de esta tendencia, existe una de las mejores –sino la mejor- micro-brewery de toda la región. La fundada y dirigida por Thomas Wagner, maestro de maestros cerveceros alemán, afincado en Copán Ruinas desde hace ya unos años...

  MT: ¿Qué tipo de bebidas prefieren los ejecutivos en Centroamerica?
  
  LqC:
La verdad, desconozco por completo cifras, si bien, podría aventurarme a señalar que son el Ron y el Whisky sus bebidas favoritas.
 MT: ¿Por qué se inclinan por estas preferencias?

  LqC:
Estas bebidas son las que históricamente se han posicionado como las bebidas de prestigio en Estados Unidos y Europa. Si bien, en el viejo continente, ambas comparten crédito con el vino; motivo por el cual, en la actualidad, éste se está conviertiendo en el nuevo signo de distinción de las clases altas de América Latina. O, para ser más exacto, se está introduciendo al mercado como signo de distinción para las clases altas latinoamericanas. Lo cual, a nuestro entender, es un error de bulto, dado que el vino no entiende de clases, de prestigios, ni de valor signo.
 
El vino es una bebida elaborada ancestralmente por los pueblos del mundo para el placer de los pueblos del mundo. Posicionarla como una bebida exclusiva y, por tanto, excluyente, equivale a auto-cerecenar el potencial del mercado. Cuanto más accesible, comprensible, apasinoante y estimulante hagamos el mundo del vino para todos y todas, más y mejor será para todos y todas.

 MT: ¿Qué es apto para cada ocasión?

  LqC:
Como amantes del vino, diríamos que hay un vino para cada ocasión. Y si no hay ocasión, diríamos que el vino es la ocasión. Una comida cotidiana, una comida de celabración, un festejo familiar, una recepción formal, un encuentro con viejos amigos, una reunión de trabajo, una presentación, una pedida de mano, un matrimonio, un divorcio, una procesión, una misa, una buena noticia, una mala, una pésima, un nacimiento, una defunción... e, incluso, un partido de fútbol son ocasiones para el vino. Eso sí, no para cualquier vino.
 

Cuando se trata de meditar, de concentrarse, de disfrutar el vino con uno mismo o con grandes amores, vale la alegría invertir un poco... preparar el espacio y el momento. Hacerse con una buena botella, de una Denominación de Origen concreta, de una finca específica, de una uva particular... documentarse un poco sobre el vino que se va a catar: cómo se elaboró, por qué, cómo fue la añada (lluviosa, cálida, fresca), quién y cómo es el elaborador, cuál es la composición del suelo de la finca... pues todos esos datos ayudarán a transporarnos al entorno concreto del que nace el vino. Posteriormente, con ese paisaje en la cabeza, es recomendable llevar la botella a su temperatura ideal de servicio (ya saben, entre 7º y 12º si es un vino blanco, y, entre 14º y 18º si es tinto), preparar las copas, descorchar el vino, admirarlo, dejarlo respirar... y servir la primera copa, tras la que seguirán 2, 3 o 4 horas de placer organoléptico. 
Cuando se trata de disfrutar de la Selección Nacional, el plan es otro. Toca seleccionar un vino ágil, fácil, directo, sin complicaciones ni complejidades de ningún tipo... pues el placer (o la tragedia) estará en la pelotita más que en la copa. En España llaman a este tipo de vinos, vinos de chateo. Y los hay realmente buenos (además, a precios muy accesibles).
 MT: ¿Qué caracteriza a una bebida fina?

  LqC:
Su complejidad. Un buen vino es, esencialmente, valorado por su complejidad y equilibrio. Cuantos más aromas y sabores tenga el vino y cuanto más complementarios sean unos de otros mayor será el disfrute, pues más puntos de “placer” activará en nuestro cerebro. Esto no quiere decir que, como comentabamos anteriormente, sean únicamente los vinos complejos los buenos, ni los que deban tomarse en toda ocasión. 

Los sabores, los aromas, cómo éstos se comportan en nariz y en boca, y cómo éstos bailan entre sí -y con el catador- es lo que se valora en una cata. Son, por así decirlo, los criterios para la excelencia.

 MT: ¿ Cuál es el precio del licor más caro?

