jueves, 19 de diciembre de 2013

Comiendo con... el Embajador de Perú en Honduras, "Willy" Gonzales Arica.

El pasado lunes 16, el Lempira que come fue invitado por el Embajador Guillermo Gonzáles Arica a probar un menú degustación en la residencia de la Embajada de Perú creado por el chef Isaac Arbañil Yumpo, quien se encuentra en Honduras haciendo labores de formación a cocineros y chefs hondureños.

Por lo impresionante del menú y la agradable experiencia, decidimos inaugurar sección en nuestro blog: "Comiendo con...." En esta sección incluiremos reportajes sobre las experiencias vividas por el Lempira que come y sus acompañantes de mesa. En este caso, un reputado personaje público de Perú.

Ahí vamos...

La llegada a la Residencia oficial del Perú en Honduras fue un tanto accidentada. Las clásicas calles en mal estado de Tegucigalpa casi nos juegan una mala pasada, como diariamente se la juegan a los sufridos capitalinos. Finalmente llegamos puntuales. A las 12:24. El recibimiento del Embajador fue cálido y confortable. Enseguida nos hizo sentir como en casa... pasamos al salón principal y disfrutamos de una hermosa vista a la ciudad (¡parece tan tranquila desde la altura!) acompañada por un delicioso "Pisco Sour".

El Pisco es una bebida alcohólica elaborada a base de uva, mediante proceso de destilación. Normalmente no tiene una crianza prolongada en madera, por lo que su sabor es más primario y limpio al paladar. El Pisco peruano se clasifica atendiendo a variedades de uva con las que ha sido producido. En esencia se distingue entre piscos elaborados con uvas consideradas no aromáticas, como la Quebranta, Mollar o Uvina, que como resultado da unos piscos más secos; y piscos elaborados con uvas consideradas aromáticas, como la Italia, Albilla, Torontel y Moscatel. Esta última, es la uva más utilizada en Chile para elaborar pisco, si bien también se utiliza Torontel y Pedro Ximenez (sobre la Pedro Ximenez ya hablaremos en el Lempira que come, pues tiene cierta debilidad por ella). Además de los piscos no aromáticos y aromáticos, en Perú también se elabora pisco mezclando las variedades aromáticas y no aromáticas (se llama Acholado) y piscos que se hacen con el mosto de la uva sin terminar la fermentación (piscos verdes o de mosto verde). En Chile, el pisco se clasifica teniendo en cuenta la graduación alcohólica: tradicional (30º), especial (35º), reservado (40º) y gran pisco (43º).

Dejando de lado la controversia sobre el origen del Pisco existente entre Chile y Perú, que sea dicho de paso, ha generado y genera grandes batallas diplomáticas (les recuerdo que estamos comiendo con el Embajador de Perú) que han dado como resultado la prohibición de la importación de pisco etiquetado como tal entre ambos países, lo cierto es que el pisco que nosotros hemos probado en Chile y Perú nos parece delicioso... y como nosotros no creemos en las fronteras cuando hablamos de disfrute gastronómico, esperamos que se arreglen pronto.

El pisco sour que nos tomamos como aperitivo del menú degustación estaba, francamente, muy bien hecho. El pisco sour es un cócktail preparado a base de pisco, jugo de lima y clara de huevo, coronado por una gota de angostura. En los últimos tiempos se han desarrollado múltiples sabores de pisco: de maracuyá, de mango, etc. El Lempira que come prefiere el clásico: 3 medidas de pisco, por una de jugo de limón, una de sirope de goma y la clara de un huevo.

Tras el primer pisco sour; otro más. Es inevitable.

Ya en la mesa, el Embajador nos deleitó durante la hora y media de ágape, con su interesante historia de vida. Sus comienzos como estudiante de derecho, su migración temporal a Miami, la suerte como acompañante en su vida, la perseverancia, el trabajo bien hecho, los encuentros y desencuentros e incluso el amor y el desamor. Una historia cargada de anécdotas que dan cuenta de una intensa vivencia. Recordamos, por ejemplo, la historia que nos relató cuando a los 19 añitos, enfermó en Miami (sin cobertura médica alguna) y fue recogido en un Corvette descapotable blanco por una prima que ni siquiera sabía que tenía, y, acto seguido, fue contratado por el esposo de dicha prima como ayudante de un reputado bufete de abogados de Florida: de la casi muerte, al contrato de su vida. La suerte de "tarrino", como él mismo dice.

