viernes, 28 de febrero de 2014

Raspados catrachos en Amapala: al rico hielo!

Al Lempira que come le gustan los raspados tradicionales "hechos en casa", sobre todo cuando está en la playa, a la luz del sol, entre sonidos de olas rompiendo contra finas arenas... o en un día ultracaluroso como el de hoy, en Tegus.


Los raspados de hielo, con siropes varios que le dan sabor, pueden ser realmente impresionantes. La clave es, sin duda, que el sirope (o mermelada, o salsita dulce, o como quiera llamársele) sea casero. Cosa, desafortunadamente, no tan frecuente.


Estos que el Lempira probó en Playa Grande, Amapala, estaban muy bien. Hacía calor y el hielo refrescaba todo. El sirope era casero... y el puesto rodante, todo un clásico. Fantástico. Además de tener  distintos sabores, el punto de azúcar estaba bien logrado (no demasiado empalagoso) y el precio del raspado era irrisorio.


En otra categoría se sitúan los "nuevos" raspados. Adaptaciones modernizadas del clásico. A Honduras parece no haber llegado la fiebre, pero en México está instalada desde ya hace un tiempo. Hay tiendas-heladerías especializadas en raspados, que trituran el hielo, lo muelen, lo raspan, le colocan siropes, frutas naturales e incluso diferentes toppings. Ojalá llegaran estos neo-raspados por nuestras tierras...

En cualquier caso, donde estén los clásicos bien hechos...


Categoría "Puestos de Comida" Puntuación
Servicio 8
Comida 8
Puntuación Media 8
Relación Calidad Precio 9


miércoles, 26 de febrero de 2014

La Albahaca, una pizzería que no pasa inadvertida en la capital

La Albahaca es ya casi una institución en Tegucigalpa, y fuera de ella. Lo demuestra el hecho de que se ha convertido con el paso de los años en un restaurante "franquicia" que se abre hueco en el apretado mercado de la pizza (desgraciadamente dominado por enormes cadenas gringas, que, sea dicho de paso, más que pizzas elaboran esperpentos yankees; algunos incluso ricos).

La Albahaca visitada, se encuentra situada tras el Boulevard Suyapa antes de la Estación de Servicio Puma, a una cuadra de la esquina posterior de Ibiza's. En lo que, presumiblemente, fue o sigue siendo, una residencia familiar. Una casa de dos plantas, de color rojizo terroso, con portón negro. Tienen guardia de seguridad y hay aparcamiento no exclusivo en los alrededores del local.

La albahaca cuenta con varias salas y espacios para comer. La terraza-porche de la entrada, más acondicionada para esperar los pedidos de pizza para llevar, da acceso a una pequeña sala a la izquierda, con mesas vestidas de mantel colorido, y otra sala más adelante, bajando las escaleras. Por último, hay una terraza exterior tapada e incluso, en lo que sería el jardín trasero de la finca, una especie de pérgola metálica alberga numerosas mesas más. Un local grande, que se llena a reventar, sobre todo, cuando hay promociones 2X1 en pizzas. Así que, seleccionen bien la hora de comer o cenar, porque cuando el local está completamente lleno, el servicio se resiente (cosa, por otra parte, totalmente comprensible).

Las diferentes salas recrean con mayor o menor acierto, diferentes espacios y ambientes. Quizás la opción más agradable es la terraza cubierta que uno se encuentra tras bajar las escaleras de la sala pequeña. Cortinas blancas en los laterales y mantelería también blanca en las mesas, con mantel cruzado de colores, y sillas de madera, generan un espacio agradable y distendido, sobre todo cuando el sol se da cita. Otros espacios son completamente anodinos, y bien merecerían una pequeña inversión para dotarlos de mayor candor.

El servicio de sala es muy agradable, cercano, amable y servicial. Siempre atentos al refill e incluso a servir la pizza las veces que sea necesario. Un servicio que el Lempira calificaría de delicado; lo cual, indudablemente, se agradece. Los meseros suelen estar preparados correctamente para responder a las preguntas que se formulan. Muy bien!

En cuanto a la carta, decir que se basa en pizzas y pasta. También cuenta con algunas entradas de inspiración italiana: Brushettas (media docena, 70 L), Mejillones Porto Bello al aceite de olica, ajo, cebollina asada y acompañados de pan de ajo (una docena 260 L, media 145 L), Antipasto Fiorentino: berenjena, pastrami, jamón, aceitunas, alcachofas y espárragos acompañados de pan de ajo (260 L) o Carpaccio de Res (220 L). Además se ofrecen 3 ensaladas, entre la que destaca la Ensalada de Queso Fresco con lechuga, tomate, alcaparras y mozzarella (110 L).

El capítulo pizzas es muy, muy amplio. Más de 40 referencias escritas en la carta, que se presentan en 4 formatos: pequeño, mediano, gigante y lata (tamaño inmenso que recibe el nombre de lata porque ocupa la superficie al completo de los moldes grandes y cuadrados del horno). En experiencia del Lempira, con una pizza gigante comen 2, aceptablemente, y muy bien si se acompaña con una entrada.

La pizza Il Pomodoro, con pepperoni, jamón, tocino, salami, hongos, aceitunas verdes, maíz, cebolla, chile verde y tomate cuesta 210 L la pequeña, 280 L la mediana, 400 L la gigante y 990 L la lata. Las pizzas de 1 sólo ingrediente oscilan entre los 150 L, tamaño pequeño, hasta los 750, tamaño lata. Precios que no están mal si se tiene en cuenta que la masa es casera y buena, y que los tamaños son bastante generosos.

La pasta se resume al Spaghetti, de grano duro, no casero, con diferentes salsas: Boloñesa, de Ajo y Aceite, con Camarones, Diávola o Parmigiana (con ajo, hongos, alcaparras y queso parmesano), y los precios oscilan entre los 160 L y los 265 L.