  LqC:
Un vino no es mejor porque sea más caro. Como comentamos en el Blog en alguna ocasión, seleccionar el vino por la gama de precios es un mecanismo recurrente, pero poco acertado. Desgraciadamente, los vinos que llegan a Centroamérica no respetan el precio de origen tanto como debieran. Hay vinos que ingresan con un margen mucho mayor al precio de origen, mientras que otros lo hacen con un margen más ajustado. El resultado es que los precios de venta al público varían sustancialmente del precio original en bodega: vinos de precios más bajos pueden llegar a tener un precio más elevado que vinos más caros en origen. De igual modo, vinos de gamas medias pueden pasar a costar como si fueran vinos de gama altísima. 

Además, guiarse por los precios puede resultar contraproducente por numerosas razones:
 1.- Porque es probable que a una persona le gusten los vinos más frutales, directos y sencillos. Vinos jóvenes, sin paso por barrica. Normalmente esos vinos son más baratos que los vinos que han pasado años de crianza en barricas de roble, por razones obvias. Unos pueden salir al mercado según terminan el proceso de elaboración, y los otros tardan uno, dos, tres o hasta diez años en salir al mercado. Eso tiene un costo. Por otra parte, es necesario recalcar que los vinos jóvenes, sin paso por barrica, pueden ser tan buenos o mejores que los vinos con crianza en roble. 
2.- Porque observar los precios de modo absoluto (este vino cuesta 100 y este otro 230) implica desconocer las diferencias en la forma de producción, la legislación en origen y las características socioeconómicas que influyen en el costo del vino, y, a veces también, en el precio final. Con un ejemplo será más fácil de entender: un vino "X" producido en Maipo Chile de igual forma que un vino "Y" producido en el Priorat catalán, tendrá un costo muy diferente. El vino catalán será mucho más caro de producir (por que el salario mínimo en España es superior a Chile, porque los viñedos de la zona del Priorat requieren más inversión para su desarrollo, porque las normativas del Priorat son más exigentes que las de Maipo, porque el Euro es una moneda con un cambio más fuerte que el Dolar, etc, etc) y podría darse el caso que fuera, en términos relativos, más barato que el vino chileno de Maipo. En términos absolutos, será siempre más caro. Y, 
3.- Lo más importante, porque lo más caro no es sinónimo de mejor. Préstese atención, pues lo más caro, ni siquiera es sinónimo de lo que más cuesta ser producido. Desde que el costo y el precio se desligaron, algo puede valer miles de Dólares, pero haber costado muy poco producirlo. En el mundo del vino pasa lo mismo. Un vino puede tener un precio final de venta al público muchísimo más elevado que su costo de producción. Hay estudios que aseguran que bajo ninguna circunstancia el costo de producción de una botella de vino superaría los 100 US$. Sin embargo, sucede que vinos que costaron ser producidos 100 US$, en ocasiones, tienen un precio de venta al público de 8.000 US$. Un total y absoluto despropósito que tiene más que ver con el prestigio, el valor signo de un producto y su nicho de mercado al que va destinado, que con la calidad. 
Nosotros mismos hemos catado a ciegas en numerosos concursos vinos de rangos de precio completamente diferentes. No en pocas ocasiones, hemos puntuado vinos mucho más baratos que otros, con mejores notas... 
En cualquier caso, y respondiendo finalmente a la pregunta, el vino más caro del mundo no tiene precio... por mucho que en una subasta un personaje chino haya adquirido una botella de Châteaux Lafite-Rothschild de 1869 por la módica cantidad de 232.692,00 US$.

MT: ¿Qué tipo de licores son excelente para terminar una comida?

  LqC:
Una vez más, como amantes del vino, apostaríamos por un buen vino dulce. Por ejemplo, un Pedro Ximénez de Bodegas Toro Albalá como el recientemente premiado con los famosos 100 puntos Robert Parker y que catamos cuando visitamos la bodega: Don PX Convento Selección 1946. 
También podría ser un buen Sauternes francés, un buen Tokaj húgaro, un buen Porto portugués, o un buen Riesling Auslese, TBA o Ice Wine alemán... 
Y si la pregunta obliga a decantarse por un espirituoso, apostaríamos por un delicioso, refrescante y digestivo Gin Tonic, elaborado con ginebra Hendricks y tónica Fever Tree. Aunque un calambre tampoco viene mal...


MT: ¿Qué diferencias existen entre los consumidores “premiun” de Centroamérica y los de países desarrollados como Europa?

