lunes, 31 de marzo de 2014

Atolera Yoselin: maíz Lempira, cultura catracha

Hace más de 18 años que en la carretera entre Tegucigalpa y San Pedro Sula, a la altura de Los Palillos,  Villa de San Antonio -Comayagua-, una familia instaló una atolera que pasaría a convertirse en referente nacional: la atolera Yoselin. Escríbase con mayúsculas y memorícese el nombre: YOSELIN, por que, la verdad, es excelente.


El paso del tiempo y la fama lograda por Yoselin convirtió un modesto y humilde paradero donde se hacía atol, en una enorme y hermosa atolera. Con un impresionante parqueadero, una más grande aún sala de comidas e incluso espacios acondicionados para que los niños y niñas jueguen, salten y se vuelvan locos, Atolera Yoselin es el punto perfecto para disfrutar de uno de los ingredientes más importantes y significativos de la cultura hondureña: el maíz.

Porque el maíz en Honduras es siembra, es cosecha, es espíritu, es cuerpo y es alimento. Es amor, es pasión, es fruto, es padre y es madre; es hijo y es hija. Es vida. Porque el maíz en Honduras y Centroamérica en general, ha sido el alimento principal de nuestros ancestros. El que ha permitido a los pobladores de nuestros territorios construir una milenaria cultura en armonía con la madre naturaleza, mucho antes de la invasión y el expolio español.

El Lempira que come está profundamente enamorado del maíz criollo y sus decenas de variedades aborígenes hondureñas (43 germoplasmas nativos diferentes se conservan en el Zamorano) que son símbolo de paz y vida; por eso, visitar una atolera como Yoselin es, casi casi, una experiencia mística. ¿Sabían los y las queridos y queridas lectores y lectoras lempiras que, todavía hoy, en diferentes zonas de Honduras, cuando nace una criatura se siembra la más hermosa tusa de maíz en honor a la madre naturaleza?, ¿sabían que los años de esas criaturas se cuentan de acuerdo a los años que transcurren desde que fueron "sembrados"? ¿no es apasionante lo que implica el maíz en nuestras comunidades rurales? Qué lindo es el maíz criollo! lástima que prácticamente se encuentre extinguido en la actualidad, pues, como saben, resulta mucho más rentable sembrar y cosechar maíces transgénicos o de variedades con una productividad mayor a la de los maíces criollos. La consecuencia de someter la naturaleza al mercado, es que se pierde diversidad y cultura. Un atropello en toda regla, esta vez perpetrado por nosotros mismos (y no los españoles), contra lo que nosotros mismos somos: maíz.


La Atolera Yoselin se viste de madera tallada de Guanacaste, uno de los árboles referentes del país con el que es posible hacer verdaderas obras de arte (tanto en escultura, como en mueblería. De hecho, está repleto de figuras y tallas de madera realizadas por la propia familia Yoselin). El inmenso quincho de madera de guanacaste tallada, consta de una barra al fondo, en la que se sitúan varios fogones tradicionales, a leña, una nevera de conservación y un exhibidor de productos listos para ser consumidos. En dicha barra está el punto de pedido, que es atendido de manera muy cordial, amable, cercana y respetuosa por los hijos de los propietarios. Un ágil y bien engrasado sistema self service hace que la espera en la cola sea breve, si bien, evitar las horas pico es recomendable.

En atolera Yoselin se sirve maíz, en su múltiples formas: el tradicional atol, que se prepara raspando el maíz duro, añadiendo agua. Se hierve con azúcar, sal y leche y se sirve calentito. Elote a la brasa y elote loco, con queso y mantequilla. Fritas de elote raspado con soda, leche, huevo y azúcar, que se frién o elaboran a la plancha. Tamalitos de elote raspado con azúcar, leche y sal que se envuelven en la tusa y se ponen al fuego o a cocer. Montucas, rellenas de pollo guisado con canela, consomé, achiote, comino, perejil, apio, cilantro, cebolla y chile dulce.

En 1 palabra: ESPECTACULAR.

Además, se ofrecen platillos de carne asada, pinchos, frijoles y tortillas. También mantequilla, bastante buena, aunque no la mejor que el Lempira haya probado.

El Lempira que come, ávido de probarlo todo pidió la Cajita de Maíz (como la famosa cajita feliz, pero en versión buena), en la que se ofrece 4 Tamalitos, 1 Frita, 2 Motuchas, 2 Atoles de 12 Onz y 1 Elote cocido... el resultado es francamente muy recomendable, aunque no se elabore con variedades de maíz criollo (¡sería genial que se animaran a ello!)