El Lempira que come apostó por probar la pizza, y un plato de pasta. En otras visitas únicamente había probado las pizzas. En esta ocasión le tocó el turno a una pizza de alcachofas y aceitunas verdes: masa en perfecta cocción, crujiente de excelente textura abajo, y esponjosidad suficiente para sostener una buena cantidad de queso (que parece ser "estilo" mozzaella, que, la verdad, está bastante bien) y bastante alcachofa y aceituna. El Lempira vuelve a lo de siempre: si las alcachofas son naturales, el sabor es mucho más potente. La pizza resultó estar bastante bien. En otras ocasiones el Lempira probó pizzas con pepperoni (rico pepperoni) y jamón (hay mucho mejores jamones, pero no está mal el que sirven).


Los aceites aromatizados que se sirven para aderezar son muy acertados, aunque seguramente un italiano ortodoxo se escandalizaría de ello. El de ajo es penetrante y el de chiles es picantón. Un poquito de cada uno, realza bastante los sabores de la pizza. Buen punto! Además, ofrecen un poco de pan de ajo para acortar la espera de la comida...



La presentación de los spahetti es un poco basta, aunque la porción es muy generosa. Y peca de espolvoreados con un queso estilo parmesano que no es parmigiano-regiano, y con un poco de hierbas secas que... en fin. El punto del spaghetti era al dente, como le gusta al Lempira, y la salsa un tanto aceitosa y dulzona de más.

En el capítulo bebidas, decir que ofrecen limonada y te frío natural, con refill a 44 L, también refrescos con refill al mismo precio. 

En cuanto al vino y su servicio, corramos un tupido velo. Nuevamente desaparecido en combate. La carta se limita a ofrecer "botella de vino, 400 L", o "copa de vino, 86 L." ¿Saben cuántas bodegas de vino existen sólo en España? más de 8.000, y ¿saben cuantos vinos diferentes se producen anualmente, solo en España? más de 30.000. Imagínense si tenemos en cuenta el mundo entero. ¿Cuál es la "botella de vino" que se ofrece? y ¿qué tipo de vino es el que se ofrece?. Toca preguntar para averiguarlo: la respuesta, no es tampoco muy alentadora. Ofrecen 3 vinos diferentes, Frontera, chileno; Finca Don Vazquez argentino; y Hacienda Rasillo, de la Denominación de Origen Rioja, España. Los 3, vinos muy sencillos, de bajo costo... sin alma. El Lempira que come anima, encarecidamente, a que La Albahaca mejore su carta de vino. Como siempre dice, es una buena inversión, si se hace bien.

En resumen: en La Albahaca se come razonablemente bien. Las pizzas tienen una buena masa y están bastante nutridas de ingredientes. Las porciones son grandes y los precios no están por las nubes. Cuando hay promoción, la Relación Calidad Precio sube considerablemente y se convierte en un más que recomendable establecimiento.

Categoría "Restaurantes" Puntuación
Entorno 7
Servicio 8,5
Servicio Vino 4
Comida 7,2
Puntuación Media 7
Relación Calidad Precio 6


lunes, 24 de febrero de 2014

Claudio's, una buena opción para aprovechar la oferta del 50%

Recientemente el Lempira que come ha visitado Claudio's, un restaurante de comida italiana situado en el Boulevard Morazán, tras la oficina principal de BAC, con un magnífico horno de leña en el que se elaboran buenas pizzas. Hay espacio para estacionar (aunque no muchísimo) y guardia de seguridad.


Del local y el entorno vale la pena decir que si bien la decoración y el mobiliario no cuenta en general con materiales nobles (maderas de color macizas, objetos de arte de autor, etc.), el ambiente logrado es más que acogedor. En la primera planta, muy pequeña y que sirve más bien de espacio de bienvenida, se sitúan 3 mesitas redondas con capacidad para 2 o 3 comensales. Además hay un pequeño porche con una mesa más. Una escalera de caracol metálica, algo empinada, da acceso a la sala principal del restaurante.




Lo primero que encuentra uno al acceder a la segunda planta es un magnífico horno de leña. ¡Un verdadero horno de leña!, que transmite candor al ambiente y un aroma ligeramente ahumado que al Lempira le fascina. Una vez arriba es posible optar por pasar a la sala principal, o bien, acceder a la terracita. La segunda planta es presidida, muy acertadamente por el horno de leña. Las divisiones entre la sala principal y la terraza se realizan mediante paneles de madera pintados y ventanales; lo que permite que desde cualquier punto, el horno de leña sea visible. La sala principal, en la que predominan los colores blancos y crema, cuenta con numerosas mesas vestidas con mantelería blanca y camino de mesa de color marrón oscuro. Las sillas son acolchadas, forradas de una especie de cuerilla también blanca. En las paredes algunos cuadros y espejos. El Lempira recuerda que hace un tiempo (no poco) había al menos una pared de esta sala pintada de color rojo oscuro, lo que le parecía un acierto.

La terraza, por su parte, cuenta con 4 o 5 mesas situadas al borde de la barandilla y vestidas del mismo modo. El techo de la terraza es de paneles de metacrilato, acertadamente "camuflados" por varias telas color crema, además de tablillas de madera color oscuro y una serie de ramas de árboles que hacen a la vez de agradable decoración. Cuando la luz se va yendo, en la terraza se encienden unas lucecillas blancas entre las ramas que generan un ambiente bastante agradable, incluso romántico.

El servicio en Claudio's es atento, aunque algo inexperto. Quizás nos volvió a tocar el mesero nuevo (un día hablaremos en profundidad de la rotación de personal en la restauración), pero salimos con la sensación que no conocía a profundidad la carta ni como se elaboraban los platillos que se servían. En cualquier caso siempre estuvo atento a buscar el modo de responder a las preguntas del Lempira.