Entrando en materia, el menú en cuestión constaba de 5 pasos. 4 salados y uno dulce. Isaac nos presentaba cada una de las elaboraciones acompañada de pisco para el maridaje. El primero de los platos fue un Tiradito. Los Tiraditos son la adaptación de los Sashimi japoneses a la cultura peruana. En Japón se suele maridar el pescado en soja y acompañar con Wasabi. En perú, el pescado se marida con sal y jugo de lima. Los Tiraditos se realizan cortando en tiras más finas el pescado y acompañándolo con diferentes salsas: de rocoto (un chile rojo picante), ají amarillo (el clásico ají peruano) y otras elaboraciones como de soja, o más innovadoras, de maracuyá, perejil, culantro, etc.

El Tiradito de Isaac constaba de 5 elaboraciones... las clásicas, de rocoto y ají amarillo, nos deleitaron: equilibrio total entre picante y ácido. Para acompañar el plato, un pisco sour de maracuyá. Maridaba a la perfección con el Tiradito al Maracuyá... como era previsible.



Como segundo plato llegó un Ceviche clásico. Pescado blanco marinado en jugo de lima, con cebolla roja, chile y culantro, acompañado con papa criolla, maiz seco y tostado (chulpe) y maíz tierno. Lo que más disfrutamos del ceviche es su frescura que se consigue a base de lima, culantro fresco y cebolla morada cortada muy fina. Lo más complicado de conseguir en un ceviche es que la lima no domine y mate el sabor delicado del pescado. El equilibro es fundamental. Los maicitos tostados aportan textura crujiente al plato, y la papa, textura cremosa. Este ceviche estaba muy bueno... aunque el pescado no destacaba mucho.



Tras el ceviche Isaac se desmelenó y nos presentó una elaboración hecha a base de habas verdes cocidas tradicionalmente y presentadas en textura de puré, que hacían de cama para una deliciosa cola de langosta con ají amarillo, albahaca fresca y orégano. Una elaboración arriesgada al combinar albahaca con orégano y mezclar el sabor penetrante de la langosta con toques ahumados de la cocción de las habas. El plato se mostró entero en todo momento. Potente, penetrante. Los aromas y sabores se fusionaban bien en la boca. Muy acertado, probablemente el mejor plato del menú.



A continuación nos sirvieron el plato de carne. Un lomo saltado sobre cama de arroz con habas. Correcta elaboración que mezclaba un platillo tradicional como es el arroz con habas y la contundencia del lomo. Para acompañar este plato del menú de la Embajada peruana, un Carmenere chileno, de la bodega Maipo: ¿ven como no existen las fronteras en la gastronomía? ¡viva Latinoamérica unida!

Para finalizar, un postre elaborado a base de Lúcuma. Una fruta tradicional peruana, parecida al zapote, pero de sabor completamente diferente. Se trataba de una especie de sorbete-cremoso de lúcuma, coronado con espuma de pisco sour y un poco de cafe liofilizado, para emular un capuccino. Buena presentación, buen sabor, aunque quizás podría mejorarse un poco la textura de la lúcuma (¿haciéndola más etérea mediante sifón?) y lograr destacar más el toque de pisco sour, que no se encontraba más allá de la vista.




En resumen: un menú muy interesante y de gran calidad, una muy agradable comida en buena compañía y una genial introducción a lo que nos espera dentro de bien poco en Perú... porque el Lempira que come viaja en breve... ¡a Perú!


Disfruten las fiestas... y ¡coman mucho y bien!

PD: un cariñoso gracias a Germán por ser como es.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cómo catar un vino, para disfrutarlo más.

En el mundo actual, mucho se discute sobre las bondades que determinado crítico encuentra en un vino, y mucho se habla de las puntuaciones que dicho crítico otorga a uno u otro vino. En el mundo actual parecieran imprescindibles los expertos, los que guían a las ovejas, los que definen qué es lo bueno y qué lo mejor. Los que determinan con su sapiencia qué está bien y qué podría estar mucho mejor... los que dan cuenta, sermón y bendición. Los que deciden... 