El atol probado tenía potente sabor a canela y una deliciosa textura cremosa, sin grumos. Perfecto. El elote, a buen punto de cocción (aunque el Lempira prefiere el elote a la brasa, con ese aroma y sabor a humo, tostadito, delicioso!). La Frita estaba como para hacerle una estatua ecuestre: deliciosa la masa, esponjosa, ligeramente tostadita y con un sabor dulce que invitaba a repetir y repetir. Con estas Fritas, no se entiende la existencia en Honduras de las tortitas gringas (que también están ricas, pero... no hay color). Los tamalitos estaban muy bien finalizados, de excelente textura: al punto de dureza y esponjosidad; igual que las Montucas, cuyo relleno estaba realmente bien conseguido.




En resumen: un festival de maíz. Un puesto de comidas indispensable para todo aquél que valora la cultura del maíz. Paren siempre que puedan y disfruten en abundancia, porque los precios son muy ajustados: la cajita de maíz, cuesta 100 L.





A LA SALUD DEL LEMPIRA!


Categoría "Puestos de Comida" Puntuación
Servicio 7,7
Comida 8,5
Puntuación Media 8,34
Relación Calidad Precio 9


viernes, 28 de marzo de 2014

Comiendo con... Fernando Varela y Julio Rendón. Magia en la palabra y magia en la carne.

La pasada semana el Lempira que come invitó a cenar a su humilde morada a Julio Rendón y Fernando Varela. Como sabía de sus gustos por la buena carne, el Lempira apostó por preparar a la brasa del carbón, unas suculentas entrañas, acompañadas de ensalada alemana de papas, ensalada verde, chiles dulces rojos y cebolla a la parrilla. El resultado lo describen ellos mismos más al final del post. Antes, como siempre en esta sección, comentaremos algo de los invitados y las recetas que se prepararon.

Comenzamos por Julio Rendón. Hombre de gran corazón, buena cabeza y mejor talante... 

Enamorado eternamente de Dorita -su acompañante, esposa y buena amiga del Lempira (aunque éste lo niegue)-, Julio decidió dedicar su vida al estudio de la agronomía. Ingeniería orientada, básicamente, a la producción de alimento. Desde los cultivos o criaderos, hasta los empaques, la comercialización y venta de productos. Últimamente vinculado al mundo de la producción de carne en Honduras (con la empresa C&D), Julio Rendón había trabajado anteriormente en varios procesos campesinos focalizados en mejorar la productividad de las fincas de marañón, en el sur del país. Además de otros proyectos productivos en otras zonas de la geografía patria.

Conocedor, por tanto, de Honduras, sus cosechas, sus climas, sus carnes y sus productos, Julio era un invitado que podríamos llamar de riesgo. El Lempira tenía que atinar bien en la selección de la carne para satisfacer las demandas de un tipo que no solo come carne y gusta del sabor de la carne, sino que, además, conoce al animal (vaca) y el entorno para su crianza. Un experto de buen yantar. De muy buen yantar.

Una vez en la morada, Julio participó en las labores de encendido del fuego para la producción de brasa... haciendo uso de su ingenio y, seguramente, de los aprendizajes acumulados en su carrera y su prolongada trayectoria ;)


Fernando Varela, por todos conocido en Honduras gracias a su participación dedicada y atinada en La Hora del Te (radio y televisión), y bandas como "La tropa de Baco", o, en la actualidad, Auténtico Yo, era también un invitado de riesgo... ¿se imaginan las burlas sobre el pobre Lempira en "La Hora del Te" si la comida salía mal?... quién sabe realmente qué le habrá parecido... porque, la verdad sea dicha, mucho no comió aquella pasada noche. ¿Estaría ungido en la melancolía?.

Lo cierto es que Fernando es un buen conversador, y un mejor todavía, contador de historias. Es, si se me permite la expresión, un auténtico cuentero. Que no un cuentista. Un cuentero que cuenta cuentos y encanta serpientes con sus seductores tonos locutores. Un artista de la palabra vivaz, un humilde representante de la altiva lengua castellana para el pueblo. Un rápido creador... un Iniesta del chiste, y un hábil distribuidor... un eficaz cartero de la broma (un gmail, para entendernos). Todo lo que cuenta, se convierte en mágico, porque Fernando es un encantador del medio, del canal por el que circulan sus ondas sonoras, y lo demuestra tanto en radio, como en televisión, como en persona. Pareciera que cuando hablara se revolucionaran los micrófonos, o ese espacio de aire que existe entre el parlante y el oído, entre la boca y el oído. Entre él y el mundo. Logra mantener en vilo al receptor hasta que terminan sus historias, y el receptor se mantiene en vilo porque no puede liberarse del embrujo, plácido, que provocan sus palabras.