La carta del restaurante, de un formato grande, se divide en Entradas, Ensaladas, Pizzas, Pastas, Bebidas y Postre. Dentro de las opciones de Entradas, parecen destacar los Calamares Napolitanos (220 L.), los Hongos al vino (180 L.) o el Antipasto de la casa (con embutidos, queso, olivas y alcachofa, a 260 L.). Entre las Ensaladas, destaca la de Pollo y Blue Cheese (220 L.) La pizza Claudio (jamón, pepperoni, hongos, aceitunas, cebolla, chile verde y maíz, 230 L / 320 L) sonaba interesante, igual que la Caprichosa (con jamón, hongos y anchoas, 220 L / 310 L), o la Caroh (con berenjenas, alcachofas y hongos, 220 L / 320 L). Entre las Pastas, el Lempira, destacaría los Ravioli Claudio, hechos en casa (240 L), aunque también hay spaghetti, fetuccini y lasagna, a precios que oscilan entre los 220 y los 280 L.

El Lempira que come optó por una pizza, ¡cómo perderse el horno de leña!, y los ravioli Claudio.

Lo primero que llegó a la mesa fueron los Ravioli en una presentación más o menos atractiva, aunque con pecados. En un plato blanco y de formato cuadrado, se colocaron 12 raviolis en 3 hileras paralelas de 4, bañada cada hilera con una salsa diferente: de tomate (roja), de crema al vino (blanca) y de pesto (verde). El resultado simula la bandera italiana. Los pecados de la presentación no estaban en el dudoso atractivo de exaltación patriótica, sino en el recurrente uso de los espolvoreados. Concretamente del espolvoreado de parmesano que no es, ni de lejos, parmigiano-regiano, y en el uso de esas hierbas secas embotadas en frascos de plástico que suelen llevar etiquetas con sugerentes nombres, tales como "aderezo italiano", o "hierbas de la Toscana italiana", que obviamente no son ni lo uno, ni lo otro.

Más allá de la presentación, decir que los raviolis sí eran caseros. Lo cual, se agradece. Una pasta al punto exacto de cocción, rellena de ricotta y espinaca que era acompañada más o menos bien por cada una de las salsas. Aunque, alguien ha de decirlo, la salsa "pesto" carecía del sabor contundente y fresco de la albahaca, el aceite de oliva virgen extra, el queso parmesano y el pecorino, y el piñón; ¿quizás porque no llevaba ninguno de esos ingredientes?, suele pasar.


La pizza llegó momentos más tarde. Se notaba que el horno de leña le había transmitido sus valores. La masa estaba perfectamente crujiente y ahumada... y ya se sabe que en una pizza, lo más importante es la masa. La de Claudio's está bastante bien. Desgraciadamente no así los ingredientes de la Caroh (berenjenas, alcachofas y hongos), pues ni los hongos eran naturales, sino de frasco, ni el queso era el adecuado (no nos pareció mozzarella, ni por asomo), ni las alcachofas estaban presentes en textura y contundencia sápida. Una pena porque la combinación es perfecta cuando se ejecuta correctamente.


Por postre el Lempira tomó una tarta Karlotta de Cafe (120 L.). Un postre helado de café, bañado en crema y sirope de chocolate.

La nueva y funesta Ley seca impidió al local servir (y al Lempira tomar), vino. Así que fueron dos frescos naturales (50 L.) de mora y flor de jamaica, los elegidos. Demasiado aguados. En cualquier caso, para poder realizar la valoración pertinente, el Lempira pidió la carta de vinos y preguntó al mesero sobre el servicio que se prestaba.

Lo cierto es que la carta de vino, con unas 35 referencias entre Tintos, Blancos y Espumosos, está bastante bien. Sobre todo la selección de vinos italianos, entre los que se encuentran vinos de Zonin (509 L), Sartori (650 L) y un Chianti (665 L). Entre los vinos chilenos también se encuentran referencias interesantes como Las Mulas (567 L) o el Miguel Torres Gran Reserva (650 L). Entre los vinos españoles destaca claramente por encima de todas las referencias el Santiago Ruiz, un vino blanco gallego, elaborado con uva alvarinho, que es realmente rico (965 L). La carta ofrece varios vinos espumosos también, un chileno (Santa Digna) de Miguel Torres (que, por cierto, en la carta figura erróneamente como vino español) a 1158 L (claramente subido de precio), un cava como el Segura Viudas a 1800 L, y varias opciones italianas, entre las que figura un Prosecco (del que no se indica nada más) y un Lambrusco rosé (del que tampoco).

En resumen: una carta nutrida, con opciones interesantes y a precios bastante ajustados en general, pero algo desordenada y sin la información necesaria para que un inexperto pueda elegir con tranquilidad su vino. En Honduras, y en Centroamérica en general, no puede esperarse que el comensal sea un entendido, porque la introducción de vinos a la zona es relativamente reciente. Es necesario que los restauradores hagan un esfuerzo por hacer más didácticas y atractivas las cartas de vino, además de más completas y ordenadas. Incluir información acerca de las añadas de elaboración del vino, la denominación de origen, las uvas con las que está hecho, etc. es una necesidad. Además, ello redundará, con el tiempo, en mayores ventas.

El servicio de vino de Claudio's se limita al descorche y el servicio de la primera copa. Copas, por cierto, que van desde las recurrentes estilo martillo, hasta otras que son más que aceptables. Desconocemos si los vinos son servidos a su temperatura ideal de consumo (entre 6 y 12 ºC para blancos y espumosos, y entre 14 y 18 ºC para tintos), pero... intuimos que los tintos no. En cualquier caso es posible pedir que refresquen el vino.