Sin embargo, el Lempira que come cree que todos tenemos boca con que saborear, todos tenemos nariz con que olfatear y todos tenemos ojos con los que mirar (salvo, claro está, los que nacieron sin gusto, sin olfato o sin vista). En consecuencia: todos tenemos la posibilidad de opinar, con juicio, sobre las bondades o no de un determinado vino. Y, de igual modo, todos podemos, si aprendemos lo necesario, catar y disfrutar lo catado de acuerdo a nuestra propia escala de medida. Todos podemos, con un poco de paciencia para alcanzar cierta pericia,  aprender a catar, describir las características principales del vino e incluso otorgarle una puntuación concreta en función de lo que nos haya transmitido el vino en cuestión.

Por eso en el post de hoy, el Lempira que come quiere mostrar a sus lectores cómo se cata un vino.

En primer lugar debe entenderse que la cata del vino tiene por finalidad describir las principales características de éste y emitir una valoración. Valoración que puede ser cuantitativa (una puntuación) de acuerdo a una escala del "0 al 10", o de "50 a 100" o de "0 a 20", o incluso por estrellas (de 1 a 5); y cualitativa (bueno, malo, regular), junto con una descripción de los principales rasgos organolépticos del vino.

Para emitir la valoración de un vino, la cata utiliza una metodología que se divide en 3 fases: vista, olfato y gusto. En cada una de las fases se realizan una serie de observaciones y se emiten una serie de juicios sobre el vino.

La primera fase de la metodología de cata del vino es la visual.

Con la Vista se valora la limpidez, el color, la intensidad y el cuerpo que un vino tiene. Para ello es necesario sostener la copa por el tallo entre pulgar y el índice a fin de ver claramente el vino. Colocar la copa sobre un mantel o fondo totalmente blanco y con una inclinación aproximada de 45 grados, mirar desde arriba.
Es necesario observar el color y la concentración cromática de la parte central del vino que reposa en la copa (distinguiéndose entre capa baja, media o alta, según la concentración cromática) y los matices del menisco o ribete, el borde del vino servido en la copa (que indicará si es un vino más joven púrpura, violáceo- o más viejo atejado, anaranjado).







Por último en esta fase, es necesario analizar el
cuerpo del vino. Remover el vino en la copa en el sentido rotatorio para formar un goteo adosado a la pared de la copa. Estas gotas descienden en columnas irregulares y se las denomina lágrimas". Este examen nos dará idea de la viscosidad o untuosidad del vino según el contenido de glicerol, alcohol o azúcares (si se observa que las lágrimas caen más densamente, se estará ante un vino con más alcohol).



La segunda fase de la metodología de cata corresponde a la nariz

Con el Olfato se valora la franqueza (claridad), intensidad y calidad (complejidad) de los aromas que desprende el vino.


Para oler bien un vino es necesario introducir la nariz en la copa. Aspirar despacio y profundamente.

Esta primera vez podemos apreciar los aromas más sutiles pero también los más fugaces. Es preciso reconocer los aromas a la primera impresión e intentar transmitir lo que evocan: primarios (los propios de la varietal), secundarios (propios de la fermentación), terciarios (propios de la crianza y el envejecimiento)

Para intensificar los aromas se recomienda agitar
la copa, de este modo oxigenar el vino y posibilitar la percepción de una mayor sensación aromática.

Hay un sinfín de aromas en un vino, pero se pueden dividir, a grandes rasgos, en:

- Aromas de tipo vegetal: monte bajo, hierba, heno, paja, pimiento, chile, geranio, salvia, eucalipto.
- Aromas de tipo frutal: frutas rojas, frutillos del bosque, frutas negras, ciruelas, manzana, lichas, limón, lima, grosellas, maracuyá, piña, etc.
- Aromas de tipo animal: pis de gato, piel mojada de perro, sangre, etc.
- Aromas de tipo mineral: piedra volcánica, tiza, fósforo, hierro, azúfre, etc.
- Aromas aportados por la crianza con la madera: roble cremoso, vainilla, café tostado, especias
- Aromas de tipo floral: flores blancas, violetas, etc.