Así lo sintió el Lempira la primera vez que lo escuchó, y así se sintió aquella noche... entre pedazo y pedazo de entraña. Una entraña que también tenía algo de mágica cuando se mordía y los dientes atravesaban sus membranas tostadas y se hundían, suavemente, en la pulpa de carne tierna, cuasi cremosa, y jugosa, cuasi líquida, y caliente, cuasi como el pezón de la madre al dar de mamar al hijo pródigo. Excelsa textura. Excelsa carne. Excelso asado al estilo argentino preparado por el inspirado Lempira, quien tradujo en alimento, la seductora historia que contaba Fernando, mientras se asaba la carne. 

Receta para el asado estilo argentino de entraña:


- 2,5 Kilos de entraña. En concreto, entraña gringa comprada en PriceSmart, a unos 260 Lempiras la libra. Imprescindible que tenga las dos membranas que conforman el corte. Sin las membranas la carne se secaría en la parrilla y perdería toda jugosidad.
- Sal gorda (muy importante que sea sal gruesa).

Punto.

Para hacer un asado argentino no se necesita nada más que buena carne, cortada adecuadamente, y sal gruesa. Nada más. El resto lo aportará la brasa, en este caso de carbón -aunque el Lempira prefiere mil veces la madera (roble, encina u olivo, a poder ser)-, y la mano del parrillero; cuyo gran secreto es la temperatura. Es decir, crear brasa y cuando esté a una temperatura suave (menos de 120ºC) situar la carne sobre la parrilla y esperar a que se haga al punto justo de cada lado: el termino medio se logra dando vuelta la carne en el momento en que empieza a sangrar del lado de arriba. No hay misterios, sólo práctica y paciencia. Si la carne es buena y la temperatura de las brasas adecuada (es decir, baja), el corte quedará tierno y jugoso. El tiempo de asado dependerá de la temperatura de la brasa. Cuando más baja sea, más tiempo tardará en asarse la carne... pero más deliciosa estará.



Para la ensalada de papas alemana (cantidades a adaptar según gustos):

- 1 kilo de papas, peladas, cocidas en agua con sal y cortadas en trozos de 2 centímetros.
- 150 gramos de pepinillos en vinagre. A poder ser de los grandes, que tienen un sabor ligeramente dulzón, cortados en cuadraditos menudos.
- 100 gramos de alcaparras en vinagre.
- Media cebolla picada finamente.
- Perejil fresco picado.
- Sal al gusto.

Mezclar todos los ingredientes en un recipiente.

Para la salsa de la ensalada:
- Mayonesa al gusto (unos 200 gramos)
- Pizca de pimienta molida.
- Aceite de Oliva Virgen Extra (medio vaso)
- Un poco del vinagre de los pepinillos.

Mezclar todos los ingredientes de la salsa y unirlos a la ensalada.




Y, a partir de aquí, cedemos la crítica a los invitados... como será costumbre en esta sección. Hablan los comensales Julio Rendón y Fernando Varela:



Crítica de Julio Rendón:
"Al recibir la invitación del Lempira por parte de mi amada esposa, por mi cabeza pasaron muchas ideas y recuerdos del buen comer. Esto, pues no es la primera vez que disfruto del toque especial de la cocina del Lempira. En esta ocasión, estos sentimientos traían consigo unas pizcas de "pecado" , pues me encuentro en un proceso intenso de pérdida de peso y sabía a lo que me enfrentaría... Sí quiero aclarar que no intento decir que el banquete de entraña ("Outside Skirt") y ensalada de papa alemana ("Kartofflsalat") no sean saludables, sino que dado mi régimen de alimentación mis cantidades deberían ser limitadas. 
Una vez dentro del hogar de los Lempiras, el ambiente siempre es ideal, relajado, buena música, buena plática y buenos aromas, todo bajo el frondoso y productivo árbol de Aguacate (¡que Aguacates!). Los otros invitados, amigos también, hacen que los temas de conversación sean muy variados y siempre amenos. En fin, un buen sitio para pasarla bien con excelentes anfitriones. 
En relación a la decisión del Lempira de proporcionar Entraña, es sinceramente una buena elección, lástima que por el tipo de alimentación del ganado hondureño y muchas veces también la raza del animal que se faena en el país, este corte tiene que ser importado para que pueda tener las características que resaltó el Lempira al salarlo de forma perfecta justo antes de colocarlo en las brasas, como debe ser! 
Sí invito al Lempira que trate de probar algunos otros cortes de buena calidad, muy magros, que se obtienen del ganado Hondureño para próximas experiencias, como pueden ser la Quititeña (Petite Tender) o Lomos de Entraña (Hanging Tender), esperaremos poder escribir luego en este espacio del Lempira de estas opciones. 
La ensalada estuvo perfecta, una mezcla de sabores ideales para una ensalada fría, lo perfecto para la fusión con la carne recién salida de las brasas. Adicionalmente el chile morrón asado estuvo en su punto, con el tiempo suficiente para que estuviera ni muy blando (que se hubiese quemado) ni muy duro (que estuviese aún crudo). 
En términos completos, el Lempira puede volver a invitarme sin ningún problema pues no inventaré excusa alguna para no probar sus preparaciones. También aplaudimos su esfuerzo crítico por iniciar una guía gastronómica que nos hacía ya mucha falta".


Crítica de Fernando Varela:

"He tenido la oportunidad de comer de la cocina de el Lempira que come y que también chupa, pues en esa oportunidad debo decir demostró también apreciar espumosas bebidas. 
De la comida puedo decir que a pesar de que no tenía el apetito voraz, me sorprendió lo deliciosa que estaba la carne. Entraña, que con sólo su apariencia, parecía ser mucho mejor de los otros asados que me habían dado recientemente, lo cual, terminó por abrir mi apetito... y al final, debo admitir, fue imposible evitar chuparme los dedos frente al resto de los invitados que tampoco tuvieron mucha pena para hacerlo. 
Carne gruesa, y jugosa, con sal en su punto. Terminé "dobleteando" y además acompañado de una ensalada de papas, que al inicio me parecía muy distinta a la que me tenía acostumbrado mi abuela (se caracteriza por su exquisita ensalada de papas), y que terminó, también, por conquistarme. Decidí volver a hacer la fila para servirme de nuevo (todos se servían por segunda vez, a excepeción de Julio Rendón, que lo hacía por tercera). 
Debo decir que el lempira que come levantó bastante las expectativas con su discurso de introducción a la comida, y por algún momento pensé que podía asumir un compromiso muy grande al prometer tanto placer culinario, pero, aún con todo el preámbulo, logró sorprendernos igual.

Buen chef, que permite entonces las críticas, a veces duras, que suele dar. Sin duda alguna, una opinión que debe ser siempre escuchada si uno quiere comer en los mejores lugares de la región.


Puntuación (categoría "Puestos de comida") --> puntuación otorgada por los comensales.
Servicio: 10
Comida: 9



miércoles, 26 de marzo de 2014

Las Marías #1: buen pescado frito en el lago de Yojoa

Al Lempira que come le encanta el pescado, por lo que le apasiona visitar el hermoso lago de Yojoa. Allí, normalmente se decanta por Las Marías #1, uno de los buenos puestos de comida situados en primera línea de lago, con hermosas vistas y mejor pescado (Tilapia o Bass), tajaditas y también calor, claro.


La opción primogénita de Las Marías, el #1, tiene varios parqueo en la puerta y una amplia sala con numerosas mesas grandes y confortables. Si uno acude en familia o grupo el espacio de Las Marías #1 es más que suficiente para estar totalmente cómodos en una mesa gigante. Si uno va en pareja, es fácil encontrar un huequito en primera línea de lago, cerca de las espectaculares vistas de un paisaje de ensueño: montañas, sol, agua. Impresionantes vistas que son, ciertamente, compartidas por todos los locales de la zona, quienes no sin razón, hacen de ellas su principal reclamo.



El Servicio de Las Marías #1 es simple pero suficientemente efectivo, aunque se resume en la entrega de las bebidas y el plato de pescado, además de los aderezos correspondientes. Es el comensal quien debe dirigirse a la cocina, situada a la mano izquierda según se accede a la sala, y seleccionar el pescado que piensa comer entre las diferentes opciones que en ese día se ofrecen. Normalmente es posible elegir entre Tilapia o Bass. Al Lempira, el mecanismo "elija usted mismo" (que también es implementado en otros de los restaurantes de la zona), le parece estupendo, porque permite verificar directamente el estado del producto: su frescura y su tamaño.