Por tanto, y para terminar, decir que el Lempira salió satisfecho de la cantidad de comida, pero algo decepcionado con la calidad de algunos productos utilizados para terminar el plato, sobre todo teniendo en cuenta que Claudio's tiene lo más importante: la masa de los raviolis casera es buena y la masa de la pizza al horno de leña también. Creemos, por tanto, que tienen perfectamente dominada la parte más difícil. No entendemos porqué se falla en lo más fácil: servir una pizza a base de productos naturales y frescos (hongos Portobello o champiñones frescos, alcachofas naturales, quesos seleccionados de alta calidad), y hacer un "pesto" en condiciones (albahaca fresca, piñones naturales, aceite de oliva virgen extra, parmigiano-regiano...).

Si mejoran esos importantes detalles, Claudio's dará un salto de calidad impresionante. Volveremos si eso sucede, seguro. Hasta entonces, les recomendamos que aprovechen la oferta del 50% con tarjetas credomatic (no aplica a vino), que es válida en Jueves y Domingo.


Categoría "Restaurantes" Puntuación
Entorno 8
Servicio 7
Servicio Vino 6,7
Comida 6,7
Puntuación Media 7
Relación Calidad Precio 6


sábado, 22 de febrero de 2014

Tres Puntos: música-arte-café, un hermoso rincón en Santa Lucía.


La reciente apertura en Santa Lucía de la cafetería-bar Tres Puntos, que forma parte de La Posada de Doña Estefana, no ha pasado desapercibida para el Lempira que come.

En una hermosa ubicación, con unas maravillosas vistas (véase la foto de al lado) y una cuidada decoración, esta cafetería-bar es una opción más que interesante para relajarse del stress de la capital y tomar un café, una infusión natural o unas cervezas, en un más que agradable ambiente, con buena música. ¿Se puede pedir más?



Las palabras música, arte y café dan la bienvenida a una "sala de exposiciones" al aire libre con forma de jardín y cafetería. Cuadros coloridos de diferentes tamaños y formatos se exponen en las paredes, junto a los troncos de los hermosos y grandes pinos que forman parte del jardín. Una pasarela de madera conduce a las distintas mesas altas situadas en el límite de la propiedad, al borde del abismo y la espléndida vista de los cerros catrachos. Flores, lámparas de diseño, algunas velas e incluso un espacio acondicionado para hacer fogatas en la noche hace de este local un lugar extremadamente acogedor. Perfecto para ver la puesta de sol, para respirar aire puro, para disfrutar del ambiente y la selecta música de fondo (mezcla de jazz, pop, chill out...).

Hay también una zona de barra con banquetas altas, y una mesa baja acondicionada con puffs genial para ir con niños, o tirarse en la noche. El Servicio es atento, simpático y cuidadoso. Cercano y a la vez discreto. El espectacular entorno y el ambiente generado bien vale una visita.

La verdad, un lugar muy recomendable para tomar algo tranquilamente, o para ponerse un "pijín" en una agradable noche campestre (los viernes y sábados suele haber música en vivo)... además, como forma parte de la posada, es posible quedarse a dormir en una de las bonitas habitaciones matrimoniales, al razonable precio de entre 30 y 40 $ la noche.



La carta, breve (quizás demasiado breve) ofrece algunas propuestas saladas (plato típico a 150 L., tamalitos a 35 L., anafre a 80 L. o costillas a 125 L.), 3 postres (cheesecake a 55 L., torta de vainilla 40L., y torta de chocolate 35 L), cafés (latte, espresso o capuccino a 40 L.), infusiones naturales (a 50 L.) y bebidas alcohólicas, que abarcan desde cervezas nacionales (35 L. la unidad, o 255 L. el cubetazo con boquita) hasta Whisky (100 L.) pasando por... vino (a 85 L. la copa), margaritas (90 L.) o sangría (85 L.)

El Lempira apostó por probar las infusiones, que están realmente ricas y se sirven en una muy bonita tetera cuadrada; el cheesecake, cuyo sabor sintético del topping de fresa no le gustó; y un chocolate caliente con marshmallow, que estaba rico.

El servicio de vino se limita a ofrecer copas no adecuadas y 2 vinos al precio de 85 L. la copa: Frontera, de la bodega Concha y Toro chilena, y Don Luciano Tempranillo, un vino de la Denominación de Origen La Mancha, España. Ambos vinos anodinos y sin personalidad, que se producen a gran escala, fundamentalmente destinados al mercado internacional. Nada destacable en ninguna de las dos opciones. Una vez más el vino se presenta como el punto a mejorar de un lugar, por el resto de cosas, totalmente recomendable. En nuestra próxima visita probaremos las margaritas, a ver qué tal están.

Así pues, no lo duden: si van a Santa Lucía, Tres Puntos es un must. Eso sí, no para el vino.


Categoría "Wine-Bar/Cafetería/Pub" Puntuación
Entorno 10
Servicio 8
Bebidas - Comida 7
Puntuación Media 8
Relación Calidad Precio 7


viernes, 21 de febrero de 2014

Primer Festival de Vino peruano Intipalka y nuevo menú fusión en Factory

Anoche, el Lempira que come tuvo la oportunidad de acudir a la presentación de los vinos peruanos Intipalka, de la bodega Santiago Queirolo, y del nuevo menú degustación que se podrá disfrutar por lapso de un mes en el restaurante Factory Steak del Hotel Intercontinental de Tegucigalpa.

La presentación de la bodega y la degustación de platillos típicos peruanos y varios de los coupages Itipalka fue presidida por el Embajador del Perú en Honduras, "Willy" Gonzales Arica, quien junto al Chef peruano Isaac Arbañil, está impulsando de manera decidida la formación gastronómica de profesionales del sector en Honduras... Desde el Lempira que come, se lo agradecemos enormemente, pues, como saben ya nuestros lectores y lectoras: el Lempira es un gran aficionado a la buena gastronomía, especialmente aquella que logra mezclar raíces, culturas, ingredientes y técnicas de elaboración de distintas procedencias, como la peruana.