  LqC:
La diferencia básica es de carácter psico-sociológico-politológico. En Europa, desde hace ya mucho tiempo, la gran burguesía se reconoce a sí misma como tal, no pretendiendo ser noble, ni comportarse como noble. En consecuencia, son plenamente conscientes de la necesidad de sostener –con mayor o menor agrado- un sistema político y social que permita la proliferación del mercado interno. Esto es, que permita la existencia de una más o menos pujante clase media. La burguesía europea, por lo general, es consciente de que sus negocios necesitan de la clase media, y por ello, actúan incentivando el desarrollo de la clase media. Esto se refleja en múltiples cuestiones. También en los patrones de consumo. La burguesía europea dejó atrás su complejo de inferioridad con respecto a la aristocracia desde hace siglos, motivo por el cual, no necesita autoafirmarse constantemente con la compra y exhibición de productos de alta gama exclusivos. Dicho con un ejemplo: no necesita comprar una botella de 20.000,00 € –ni mucho menos alardear de ello- si disfruta una de 10 € que elabora una pequeña bodega cooperativa de un pueblo cualquiera. Claro, el snobismo también está presente en la burguesía europera, pero, definitivamente, es minoritario si se compara con el propio de la burguesía centroamericana que todavía quiere ser noble; aunque no pueda... o, tal vez sea, precisamente, por eso: no todo puede comprarse con dinero incluso si está en venta. Tardaron tiempo en comprenderlo los grandes burgueses europeos que antaño adquirían títulos nobiliarios a punta de oro y plata, ¿tardarán más los Centroamericanos? Quien sabe.
 
Lo que sí sabemos es que el vino, el buen vino, el vino elaborado con mimo, con amor, con conocimiento, con respeto al terruño y a la madre naturaleza, no se compra ni se vende. Se disfruta... y cada paladar es un mundo, y cada vino un pluriverso. Beba, con moderación, todo lo que pueda... y decida qué vinos, por qué, cuándo y cómo le gustan más. Para disfrutar el vino hay deshacerse de pretenciosos prejuicios. Y para amarlo, sólo hay que encontrar la media naranja. Busque bien y encuentre la(s) suya(s). 

¡Brindamos por ello!

miércoles, 29 de julio de 2015

Desafío: "Cool Malta" Vs. "Acti Malta"... y una recetita de regalo

Hace a penas un añito que hemos vuelto a disfrutar en Honduras de la rica malta, después de haber desaparecido durante más de una década de todo paraje patrio. Actualmente, se encuentran disponibles en el mercado 2 maltas industriales. A saber:

"Acti Malta", elaborada y distribuida por Cervecería Hondureña, y Cool Malta, elaborada por Embotelladora de Sula. Ambas, optan en sus envases por los colores amarillos, anaranjados y azules, haciendo referencia a la energía y vitaminas que esta bebida aporta. En cuanto a los precios, sendas propuestas apuestan por vender a 12-13 L. el envase de lata.


El Lempira que come, fiel a su tradición de catar para decidir cuál es su bebida preferida y cuál es la major, decidió preparar un Desafío Maltero, y probar las dos maltas para descubrir sus particulares características. 

El resultado, a continuación:

De color marrón oscuro con abundante burbuja, Acti Malta se mostró en nariz repleta de aromas a rapadura, caña y azúcar moreno; y, en boca, suave, con un buen ataque y moderadamente dulce (teniendo en cuenta que estamos hablando de una malta).

Por su parte, Cool Malta presenta un color también marrón oscuro si bien, ligeramente más turbio que la anterior. En nariz presenta aromas a caramelo tostado, salsa de soja, miel y rapadura. De fondo, también se perciben ciertas notas de limón. En boca es más amplia que la anterior, ligeramente más dulce y con mayor complejidad.

Por tanto... la malta ganadora del Desafío Maltero es...


Cool Malta!



Receta:

Los amantes de lo dulce, anímense a probar esta mezcla que el Lempira que come aprendió en su viaje a Cuba: sirvan en un vaso la malta de su preferencia y añadan un buen chorro de leche condensada. Revuelvan un poco, lo justo para que no se disuelva toda la leche condensada.

Combinen tragos largos de la potente y energizante bebida, con cucharadas que raspen la leche condensada del fondo del vaso...

POTENCIA SÁPIDA!

lunes, 20 de julio de 2015

Receta: Pargo Rojo (Red Snapper) a la parrilla con un toque Thai + Viña de Martín Escolma 2008. ES PEC TA CU LAR!!!