El punto positivo de Las Marías #1 es que normalmente (aunque no siempre) disponen de pescado fresco y varios tamaños: desde pequeños ejemplares, hasta verdaderas ballenas azules. Para acertar en la comanda, el Lempira les recomienda verificar 2 cosas al seleccionar el pescado: el color de las agallas (que debe ser intenso y rojizo) y el estado de los ojos (deben verse brillantes y abultados). Si las agallas están marrones y los lóbulos oculares están hundidos y marchitos, el pescado lleva demasiado tiempo fuera del agua y, en consecuencia, habrá perdido muchas de sus propiedades organolépticas. Ergo, no elijan ese ejemplar. Cuanto más brillantes y rojas estén las agallas y más sanos, brillantes y abultados los ojos, más fresco y rico estará el pescado.

Las veces que el Lempira comió en Las Marías encontró buenos y bastante frescos ejemplares a  precios comedidos: por 100 L. el tamaño de pescado que se sirve y la cantidad de tajadas son más que suficientes para sentirse satisfecho. La última visita del Lempira que come a Las Marías #1, resultó especialmente agradable: el punto del pescado que lograron en cocina fue estupendo. Jugosa la carne y crujiente la piel. La combinación con los 2 encurtidos que se ofrecieron fue memorable: deliciosa la cebolla, con el punto justo de jalapeño, y acertado el repollo. Por cierto, ¡qué fresco más hermosos el del repollo, de cristal grueso y relieve ornamental!

También fueron buenos, por lo especialmente jugosos, los limones-naranjas con que se sirvió cada plato.

El capítulo bebidas, se limita a frescos como limonada, y refrescos varios más cervezas, a precios comprendidos entre las 25 y las 40 Lempiras. No hay vino.

En Resumen: Las Marías #1 es un excelente puesto de comidas para comer pescado frito en el lago de Yojoa. La oferta es similar al del resto de establecimientos, pero en cocina hay buena mano, los aderezos son sabrosos, y, normalmente, ofrecen producto de calidad. Vale la pena.


Categoría "Puestos de Comida"  Puntuación
Servicio 7
Comida 8,5
Puntuación Media 8,2
Relación Calidad Precio 9


lunes, 24 de marzo de 2014

Bistró 188: un excelente restaurante

El Lempira que come inició su andadura por tierras catrachas más allá de Francisco Morazán, y no lo pudo hacer de mejor modoBistró 188 le dio la bienvenida en la ciudad de San Pedro Sula de la mejor manera posible: haciéndolo disfrutar como pocos restaurantes hondureños hasta la fecha. Bravo!



Bistró 188, restaurante que comparte alianza con los llamados Mesa 19, Wine & Tapas 188 y Asia Bistro,  se encuentra situado en la llamada zona viva de San Pedro Sula, concretamente en Río de Piedras. Con 10 años de trayectoria este reputado restaurante ofrece un excelente servicio, mejor comida y una ambiente bastante agradable.

El restaurante cuenta con varios ambientes, todos ellos muy acogedores. Por la puerta principal se accede a un recibidor y a mano derecha a una primera sala de madera con varias mesas y con capacidad para 4 comensales. La sala principal está decorada con luces indirectas, una pared pintada de azul oscuro, algunos cuadros taurinos, fotos, un espejo y algunos otros objetos decorativos. Las ventanas al exterior aportan bastante luz y se consigue un ambiente íntimo. De la sala principal se puede acceder a una tercer sala, y al local contiguo, el Tapas & Wine 188, que ofrece una carta de platillos para ser disfrutados con vino.

El servicio de Bistro 188 es cercano, amable y perfectamente conocedor de la carta, los productos utilizados y las elaboraciones que se ofrecen. Un perfecto ejemplo de lo que debe ser un servicio profesional, sin grandes alardes y excelentemente ejecutado: delicado y con capacidad para responder, sin necesidad de acudir a cocina, a todas las preguntas formuladas por el Lempira. Muy bien!