Los vinos de la bodega Santiago Queirolo se gestaron en 1880 cuando la familia Queirolo, procedente de Génova, Italia, se asienta en el Perú. En 1906 comienza la producción de vinos, pero no es hasta 1960 cuando la bodega crece y se hace con nuevos viñedos en el Valle de Cañete, al Sur de Perú. En el año 2000, la tercera generación de la familia acomete una remodelación integral de la bodega, moderniza las instalaciones y adquiere numerosas hectáreas en el Valle de Ica. De esos viñedos y ese esfuerzo nace la línea de vinos Intipalka, en el año 2009, con renovada imagen y una fuerza arrolladora dentro del mercado peruano.

En la presentación del "Inter", tuvimos la suerte de probar 2 coupages diferentes de la gama "Reserva Itipalka", aunque la bodega produce también una gama de jóvenes varietales, un vino con 12 meses de maduración en barricas de roble francés y americano, llamado "Intipalka Gran Reserva Nº1" (aunque, no sea estrictamente un Gran Reserva de acuerdo a la normativa española en la materia), un Espumante, y un cosecha tardía que creemos podría funcionar a las mil maravillas en Honduras, dado el gusto por los vinos dulces de la población catracha.



El vino "Intipalka Reserva Malbec-Merlot", 2010, con 14,5% de alcohol resultó a la vista de capa media, color granate con ribete moratado. Nariz expresiva, muy vegetal, con ligeras notas especiadas y aromas a sangre y ciertas notas metálicas. En boca tenía buen ataque, con la acidez muy justa y los taninos marcados todavía, cuerpo ligero, fruta negra, mermelada, alcohol notorio y postgusto vegetal. En general podríamos valorar al vino como descompensado.


Puntuación: 74
Relación Calidad Precio: desconocemos el precio de venta que alcanzará en Honduras, pero en los supermercados peruanos esta línea cuesta unos 40 Soles (14 US$). Si mantienen los precios, puntuaríamos con 5,5.






El vino "Intipalka Reserva Cabernet Sauvignon - Syrah" 2012, nos pareció un buen vino, bastante recomendable. De capa media-alta, color cereza picota, en nariz se mostraba muy interesante, con notas de cereza, moras, mermelada de frambuesa, ciruela y bosque umbrío. En boca estaba equilibrado, amplio, con los taninos aún algo marcados pero con la acidez suficiente para lograr que éstos se pulan con el tiempo. El final es ligeramente amargoso y con notas vegetales.


Puntuación: 85
Relación Calidad Precio: desconocemos el precio de venta que alcanzará en Honduras, pero en los supermercados peruanos esta línea cuesta entre 40 soles (unos 14 US$). Si mantienen los precios, puntuaríamos con 8




En cuanto al picoteo que se ofreció durante la degustación de vinos, decir que se trataba de una muestra de lo que nos espera en relación al menú que han preparado los responsables de cocina de Factory (Juan Carlos Bonilla) con la asesoría de Isaac Arbañil.

Isaac nos habló del concepto que manejaron para la elaboración del menú. Le dijo al Lempira:
"buscamos ensamblar la comida moderna peruana con la oferta de Factory. Mezclar la esencia de la cocina peruana y la esencia de la cocina de Factory, que es de producto. Además, incorporamos el vino Intipalka en varias de las elaboraciones. Así, hemos creado un menú que consta de varias entradas y varios platos de fondo muy sugerentes, como el rack de costillas de cordero al grill con reducción de maíz morado con vino Intipalka acompañado de un Quinotto con ají amarillo [el Quinotto es la interpretación peruana del risotto italiano pero elaborado con quínoa]"

El Lempira que come reconoce que se le hacía agua la boca sólo pensarlo... por eso decidió que este mes pasará por Factory y probará el menú, que también ofrece una sopilla criolla con huevo poché, entrada de ceviches, una reinterpretación de la pachmanca de pollo (marinada con hierba huacatay pero hecha a la parrilla y no bajo tierra como es tradición) acompañada con maíz morado en reducción, y un puyaso anticuchero a la parrilla marinado en salsa anticuchera con mayonesa anticuchera.

¡Un menú fusión peruano en Factory Steak and Lobster que vale la pena probar!

Nos vemos allá!

martes, 18 de febrero de 2014

Catena Alta. Vinazo argentino.

La archiconocida y laureada bodega Catena Zapata tiene más de 100 años de producción de vino en Mendoza Argentina. Siendo Nicola Zapata, un migrante italiano afincado en Argentina en 1898, quien dio inicio a la plantación de cepas de Malbec en 1902.

Desde entonces y hasta la actualidad la bodega ha sido regentada por los diferentes miembros de la familia, que han continuado con el legado de Don Nicola. De hecho, un descendiente suyo, Nicolás Catena, fue quien revolucionó el panorama vitivinícola argentino en la década de los 70-80, al ser el primero que plantó uva a más de 1400 metros de altitud (obsérvense los viñedos de la bodega, en la mismísima falda de los Andes), con la idea de lograr una maduración más equilibrada y así producir vinos de mejor calidad. ¡Y vaya si lo logró!. Año tras año la calidad de los vinos de Catena se confirma. No en vano, estemos hablando de uno de los grandes elaboradores latinoamericanos, y probablemente  mundiales también, cuyos vinos se han situado en la cúspide de los mejor valorados de Argentina y Latinoamérica en numerosas ocasiones.

En 1994, Nicolás comienza las labores de selección de clones perfectos de Malbec y Cabernet Sauvignon para ser plantados en los diferentes microclimas que había ya categorizado. Es en dicho año cuando se elabora por primera vez la gama Catena Alta Cabernet Sauvignon. Años más tarde, en 1997, la calidad de la cosecha permitió elaborar un vino especial llamado Nicolás Catena Zapata, blend de 95% Cabernet y 5% Malbec, que 
lograría codearse con los mejores del mundo en una cata a ciegas realizada en Estados Unidos. 