El Lempira que come decidió levantarse pronto -muy pronto: las 6 de la mañana-, y visitar el Mercado de La Isla el pasado Jueves, justo cuando entra nueva mercancía fresca a las pescaderías... Y valió la pena el madrugón, porque encontró bastantes pescaditos interesantes, como por ejemplo Picudas (también llamadas barracudas) a 25 L. la libra, Macarelas (al mismo precio), filetes de Manta Raya, además de los clásicos Camarones, Almejas, Curiles, etc.


Terminó decantándose por ese hermoso Pargo Rojo (Red Snapper) que ven en la foto. Un ejemplar de un par de libras regalado por Poseidón... Por cierto, linda camisa la de la parte que más chupa del Lempira, ¿no? la compró en una pequeña tienda de West End, donde las venden al módico precio de 160 L.

En La Isla, aprovechando el viaje, el Lempira adquirió también unas hermosas Picudas que preparó utilizando la más tradicional de las tradicionales recetas vascas: la salsa verde. Aunque eso será motivo de otro post. En esta ocasión, toca dar cuenta de cómo preparar un ES PEC TA CU LAR Pargo Rojo a la parrilla aderezado con una estupenda salsa de inspiración Thai...

¡MUCHO OJO!, porque esta es una realmente buena, buena, buena receta
de Red Snapper que el Lempira elaboró con algunas modificaciones a partir de la publicada por Louise Fitzroy, cortesía de Manuel Parianos... ¡No pierdan detalle!

Ingredientes para el Pargo:
- 1 Pargo Rojo de 2 libras, limpio y sin escamas.
- 2-3 Cucharadas soperas de Aceite de Oliva Virgen Extra.
- 3 Dientes de ajo machacados.
- 2.5 Centímetros de Jengibre pelado y machacado.
- 2.5 Centímetros de piel de lima o un poco de Zacate de limón.
- Un manojo de hierbas frescas como Menta y Cilantro. Sal y Pimienta.

Ingredientes para la salsa Thai:
- 1 Diente de ajo machacado
- 1 Cmts de Jengibre pelado y machadado
- 1 Chile cabro rojo fresco en lonchas finitas (se puede utilizar cualquier otro chile rojo picante fresco)
- 1 Cucharada de Azúcar negra.
- El jugo de dos limones persas.
- 1 Cucharada generosa de Salsa de Pescado (Fish sauce, que pueden encontrar en Yeep).
- La parte verde de una cebolleta tierna fileteada.

Preparación:

  • Preparar brasas de leña o carbón y dejar que atemperen un poco (debes ser capaz de tender la mano a unos 30 centímetros de las brasas durante unos 5 segundos). 

  • Cortar las aletas del Pargo y hacer 3 o 4 incisiones horizontales (de 1 centímetro de profundidad) sobre cada uno de los lomos del pescado . Secar el pescado con papel de cocina.

  • Mezclar el manojo de hierbas frescas y la piel de limón e introducirlo en la cavidad del pescado. Salpimentar.

  • Mezclar en el Aceite de Oliva Virgen Extra, los 3 dientes de ajo machacados y los 2.5 centímetros de jengibre. Hacer una pasta. Si fuera necesario añadir un poco más de aceite. Untar todo el pescado con esta mezcla, procurando que penetre en la zona de los cortes. Debe sobrar un poco de esta pasta que utilizaremos de base para la salsa.


  • Colocar la pieza sobre las brasas durante 10 minutos. Dar vuelta para asar el otro lomo otros 8 - 10 minutos, con mucho cuidado para que la piel, ya tostadita, no se quede pegada en la parrilla (tal como sí le sucedió al Lempira). Volver a voltear -o tapar- durante un par de minutos para que el lomo superior vuelva a coger temperatura.


  • Mientras el pescado está asándose, preparar la salsa Thai: tomar como base la pasta de ajo, jengibre y aceite que se utilizó para marinar el pescado. Agregar a ésta 1 diente más de ajo y 1 centímetro más de jengibre (podría ser menos de haber sobrado mucha pasta), el chile rojo fileteado (si te gusta más picante, puedes poner más... si no toleras mucho el picante pon sólo medio chile, pero sí te recomienda el Lempira que algo de chile siempre le incorpores a esta salsa, aunque no seas muy fanático del picante, pues le da al pescado otra dimensión), el azúcar moreno, el jugo de 2 limones y la cucharada generosa (o 2) de salsa de pescado. Revolver bien para que se integre el azúcar, situar en una sartén caliente y llevar a ebullición. Dejar reducir un 25%. Retirar del fuego y agregar la parte verde de la cebolleta fileteada.