Por último, la tercera fase corresponde a la boca

Con el Gusto se valora la intensidad, la franqueza, la persistencia y calidad global del caldo.

Se debe sorber un poco de vino y recorrer desde la punta hasta el fondo del paladar. Este breve período de dos o tres segundos se denomina "el ataque"Luego, manteniendo el vino en la boca y moviéndolo se deben apreciar los diferentes sabores que el vino transmite. El "final de la boca" lo dice todo sobre la estructura del vino. Si se está catando un gran vino, las sensaciones durarán bastante después de tragar el primer sorbo. 



La valoración final debe tener en cuenta cuán equilibriado es el vino teniendo en cuenta todos sus componentes: acidez, alcohol, tanino, textura, cuerpo, persistencia, etc. Las sensaciones aromáticas y gustativas que nos proporciona el vino no desaparecen con su ingestión. Cuanto más tiempo permanezcan las sensaciones olfativas, mejor será la calidad del vino. 

Deteniéndose en cada una de estas fases y realizando un pormenorizado análisis de cada una de ellas, ya es posible sumergirse al maravilloso mundo de la cata... y, con práctica, incluso la posibilidad de evaluar los vinos, aunque para esto último, lo mejor es probar y probar y probar muchos vinos antes: recuerden los lectores que detrás de un vino, hay muchísimo trabajo y conocimientos... juzgar a la ligera, no es bueno. 

Los catadores, solemos usar la siguiente tabla para valorar y puntuar un vino (utilizando la escala más universal: 50-100):



Así es, queridos Lempiras, que se catan los vinos. Y así es, como con un poco de práctica y estudio es posible disfrutar mucho más de las bondades de los vinos que probamos... mirar el color del vino, sus lágrimas, olfatear la copa para detectar los principales aromas que transmite, y, por último, degustar...

¡Viva el vino (bueno)!

jueves, 12 de diciembre de 2013

Coffee-Wine bar Ristretto. Se esperaba más.

La última tendencia en Tegucigalpa parecen ser los coffee-wine bars, o al menos eso parece desprenderse del hecho de que se inauguraran hace escasas semanas 2 establecimientos que tienen en el café de calidad y el vino sus pilares fundamentales... y así lo manifiestan en sus logos (por cierto, sospechosamente similares: ¿quién fue primero?... según los datos de que disponemos, Copacafé)

Debates sobre originalidad aparte, hoy hablaremos de Ristretto, al que visitamos recientemente.

Situado en la plaza de las nuevas "torres gemelas" de la capital, Ristretto ofrece un espacio abierto con grandes ventanales a la calle, algunas mesitas en el exterior y un interior con decoración minimalista. Mesas oscuras, sillas confortables forradas de tela beish y un sillón corrido de color azul turquesa que, ciertamente, desafina un poco.

Frente a la puerta de entrada se sitúa una pequeña barra, con una nevera de conservación de vinos pequeña (16 botellas de capacidad), que es ramatada por una nevera muestrario, en la que se pueden observar diferentes postres caseros como el tres leches o el pie de limón, y otros que parecieran ser industriales. También hay sándwiches.

Decidimos sentarnos en una mesa al lado del gran ventanal que da a la plaza. Acierto.

La carta se presenta sobre una tabla en hojas blancas sueltas sujetadas por un gran clip. El protagonismo, como era de esperar, corresponde al café. Espresso, Ristretto (espresso que se realiza únicamente contando con el primer café que sale de la máquina, más concentrado y dulce), capuccino, café latte y elaboraciones como granitas. Sin embargo, no hay mención alguna al tipo de café que uno va a consumir: variedad, procedencia, tipo de tostado, perfil de taza... nada de nada. Y, claro, siendo éste un "café bar", al Lempira que come le parece un MUST. Punto negativo.

Pedimos un cafe con nata y un ristretto. Buen café, servido a su temperatura adecuada. Cremoso, aunque corto de acidez. No preguntamos origen pero asumimos que es nacional, quizás de Marcala. El perfil de taza así parece indicarlo: buena dulcedumbre, bastante equilibrado, toques a frutos secos y algo de chocolate.

En la carta también hay sándwiches y otras propuestas saladas, pero parece estar centrada en los dulces. No pedimos ninguno, pero el pie de limón tenía muy buena pinta.