El Lempira reconoce que es un gran amante de los vinos elaborados en Argentina. No sólo en Mendoza: los vinos de Cafayate, en los Valles Calchaquíes del Norte argentino son impresionantes, al igual que los vinos elaborados en la Patagonia. No hay duda de que bodegas Catena se encuentra entre las tres mejores de Argentina.



Catena Alta Cabernet Sauvignon es un vino absolutamente equilibrado. Armónico. Redondo, esférico. De capa alta color cereza picota y ribete cardenalicio, en nariz es cautivador. Muy complejo con aromas ahumados, notas especiadas y un ligero toque floral sobre lecho de grosellas. El paso por boca es perfecto, una auténtica delicia: aterciopelado, sedoso, con los taninos suaves y dulces. Un vino para no perderse.

En Honduras es distribuido por SWG.


Puntuación: 93
Relación Calidad Precio: 7



lunes, 17 de febrero de 2014

Sushi-Bar Tegucigalpa, pasaron tiempos mejores


El Lempira que come decidió subir la primera crítica de un restaurante japonés con uno de los pioneros en la materia de la ciudad de Tegucigalpa. Le tocó el turno a Sushi Bar. Situado en la Colonia Palmira, en Avenida Argentina, frente al edificio Los Jarros, Sushi-Bar lleva ya años ofreciendo adaptaciones de la sana, vistosa y equilibrada comida japonesa. 

Al local, que presenta ya síntomas de envejecimiento como el suelo gastado o algunas puertas con zonas descascaradas, se accede por una cómoda escalera desde la mismísima calle. Tiene espacios suficientes de aparcamiento e incluso una cómoda terraza donde es posible cenar o comer al amparo de la lluvia. El Lempira, optó por esta opción.

Una vez dentro, el comensal es recibido por una recepción, que hace las veces de caja. El color negro predomina en la decoración general. La barra principal, en forma de "L", exhibe el producto fresco (cortes de pescado, algunos rolls) y se configura como el espacio de trabajo para los Sushi-makers. Las mesas son amplias, de conglomerado contrachapado de color blanco; y las sillas de madera cruda. La impresión general del ambiente es agradable, pues la falta de espacio es compensada por la presencia de espejos en las paredes.

El servicio de Sushi-Bar es joven y atento, preparados, en general, para explicar detalles de la carta y ofrecer platos al cliente.

La carta del Sushi-Bar es redonda, y llena de información sobre el sushi y las normas de buena mesa para el uso de palillos. Su original formato, dificulta enormemente la lectura de la más que interesante información proporcionada. Se agradecería un cambio de formato...

En cuanto a la oferta gastronómica, decir que se basa, fundamentalmente en sushi: concretamente en Niguiris, Makis y Rolls. También se ofrecen un par de sopas (de miso a 62 L, y Thai a 156 L), gyozas a 120 L, tofú frito a 63 L, tempuras a 157-262 L, o arroces variados a 100-120 L. Los Niguiris por pieza cuestan 53 Lempiras, los conos entre 110 y 150 L. La oferta de Combos para 1 persona, que contiene 3 cortes sashimi de 4 tipo de pescado (atún, salmón, pez mantequilla y Snapper), 6 Niguiris y un California Roll, cuesta 368 Lempiras. Por su parte, los diferentes Makis y Rolls, algunos de ellos con combinaciones un tanto estrafalarias (rozando la guarrindongada, nuevamente), se sitúan entre 150 y 280 L.

Por tanto, una oferta, a priori, interesante que se va un poco de precio. Sobre todo teniendo en cuenta la calidad del producto servido:

El Lempira que come optó por pedir un Combo para 1 persona, Edamame y un Roll de Anguila. No terminó tan contento como le hubiera gustado, y mucho menos al pagar por ello 780 L. Impuestos Incluidos.

El pescado sashimi del combo era bastante fresco, aunque no todo lo que debería ser (si bien se puede entender al haber sido sábado noche el día de la degustación). El corte de los lomos de pescado era demasiado fino y no de las partes más nobles, (como debería ser), y el sabor, lo más importante en opinión del Lempira, dejaba bastante que desear en cuanto a potencia sápida. El atún no parecía atún, mientras que el salmón carecía de la cremosidad propia de éste. El pez mantequilla sí estaba en su punto.

Los Niguiris estaban elaborados de manera correcta. El arroz en su punto de textura y nada apelmazado (bien) aunque un poco frío de más. El pescado de acompañamiento no se desmontaba al colocarlo boca abajo, lo que significa que estaban bien montados. Además de los Niguiris elaborados con los pescados ya mencionados, el combo ofrecía un Niguiri de pulpo (correcto, sin más).

El California Roll se dejaba comer pero no disfrutar. El sucedáneo de cangrejo -probablemente uno de los peores inventos de la humanidad-, no ayudaba mucho a mejorar un roll que ya se encontraba en las últimas. Frío de más, con el arroz algo apelmazado, y el sabor del aguacate desaparecido... servía como relleno.

Al Lempira sí le gustó el maki de anguila. La potencia de la anguila ahumada se contraponía al dulzor de una ligera salsita de anguila. Vale la pena.

En cuanto al vino... corramos un tupido velo. Una oferta menos que ínfima y que se basa en 2 opciones solamente (Casillero del Diablo blanco, o tinto), es más digna de un bar de carretera, que de un restaurante con ciertas pretensiones. ¿No hay en el mercado otras (y mejores) opciones para acompañar Sushi que Casillero del Diablo? Rotundamente, sí. Las copas en las que se sirve el vino, además, son más parecidas a martillos que a copas... aunque sí se ofrece un enfriador para el vino blanco, lo cual se agradece. El Lempira que come lamenta que no se preste la atención que merece el vino en un restaurante. Si bien es cierto que el tipo de vino tinto de moda (opulento, robusto, potente, bomba frutal) no es el más adecuado para acompañar Sushi, hay millones de opciones sumamente atractivas para hacerlo: desde el famoso vino de arroz japonés (sake) hasta opciones de vino blanco elaborado con Chardonnay o Riesling, pasando por espumosos como champagne o cava, fino e incluso frágiles vinos tintos de corte atlántico.