Para degustar... servir el Pargo asado sobre una fuente y colocar la salsa en un recipiente aparte para que cada comensal se ponga la cantidad deseada. Para acompañar el pescado, pueden asarse a la brasa algunas verduras como ayotes, chiles dulces y cebolla. Además, una ensalada a base de tomates frescos y cebolletas aderezada con aceite de oliva, limón y sal va perfecto.

El Lempira, se decantó por hacer unos pinchos de camarones con cebolleta tierna y chile dulce rojo, a los que también marinó con la pasta de aceite, ajo y jengibre... el resultado: magnífico.


La comida fue un auténtico festín... Estaba tan bueno todo que olvidamos sacar fotos al estupendísimo Pargo ;)

Para tomar, un impresionante Viña de Martín Escolma 2008. Vino elaborado a partir de las uvas autóctonas gallegas Treixadura, Albariño, Lado y Torrontés de la Denominación de origen Ribeiro, elaborado por uno de los artesanos del vino que más fascinan al Lempira: Luis Anxo Rodríguez. De esta añada se embotellaron, únicamente, 1930 botellas!! un vino de culto...


Color amarillo dorado con brillantes reflejos oro y lágrima densa... en nariz repleto de aromas a fruta blanca como pera y manzana, pasado el tiempo cargamentos de membrillo, y notas de pipas tostaditas... en boca elegante y profundo, con una muy buena acidez que le augura todavía algunos años...



Categoría: Vino. 
Viña de Martín Escolma 2008
Puntuación
Cata
93.5
Relación Calidad Precio
7


No lo duden, disfruten de esta impresionante receta, una de las favoritas del Lempira que come!!!

martes, 9 de junio de 2015

Priorat, paraíso de la viticultura: visita al Celler Mas Doix y Celler Scala Dei

El pasado #ViajealasEstrellas condujo al Lempira de restaurante en restaurante, y de región vitivinícola en región vitivinícola. Tras visitar en Montilla Moriles una de las mejores bodegas del mundo (ver post aquí), Burdeos y el maravilloso pueblo de Saint Emilion, cuna de la viticultura francesa y casa de una de las regiones vínicas más prestigiosas e impresionantes, le tocó el turno a Gratallops y Poboleda, epicentro de la Denominación de Origen del Priorat, a unos 100 Kmts al sur de Barcelona, cerca de Tarragona y Reus.

¿Qué tal las vistas desde Siurana?


Y es que la elaboración de los vinos en la zona del Priorat se remonta hasta nada más y nada menos que 1194, cuando los Monjes Cartujos, provenientes de La Provenza, se establecieron en la zona tras comprobar, cuenta la leyenda, cómo del pino más alto de la región en frías y oscuras noches emergía una escalera por la que ascendían y descendían los ángeles.


Quizás sea esta la razón por la que los vinos del Priorat tengan semejante potencia y a la vez sedosidad, descaro y a la par armonía, opulencia y profundidad, garra y terciopelo... quizás sucede que durante las noches de invierno son los ángeles quienes, antes de volver al cielo, hacen parada en alguna de las bodegas de la zona. No en vano, es mundialmente sabido que la cantidad de vino que se filtra por los poros de las barricas de roble durante el proceso de crianza (entre el 1% y el 5% al año), es el vino que se beben los ángeles... la parte de los ángeles, se suele decir.

Pues bien, estos ángeles, los que pasan por Priorat, además de tomarse su correspondiente parte, deben hacer algo más... sobre todo en los últimos años, porque la calidad de los caldos de la zona no deja de aumentar... Aunque parte del mérito habrá que atribuírsela, sin duda, al conjunto de nuevos enólogos que hace ya un par de décadas redescubrieron la potencialidad de un paraje milenario... Álvaro Palacios, uno de los elaboradores más reconocidos de España, ha sido el responsable de volver a poner de moda a los ángeles del Priorat con un vino que mucho tiene de espiritual: 

L'Ermita.