En el capítulo vino... la propuesta deja demasiado que desear. En la carta se proponen 16 referencias diferentes, pero sólo 1 se sirve por copas (¡y se supone que estamos, también, en un wine-bar!). Además, ninguna de las referencias que conforman la carta tiene un atractivo especial, al margen de que cuentan con Marqués de Riscal, por ejemplo. La carta no está dividida ni por denominaciones de origen, ni por zonas, ni por uvas... y los precios, tampoco son especialmente buenos, aunque no están demasiado subidos.
De las copas, mejor ni hablar... pues más que copas de vino, parecen martillos.

En resumen, buen café aunque no cumple expectativas porque uno espera y quiere más de un café-bar, y definitivamente mal en relación al vino. Una pena... En cualquier caso, creemos que es una opción interesante para tomar café si uno está por la zona.


Puntuación (categoría: "Wine-Bar/Cafetería/Pub")
Entorno: 7
Bebidas y Comida: (Café: 7, Vino: 3)
Servicio: 6

Relación Calidad Precio: 6

jueves, 21 de noviembre de 2013

Cabernet Sauvignon... y sus aromas.

Hace un par de semanas posteamos una nota de cata de un vino (Bianchi Particular, Cabernet Sauvignon) elaborado con la variedad de uva Cabernet Sauvignon, que nos gustó bastante. Decíamos que nos encantaba su nariz, por su carácter floral. Una característica ésta, la floralidad, que asumimos se veía intensificada por la forma de elaboración del vino mediante el uso de la famosa técnica de la microoxigenación. Con otros vinos que utilizaron dicha técnica en su proceso de elaboración, también pudimos constatar aromas florales bastante marcados...

...Y sobre aromas característicos de la uva, en este caso de la Cabernet Sauvignon, es que queríamos hablar hoy:


De Origen francés, es la tinta colonizadora por excelencia, extendida a partir de su Médoc natal a todas las zonas templadas y calientes del mundo. Se aprecia principalmente por el intenso color que es capaz de transmitir a los vinos y sus poderosos  taninos que proporcionan vinos duros en su juventud pero de gran potencia de envejecimiento.

Sus aromas más característicos son el de bayas y el de violetas.  Estos aromas pueden hacerse mas complejos con la crianza, exhibiendo notas de regaliz, cedro, incienso, e incluso trufa. Particularmente notorio suelen ser sus matices de grosella y cedro, de paquete de cigarros o de mina de lápiz. Sin embargo, el aroma a pimiento verde, no es "propio" de la variedad. O dicho con mayor precisión, el aroma a pimiento verde denota una maduración incorrecta de la uva con la que se ha elaborado el vino. Es decir, si ustedes encuentran el tan recurrente aroma a chile verde en un vino elaborado con Cabernet Sauvignon, están ustedes tomando un vino elaborado con uvas inmaduras. Básicamente, un vino regular. 

El debate en torno al aroma de pimiento verde en el vino no tiene fin. Existen tantos defensores de dicho aroma, como detractores. Al Lempira que Come no le gusta demasiado que su copa huela a pimiento verde, pero si el vino en cuestión ofrece una paleta aromática suficientemente diversa y armónica, no solo no le molesta, sino que podría considerarlo, incluso, una virtud. 



martes, 19 de noviembre de 2013

Vino blanco: Síbaris Reserva Especial Chardonnay, 2011


 
    Fruto del trabajo de la seria y respetable bodega chilena Undurraga, llega a Tegucugalpa "Síbaris Reserva Especial Chardonnay", de la mano de los distribuidores Istmania, por el precio de 240 Lempiras.

      Se trata de un vino elaborado con uva Chardonnay proveniente del valle del Maipo. Un muy buen representante de esta variedad borgoñona cosechada en nuevo mundo, a un precio cómodo. 

     El vino presenta un color amarillo pálido, con reflejos dorados. En nariz se muestra bastante expresivo,  con predominio de aromas a mantequilla, bollería y semillas de girasol tostadas. Con el tiempo asoman algunos cítricos y heno. En boca se muestra amplio y sedoso, de entrada ligeramente golosa, de paso glicérico y algo pesado, sin duda por la cantidad de alcohol (14,5%), pero agradable a fin de cuentas. Se repiten los sabores que se perciben en nariz. Final medio y agradable.