Definitivamente deberían en Sushi-Bar prestar mayor atención a esta cuestión, pues el vino es un producto que puede dejar un margen de ganancia interesante, y que además, bien tratado y servido, es un elemento de distinción respecto de la competencia. Tener que optar, sí o sí, por cerveza o refresco para acompañar el Sushi... no es lo mejor.


Puntuación (categoría "Restaurantes")

Servicio: 7
Entorno: 6,5
Servicio de vino: 5
Comida: 6,5 
Puntuación Media: 6,4

Relación Calidad Precio: 6


viernes, 14 de febrero de 2014

Rincón Garífuna, 22 años de tradición en el mayoreo

Hablar del Rincón Garífuna del mayoreo es hablar de tradición y buen hacer. No en vano, 22 años después de instalarse en la capital de Honduras, el Rincón Garífuna continúa ofreciendo lo mejor de la gastronomía garífuna en Tegucigalpa.

Situado al lado de una de las puertas principales del mayoreo, el Rincón Garífuna se instala en una caseta de madera pintada color blanco. Numerosas mesas de madera, con capacidad para 4 personas, vestidas con manteles coloridos y sillas también de madera, sirven de espacio de reposo tras un día de compras en el fantástico mayoreo. Si llueve, no hay problema, porque el Rincón Garífuna se encuentra cubierto con techo de láminas de zinc. El calor que éstas producen, se compensa con fuertes ventiladores.

La cocina que hizo famoso al Rincón Garífuna son sin duda, los pescados y la sopa de marisco. Actualmente ofrecen también camarones a la plancha, y algunas combinaciones con marisco, filete de pescado, carne, chuleta de cerdo y chorizo. Los precios, comedidos: sopa de marisco a 100 Lempiras, pescados enteros entre 100 y 140 Lempiras (en función del tamaño) y la carne a la plancha 70 Lempiras.


El Lempira que come, fiel a la tradición, optó por probar el pescado y la sopa de marisco... y quedó satisfecho. El plato de pescado, curvina hecha a la plancha (sí, en la misma plancha donde se asa la carne o el chorizo: cuestión a mejorar), se presenta con chimichurri, elaborado con perejil fresco picado, ajo y aceite de oliva, un poco de verduritas a la plancha (tomate y cebolla), rice and beans y ensalada de repollo. El pescado era sabroso, se potenciaban sus sabores gracias a la combinación con el chimichurri y las verduritas, aunque estaba algo pasado de cocción. Igual que el arroz, también rico, pero ligeramente sobrecocido, y sin coco. ¡El Lempira reconoce que es un admirador del rice and beans con coco!, combinación que probó por vez primera en el caribe colombiano... y a partir de entonces... sueña con palmeras coqueras, arroz y frijolitos. Ay!, el Caribe...


La sopa que le sirvieron al Lempira tenía lo que tiene que tener. Pescado, camarones tigre,  jaiba, yuca, chiles dulces cortados finamente, un poquito de achiote y algunas especies aromáticas. Sin duda era una sopa de marisco con bastante sabor a pescado, lo que se agradece enormemente: buen fondo, mucho pescado utilizado para dar sabor. Bastante recomendable, aunque no siempre al mismo nivel. Algún día le preguntaremos a los cocineros del Rincón, si nos preparan una sopa especial con coco...




En resumen: si van al mayoreo, pruébenlo. No podemos decir que sean las mejores sopas de Tegus, pero, ciertamente, no desmerecen . Precios cómodos, espacio agradable, buen ambiente... Al fin y al cabo, 22 años sirviendo sopas... tiene que ser por algo.


Puntuación (categoría "puestos de comida")
Comida: 7
Servicio: 7
Puntuación Media: 7

Relación Calidad Precio: 7


jueves, 13 de febrero de 2014

Langa Garnacha centenaria 2011, un vino agradable

Recientemente el Lempira que come pudo catar en vino tinto aragonés (España), concretamente de la Denominación de Origen Calatayud. Elaborado con viñas viejas de la variedad de uva Garnacha, una de las más características de España, Langa Garnacha Centenaria, es un buen vino a precio asequible.

Langa es importado a Honduras por Pricemart a un precio de venta al publico entorno a 200 Lempiras. Un precio que podríamos calificar de aceptable, dado que en España es un vino que cuesta unos 5-6 Euros.

Langa Garnacha Centanaria presenta una imagen moderna, con una etiqueta en la que tonos rojos burdeos dibujan grandes trazos y letras en color pastel que imprimen modernidad, a la par que seriedad.

A la vista se revela como un vino todavía joven, de ribete violáceo, y de capa alta de tonos cereza picota. La lágrima es abundante y tinta la copa.

En nariz el vino se muestra bastante expresivo desde el primer momento. Predominan las notas de la barrica, café con leche, tostados finos, vainilla. Además se encuentran aromas licorosos, ollejos de uva, y también toques de guinda en licor y ciruela pasa.

En boca predominan sabores a fruta negra y algún toque licoroso. Buen ataque, taninos marcados, cuerpo medio y comedida acidez. Es un vino sencillo pero con gracia.

Lo cierto es que cada vez se elaboran mejores vinos a precios asequibles en esa zona de España. De hecho, se pueden encontrar auténticas gangas en Calatayud, Campo de Borja, Cariñena, Somontano y Vinos de la Tierra de Aragón. En todos ellos suele predominar la elaboración con Garnacha. Y no nos extraña, porque miren qué viñas viejas más hermosas se encuentran en aquellas tierras:


Puntuación: 80
Relación Calidad Precio: 7


martes, 11 de febrero de 2014

Matambritas, un paraíso para los hamburgueseros


No es desmerecida la buena fama que ha cosechado Matambritas y sus hamburguesas desde que iniciaron su andadura en la capital de Honduras. Ojalá todas las comidas rápidas fueran parecidas a ésta, porque la diferencia entre las hamburguesas de Matambritas y las de otras grandes, enormes, transnacionales hamburgueseras, es abismal (en favor de las catrachas, obviamente).