Elaborado con viñas centenarias de la uva Garnacha y Cariñena situadas en la mágica finca de la Ermita de Gratallops, este impresionante vino hace las delicias de los mortales año a año. Los afortunados que pueden pagar el precio de la botella (unos 1000€, esto es: 25,000 L.) disfrutan de la magia que se esconde en este enclave...


Impresionantes las viñas de L'Ermita, situadas justo al lado de la escalera al cielo que utilizan los ángeles de la zona... ¿no es maravilloso?

Desafortunadamente no hubo suerte, y Álvaro no se encontraba en la zona, motivo por el cual el Lempira se quedó sin poder probar L'Ermita. En cualquier caso, no son los vinos de Álvaro Palacios los únicos vinos mágicos e imprescindibles del Priorat... bodegas como la de Esther Nin, Terrorir al Límit, Martinet, Ferrer Bobet, Clos Mogador, Scala Dei o Mas Doix (entre otros muchos), están elaborando verdaderas joyas de prestigio mundial.

Por eso, el Lempira que come, acompañado por su buen amigo y futuro enólogo Daniel Jiménez, aprovechó para visitar una de las bodegas familiares que le resultan más atractivas: 

Celler de Mas Doix. 

Fundada oficialmente en 1999, esta bodega tiene en realidad siglos de historia al ser resultado de la apuesta de las familias Doix y Llagostera por poner en el estandarte mundial el fruto de las históricas viñas de sendas familias: unas familias elaboradoras de vino desde el año 1850.


En la actualidad, la bodega situada en Poboleda, cuenta con varias hectáreas de viña repartida en los terroirs más prestigiosos de la zona, incluyendo 4 ha. de Cariñena sembrada en 1902 y otro tanto de Garnacha con más de 80 años... La combinación del saber hacer de las familias fundadoras de la bodega, unas impresionantes fincas con perfecta orientación, una excelente temperatura durante todo el año, unas impresionantes y sanas viñas viejas, y los mágicos suelos de pizarra (conocidos en la zona como suelos de licorella), no pueden dar como resultado otra cosa más que vinos de meditación. Vinos de disfrute máximo, vinos de clase mundial. 


Observen cómo las raíces de las viñas tienen que aprovechar las grietas que provoca el agua para penetrar en la pizarra... esta característica propia del Priorat es la que confiere a sus vinos un especial sabor y aroma...

Y miren el paisaje que nos muestra orgulloso Valentí, socio fundador de la bodega, que ofició de maestro de ceremonias conduciendo al Lempira por los viñedos de Garnachas viejas con los que elabora Doix. Sin duda, uno de los vinos que más disfruta el Lempira que come por su fragancia floral, por las toneladas de fruta roja y negra, por los balsámicos y por la profundidad y sedosidad de su opulento paso por boca, que seguramente guarde relación directa con el impresionante paisaje del que están hechas estas uvas...


Tras la visita al viñedo, paseo por la bodega... sala de crianza y explicaciones varias del proceso de elaboración de los vinos de Mas Doix (selección de uva, prensado suave, fermentación con levaduras autóctonas, y crianza en barricas nuevas de roble francés).


Para finalizar el recorrido: la cata con Valentí y uno de los enólogos de la bodega de prácticamente todos los vinos de Celler Mas Doix. El primero, Les Crestes 2012, un vino con 10 meses de crianza elaborado con viñas jóvenes de garnacha 80%, cariñena 10% y syrah 10%. Un vino fácil de beber, muy frutal y ágil, con mucha fruta roja en nariz y boca.


Tras éste, un Salanques 2011, un vino elaborado con viñas viejas de Garnacha (65%), Cariñena (25%)  y Syrah (10%) con una crianza de 14 meses en barricas nuevas y viejas de roble francés. Un vino más hecho, con buen acidez, mucha fruta en boca y la madera aún presente... mejorará con los años en botella. Al menos eso presagia el Lempira, porque el Salanques 2006 que cató a continuación estaba realmente impresionante. Redondo en boca, perfectamente integrada la madera, con notas frutales, balsámicos, y algo de tabaco... los taninos suaves y un final muy largo. Un excelente vino.