Puntuación:
87 puntos.
RCP: 8

martes, 12 de noviembre de 2013

Tong's Tegucigalpa: Dr Jekyll y Mr Hyde

Quizás las expectativas estaban muy altas por las buenas críticas que el restaurante había cosechado, quizás tuvieron, en sala y cocina, 2 malos días (digo 2 porque la valoración que presentamos a continuación se basa en las dos visitas que realizamos), o quizás, simplemente, es que el restaurante quiere ofrecer más de lo que ofrece.

Situado en un entorno muy agradable de la capital, la casi bohemia plaza de San Martín, la filial capitalina del restaurante Tong's (originario de Roatán) ofrece a su nutrida clientela, una interpretación más o menos acertada de cocina Thai, interesantes cócteles (entre ellos, 5 diferentes combinaciones hechas a base de ginebra), algunas buenas cervezas de importación y una carta de vinos con unas 50 referencias.

El local, de diseño minimalista, presenta diferentes ambientes mejor y peor logrados. La muy acogedora terraza exterior, iluminada ténua e indirectamente, es, sin duda, la más agradable opción para relajarse y disfrutar de la comida, sobre todo en horario de tarde-noche. Sin embargo, el interior del local presenta varios espacios amplios, aunque algo anodinos. Una pequeña bodega climatizada da la bienvenida al salón principal, que es presidido por una gran fuente coronada por una estatua de elefante. Alrededor de la fuente se sitúan varias mesas grandes de madera con bancos bajos corridos. En la parte derecha del local, en cubículos formados por forjado de acero, se estructuran 3 ambientes, cada uno de los cuales consta de 3 mesas (de conglomerado y plástico) para 2 personas. Los techos altos, las lineas rectas y la escasez de decoración terminan por dar una sensación de amplitud poco "controlada" y falta de candor. En la parte izquierda del local se sitúa la barra para la confección de cócteles y más adelante, un reservado muy amplio. Por último, destaca al final de la gran fuente, la cocina abierta que deja ver el trabajo de los cocineros y la gran calidad de las instalaciones. Todo, por cierto, impoluto.

En lo que a comida se refiere, Tong's apuesta por la cocina Thai: cocina contundente que combina a la perfección los sabores frescos de la hierbabuena, la menta o el eneldo con sabores picantes (chiles), ácidos (cítricos), dulces (azúcar moreno), salados y especiados (el gengibre, el galanga, el Kaffir Lime y la limonaria son ingredientes básicos de esta cocina).

El restaurante ofrece numerosas entradas diferentes: un par de sopas (una de pollo, una de marisco) y varias sugerentes ensaladas, entre otras opciones. En platos fuertes, ofrece la posibilidad de optar por Woks, o Currys... Los platos que degustamos se mostraron muy dispares en calidad:

- Excelente la ensalada picante de hierbas con cortes de carne marinados (10) que contrastaba el frescor de las hierbas con el (muy) picante del chile, el ácido de la lima y el dulzor de la azúcar moreno,

- buena la sopa de pollo (7) que combinaba el sabor del coco con especias varias,

- correcta aunque algo desarmonizada la sopa de camarones (6) cuyos contundentes sabores picantes, dulces y especiados parecían no encontrarse,

- muy regulares los calamares (3), que parecían pasados y congelados y recongelados. Anillas de calamar fritas, crujientes por fuera pero sin sabor por dentro. Se sirven con 2 salsas.

- Bueno pero descompensado el Matsaman de costillas de cordero (7), en una densa salsa a base de frutos secos y especias como canela, clavo, chile, entre otras. Lástima que predominase tanto el sabor dulce en la salsa, pues terminaba haciéndola demasiado empalagosa. Se acompaña de arroz blanco (perfecto en aroma y punto) y patata (de muy buena calidad). La carne del cordero estaba tierna y su sabor era potente (quizás incluso demasiado potente).

- Malo el Wok de mero (1). Cubos de pescado -diría que congelado e incluso algo pasado de fecha- fritos en exceso (lo cual dejaba al pescado completamente seco y duro) y bañados de una salsa agripicante totalmente indigna de un restaurante de calidad. Una decepción de plato. Igualmente acompañado de arroz.