Cuando le entregaron la carta, el Lempira supo, definitivamente, que había acertado en reservarse Bistro 188 para su primer post en San Pedro Sula. Una carta breve, hecha con cabeza, de 2 páginas, dibuja una oferta de producto, fresca y apetitosa, con elaboraciones sencillas y buenas combinaciones de ingredientes que se encuentran presentados en varios platos, con diferentes elaboraciones. Un indicador que permite intuir que se recibirán platos elaborados con productos frescos y elaboraciones caseras:

Varias entradas, como los Rollitos de Berenjena (180 L.) hechos a base de berenjena grillada rellena de queso de cabra y cebolla confitada, los Mejillones en Salsa de Tomate (200 L.), los Espárragos grillados (200 L.) con lascas de pecorino y vinagre balsámico, los Hongos Portobello al Ajillo (200 L.), el Ceviche de Pescado; y varias ensaladas, como la de Vegetales grillados (225 L.), la Salade 188 (265 L.) con salmón, papas, cebolla, habichuelas, tomate y aceitunas negas en vinagreta con eneldo, la Ensalada Mediterránea (155 L.) con garbanzos, tomate, chile dulce, cebolla y lechuga con filete de pescado a la plancha, la Ensalada griega (225 L.) con tomate, pepinillos, aceitunas, cebolla y queso feta, o la Steak-Romaine (265 L.) con lechuga, cebolla roja, y steak con aderezo a base de queso azulmuestran una serie de opciones que salen de lo habitual y combinan ingredientes naturales de manera muy acertada.

La oferta de primeros concluye con varios sándwiches, como el de pollo asado con salsa curry (200 L.), el de primavera, con verduras grilladas, tomate, queso y pesto (200 L.), el de milanesa de pollo con tomate y mozzarella (200 L.) o el de hongos Portobello con queso azul y cebolla confitada.

Como platos fuertes se encuentran los siguientes: Strogonov (trozos de res con fettucini, tocino y hongos en salsa de vino blanco: 300 L.), Linguini frescos con Almejas y Chorizo español (pasta fresca con salsa de tomate, chorizo y almejas: 295 L.), Fettucini frescos con salsa de tomate, calabacín, aceitunas negras, cebolla, salsa de tomate, orégano y lomos de pescado (295 L.), Cazuela de pescado (guiso de pescado y almejas en su caldo con vino blanco), Raviolis caseros (de espinaca con ricotta en mantequilla con salvia, o bien de pollo en salsa de tomate: 265 L.), o Medallones de res con salsa portobello (355 L.)

Como postres caseros, opciones elaboradas diariamente: pie de banana, pecan pie, lemon pie, etc.

Ante la interesante oferta, el Lempira decidió decantarse por los Rollitos de Berenjena, los Fetuccini caseros con salsa de tomate y lomitos de pescado, los Medallones de res en salsa Portobello y un Banana pie de postre. El resultado, a continuación:


Los Rollitos de Berenjena (5), se presentan en forma de canelón. La berenjena cortada finamente y grillada (aunque no se sentía el aroma a humo por ningún lado, por lo que suponemos que no se grillan las berenjenas a la brasa) envuelve un interior de queso de cabra y cebolla caramelizada bien combinado y equilibrado. Por encima, una reducción de vinagre balsámico casera concluye el plato y sirve a la vez de decoración. Curiosamente, el aroma a vinagre que despedía el plato se disipaba en el paladar. Un plato equilibrado, con sabores dulzones que se combinan perfectamente con el queso de cabra y la berenjena. Muy bien, aunque con aroma y sabor a brasa estaría todavía mejor.



Los fetuccini caseros con salsa a base de tomate y 2 lomitos de tilapia marcados a la plancha estaban realmente muy buenos. El punto de la masa casera era perfecto, sabrosa, suave y con agradable textura. Quizás un poquito apelotonados de más en el plato, pero de un sabor realmente bien conseguido. La salsa a base de tomate era potente y sabrosa. El orégano se sentía bastante y los vegetales estaban todos al dente. Perfecto punto de cocción de cada uno de los ingredientes. Muy recomendable. Por su parte, los lomos de tilapia estaban perfectamente marcados y se notaba que eran bastante frescos.





En cuanto a los Medallones de res con salsa Portobello, decir que la carne era tierna y blanda, aunque no todo lo sabrosa que a uno le gustaría. En cualquier caso, buen punto de cocción (el Lempira pidió termino medio y le entregaron termino medio) y buena salsa de champiñones comunes frescos, que no portobello (¿porqué decir entonces en la carta que son portobello?). El plato se acompañaba con spaguetti no caseros, pero bien preparados al dente.