Pero aún había más: el Doix 2010 y el Doix 2007 para coronar la sesión. Ambos elaborados con viñas muy viejas de Cariñena (55%) y Garnacha (45%), y una crianza de 16 meses en barricas de roble francés. El primero muy vivo. Exuberante se podría decir. En plena juventud temprana. Es un vino que pide a gritos tiempo en botella para que termine de integrarse la madera y evolucionen sus aromas y sabores... potencial tiene a raudales. Muy buena acidez y mucha complejidad auguran a este vino un porvenir maravilloso. El mismo, sino incluso más, que el 2007: ES PEC TA CU LAR. Qué vino! mejor probarlo que describirlo. Sedosidad, armonía, elegancia no exenta de potencia sápida. Un vinazo.


En resumen: grato recuerdo con dedicatoria incluida para el Lempira que come, excelente trato de Valentí, muy instructiva visita a los viñedos y deliciosos los vinos de esta bodega... si van por la zona, no lo duden: Celler de Mas Doix.

Celler Scala Dei.
La bodega más longeva del Priorat, situada en el Rebost de la Cartoixa, a escasos kilómetros del monasterio de Scala Dei, elabora vinos ininterrumpidamente desde antes incluso de 1878, fecha en la que se etiquetó haciendo gala de la zona de elaboración -Priorat- por vez primera un cargamento de vino destinado a la Exposición Universal de París, donde ganó la medalla de oro.


Una bodega con muros de piedra y salas de crianza que datan del Siglo XVII, hacen de Scala Dei una visita obligada. Mas aún cuando ésta se hace guiados por Jaume Pujol, uno de los enólogos de la bodega, quien además de mostrar al Lempira las instalaciones de Scala Dei, le dio a catar alguno de los caldos que se encuentran en proceso de crianza...


En la actualidad, Scala Dei apuesta por los vinos de finca: vinos elaborados a partir de una rigurosa selección de las mejores parcelas de garnachas viejas con diferentes orientaciones y suelos. Utilizando diferentes procesos de elaboración y técnicas de maduración y crianza, como por ejemplo, fermentación con raspón, maduración en cemento sin paso por barricas, crianza en ánforas (como las que se encuentran enterradas bajo arcilla en la caja junto a la que se sitúa el enólogo Jaume Pujol) o en distintos tipos y tamaños de barricas de roble francés, consiguen transmitir la personalidad de cada Terroir maquillada con maestría.


El Lempira tuvo la fortuna de catar un vino elaborado a partir de la misma finca de garnachas viejas en 3 maduraciones diferentes: en cemento, en barrica de roble y en ánfora. Es impresionante sentir cómo el mismo vino, elaborado a partir de las mismas uvas y siguiendo exactamente el mismo proceso de elaboración se matiza tanto durante su proceso de maduración.

El primero, madurado durante 10 meses en cemento, era un vino punzante, muy fresco, con una acidez brillante y muchas notas de fruta roja. Un vino al que el tiempo en botella le sentará de maravilla. Un vino franco, directo y sin artificios de ningún tipo. Muy rico...

El segundo, con una crianza de unos 10 meses en barrica de roble francés, tostado medio, se sentía completamente dominado por la madera (algo normal teniendo en cuenta que estábamos catando el vino directamente de la barrica). Había perdido el descaro y la vivacidad que tenía el anterior vino, pero se le intuía cierta elegancia... El Lempira pensó que quizás mejoraría procediendo a realizar un coupage entre este vino y el madurado en cemento. El enólogo comentó que aún no tenían claro cómo saldrían estos vinos al mercado, pero que la bodega era partidaria de hacer una edición especial: un estuche con los 3 vinos.

El tercero, con una crianza de unos 10 meses en ánforas, era ES PEC TA CU LAR. Un vino para el recuerdo pues a la vivacidad del primero aunaba la elegancia del segundo, y, además, unas notas ahumadas tremendamente atractivas. Jaume Pujol comentó que este tipo de maduración les estaba saliendo cara, pues la porosidad de las ánforas multiplicaba la pérdida de vino por evaporación sensiblemente. El Lempira se acordó inmediatamente de los ángeles del Priorat... Qué buen gusto tenían: bebían más, del que más les gustaba...

La visita a Scala Dei concluyó con un regalillo muy especial... la cata de un Vi Ranci de 1976, un vino para el recuerdo, la meditación y el amor.


En resumen: visitar Scala Dei y catar sus garnachas vale la alegría. Más si es en compañía de un apasionado enólogo como Jaume. Muchas gracias por todo!



Y ya saben los y las lectores y lectoras... la vida es demasiado corta como para tomar mal vino!