En el capítulo bebidas optamos por probar algunos de los cócteles hechos con ginebra que resultaron ser muy agradables. Especialmente el que se acompaña con limonaria (8).
La carta de vinos es variada y con precios más o menos ajustados. Se ofrecen unos 10-14 vinos blancos y un poco más de tintos. No se ofrece champagne, ni fino. Dos tipos de vinos que maridan a la perfección con este tipo de comida. En cualquier caso la carta de vinos indica cuáles son aquellos que acompañan mejor la comida de Tong's y aquellos que son especialmente recomendados por el Chef. La carta de vinos no está mal, aunque podría estar mucho mejor, pues se distribuyen en Honduras algunas interesantes opciones que no se han contemplado.

Para finalizar el post, comentar que el servicio en sala es bastante irregular. Muy cálida la recepción por parte de la Maitre, pero muy desprolija la atención en mesa. Sin rigor y algo apresurada. Los meseros que nos atendieron parecían, las dos veces, sobrepasados. Prácticamente no daban espacio a preguntas sobre la carta y cuando servían lo hacían a la carrera. Como anécdota contar que en la segunda ocasión que cenamos en Tong's, al pedir la bebida al mesero, éste desapareció corriendo, literalmente, sin dejarnos claro si había tomado, o no, nota de lo que habíamos pedido. Tal era nuestro desconcierto que 10 minutos después decidimos preguntarle a otro mesero por nuestras bebidas, cuando, milagrosamente y al mismo tiempo, apareció el mesero desaperecido, con nuestras bebidas. Además, nos sirvieron los segundos platos antes de que hubiéramos finalizado los primeros. Y, luego, cuando finalizamos los segundos, quedaron en mesa los restos durante muchos minutos, hasta que logramos pedir la cuenta. Detalles de servicio que en un restaurante con pretensiones no deberían suceder.

Así pues, en resumen, nuestra experiencia gastronómica en Tong's es "contradictoria". Tanto en calidad de la comida como en calidad del servicio hay demasiados claroscuros. No pueden ofertarse deliciosos platos excelentemente ejecutados y presentados, con otros platos que dejan tantísimo que desear. Y menos aún teniendo en cuenta que la media de gasto por persona, sin vino, se eleva a unas 600-800 Lempiras. Mucha plata para tanto claroscuro.

Si bien, el Lempira que come les anima a mejorar lo clara y absolutamente mejorable... y les desea lo mejor, pues son escasos los restaurantes de calidad en Tegucigalpa que se animan a ofrecer algo diferente. Ojalá podamos repetir experiencia en breve, con algo de mejor suerte.


Puntuación (Categoría "restaurantes")
Entorno: 9
Servicio: 5
Servicio de vino: 6,5
Comida: 6,5
Puntuación media: 6,5

PCP: 5


Por cierto, ¿por qué no tienen una carta traducida al castellano?


domingo, 10 de noviembre de 2013

Vino: Bianchi Particular Cabernet Sauvignon 2006


Se trata de un vino tinto argentino elaborado con Cabernet Sauvignon de la zona de Mendoza. Uno de los vinos Premium de la  bodega mítica Casa Bianchi, fundada por Valentín Bianchi en la década de los 50. 

Se trata de un vino distribuido en Honduras por SWG al precio de 550 Lempiras, que presenta la cara más amable y seductora de la potente Cabernet Sauvignon.

Es un vino de capa alta, color cereza picota, con ribete violáceo-rosado que aún no muestra muchos signos de evolución.

En nariz es muy fragante, de alta intensidad, con predominio claro de las notas flores en combinación con las del roble cremoso -¿producto quizás de la microoxigenación?. Ciertamente es una nariz seductora, aunque no muy compleja... Asoma algo de fruta roja de fondo y quizás ligeras notas de ceniza. 

En boca se muestra domado, potente pero elegante, con los taninos pulidos. Concentrado, amplio pero femenino. Un vino de excelente estructura en el que predominan los sabores a frutas rojas y las notas florales. Final largo.

Muy recomendable.


Puntuación: 92+
RCP: 8