Matambritas comienza su andadura en Enero de 2012, con un puesto situado en el centro comercial Novacentro. Su restaurante primigenio, con varias mesas de madera y bancos también de madera,  utiliza el sistema selfservice puesto de moda por las cadenas más famosas estadounidenses: es el comensal quien acude a pedir a las puertas de la cocina, y no el comensal el que es atendido en la mesa. La particularidad del sistema de Matambritas, que posteriormente se aplicaría también en el resto de sucursales, consiste en entregar un vibrador al cliente una vez éste ha realizado el pedido de comida en la barra. Cuando el aparatito suena, el cliente debe regresar de su mesa a la misma barra y recoger la comanda. Sencillo y eficiente sistema que ahorra costos y permite preparar al momento (y no únicamente recalentar) la comida; lo cual, huelga decirlo, redunda en beneficio de la calidad.


El servicio ofrecido en Matambritas, en consecuencia, se limita a atender de manera atenta al cliente en la barra y a entregar la comanda. No deja margen para comentar mucho más. Sí la imagen jovial y divertida de la marca. La original grafía y, sobre todo, el colorido Beattle de época que anuncia Matambritas, son ya casi un símbolo en Tegucigalpa. Por no hablar de los atrevidos nombres de sus hamburguesas, valga "Chuck Norris" como ejemplo. Todo ello conforma un diseño integral que permite distinguir a Matambritas de otras opciones, y que, a buen seguro, sirvió de gancho para posicionar al restaurante en el apretado mercado hondureño. Todo un logro, dada la sobredosis de cadenas de comida rápida existentes.


Y en este sentido, el Lempira que come quiere aclarar que si bien en la mayor parte de "comidas rápidas" se sirve "comida basura", es muy cierto que hay importantes y significativas excepciones, como la presente (o como la referida en el reciente post sobre los mejores restaurantes y puestos de comida en el Perú, con el caso de la "Sanguchería La Lucha"). Así pues, es preciso remarcar que en Matambritas las hamburguesas se elaboran con 100% carne de res. Ojo, sin aditivos como soja u otros, que son recurrentemente utilizados por la mayoría de cadenas gringas. Asimismo, es necesario indicar que en Matambritas no utilizan cualquier carne, sino una carne de calidad, ni cualquier corte barato de deshecho, sino entraña y puyaso. O sea, las hamburguesas de Matambritas son buenas, porque utilizan carne de buena calidad y de cortes nobles. No como otras cadenas estadounidenses, que han sido objeto de señalamientos continuados por sus prácticas y subterfugios.

A propósito, para quienes quieran asombrarse aún más con la industria de alimentación estadounidense, el Lempira les recomienda visualizar el documental "Food Inc". No tiene desperdicio.

Regresando a lo que nos ocupa en esta ocasión, decir que Matambritas ofrece un completo menú de hamburguesas entre las que destacan la mencionada "Chuck Norris" -con chorizo, huevo, cebolla roja, queso americano y tomate con salsa de chipotle (que, hay que decirlo, no pica en absoluto)- y la M2 -elaborada con 2 hamburguesas de res, lechuga, tomate y cebolla. Otras opciones contemplan cebolla caramelizada, pollo, mezcla de quesos, etc. Además de hamburguesas, en Matambritas se pueden comer también unas aceptables costillas de cerdo estilo americano (con salsa BBQ), tiernas y dulzonas.

Las hamburguesas probadas por el Lempira que come cumplieron notablemente. El pan utilizado resulta ser muy agradable: tierno y dulzón, acompaña perfectamente el sabor de las salsas. La carne, cumple las expectativas, y si es comparada con otras famosas cadenas, decir que gana de goleada es quedarse corto, porque, la verdad, juega en otra división. Aunque, no todo el monte es orégano. En opinión del Lempira hay algunas combinaciones que resultan un tanto vastas: res y pollo, o res y cerdo (en forma de chorizo parrillero, no en forma de bacon) son combinaciones arriesgadas que dentro de una hamburguesa chocan. Por ejemplo, en el caso de la "Chuck Norris", el sabor potente y penetrante del chorizo parrillero, deja en un segundo plano a la carne de res. Y en una hamburguesa, es importante sentir el sabor de la carne. Otras combinaciones ofrecidas rozan lo que definiría el magnífico cocinero vasco, David de Jorge alias Robin Food, como una guarrindongada. Y esto no tiene porqué ser malo necesariamente, pero, desde luego, indica que la combinación creada no tiene como atributo invitado a la elegancia.

Observen algunas de las guarrindongadas que hacen los españoles, a escondidas o con alevosía y sin pudor alguno:


Y... esto le ha dado al Lempira una buena idea: compartamos las guarrindongadas (o cochinangadas) patrias. Orgullezcámonos de esas combinaciones terribles que a algunos les parecen cantos de ángeles. Nueva sección de Lempira que come: cochinangadas catrachas. En un futuro post!


Los complementos que se ofrecen en Matambritas también superan, con mucho, la oferta de otras cadenas: se puede optar por papas fritas en forma de espiral (al Lempira le encantaría que revisaran esta opción, pues sería mil veces mejor ofrecer papas fritas naturales), tostones, yuquitas fritas o guacamole. ¡Todo un acierto!

Por último, indicar que el precio de los combos, con refresco incluido, oscila entre los 120 y los 200 Lempiras. Un precio razonable si se tiene en cuenta la calidad de la hamburguesa.



En resumen: Matambritas vale la pena.
¿Cuál es tu favorita?


Puntuación (categoría "puestos de comida")
Servicio: 7
Comida: 8,2
Puntuación media: 8

Relación Calidad Precio: 7