Por último, el postre. Buen Pie de Banana, con contundente sabor a banana y cremas montadas de buena textura. Quizás servido un poco más templado de temperatura (los trozos de banana del interior habían alcanzado ligeramente el punto de congelación con lo que habían cristalizado un poco trasmitiendo una textura que sería mejor evitar) hubiera mejorado el resultado final del postre, que, en todo caso, estaba realmente rico.




En el capítulo de bebidas, decir que, ¡por fin!, el Lempira ha encontrado una carta de vinos correctamente estructurada, bien formulada y completa (tipo de vino, nombre del vino, zona de producción o uva de elaboración, y añada), con numerosas referencias de vinos de varios países, entre las que destacan algunos vinos de prestigio italianos, Pian delle Vigne de Marchesi Antinori, un excelente Brunello di Montalcino; argentinos como Catena Alta (del que hablamos aquí); chilenos como Montes Folly Syrah del valle de Apalta o Purple Angel, un carmenere del valle de Colchagua; o franceses, como el excelente Champagne Pol Roger.

La carta también ofrece numerosas referencias bien seleccionadas a precios comedidos. Por ejemplo, en vino blanco, se ofrecen dos vinos de Philippe Dreschler, de la zona de Alsacia, Francia: el Riesling 2007 y el Gewurztraminer 2009 (a 615 L.). Excelentes opciones ambas para acompañar platos de pescado, ensaladas o quesos. En Tintos, se ofrecen varios vinos de Faiveley de distintas denominaciones de origen -Mercurey (805 L.), pommard (1750 L.)-, también el famoso Parallele de Paul Jaboulete, un vino sencillo y famoso que está bastante bien (550 L.), el argentino Doña paula State Syrah (770 L.), o casa Lapostolle Merlot (1010 L.). Todos ellos muy bien almacenados en las varias neveras de conservación de vino que dispone el local. Excelente! y, además, servidos en copas bastante buenas!!

En resumen: es probable que Bistro 188 tenga opciones de ganar el premio Lempira que come 2014, al mejor restaurante visitado en Honduras. No lo duden: vale la pena.  


Categoría "Restaurantes" bistro 188 Puntuación
Entorno 7,7
Servicio 9
Servicio Vino 8,5
Comida 8,2
Puntuación Media 8,33
Relación Calidad Precio 8

viernes, 21 de marzo de 2014

Beer Box, un paraíso para los amantes de la cerveza

Beer Box es el Nirvana del cervecero. El sueño de cualquier aficionado a la cerveza. Más de 200 referencias diferentes a la disposición, y a precios razonables. ¿dónde está? yo quiero!

El local se encuentra situado en Tegucigalpa, en el Centro Comercial Savanah, local 12, Boulevard Morazán, contiguo a Jet Stereo (y se espera la apertura de local en San Pedro Sula, para la primera semana de Abril... así que atentos!). Se trata de una tienda pequeña, pero repleta hasta el techo de botellas de cerveza. Una oferta descomunal que no se acostumbra a ver tan fácilmente. El Lempira, desde la que descubrió hace ya un tiempo, no ha dejado de ir regularmente... porque además de ser un amante y conocedor del vino, es un buen aficionado a la cerveza.

De hecho, el Lempira comenzó primero bebiendo cerveza (recuerdos de juventud, divino tesoro), y en sus viajes por las tierras más cerveceras del mundo, Alemania, Bélgica y Checoslovaquia, el Lempira tuvo la ocasión de conocer y probar muchos tipos y marcas diferentes de este brebaje mágico... Sus preferidas son Lager, Pilsener, de trigo blanca, brown y stout. Un poco de todo. Sin embargo, las cervezas de abadía con muchos grados le gustan, pero no le apasionan, aunque hay excepciones: Chimay y Grimbergen (sobre todo la Double Ambreé) .





El Lempira siempre dice: "el vino es al amor, lo que la cerveza a la amistad". Así, que para meditar y concentrarse en los sabores, matices, aromas y texturas, el Lempira prefiere el vino, definitivamente. Si bien, de vez en cuando peca con las arriba mencionadas. Una de sus preferidas, concretamente la Chimay Gran Reserva, se puede encontrar en Beer Box. Se trata de una cerveza oscura con aromas potentes a levadura fresca, notas florales y de caramelo. Una delicia para disfrutarla tranquilamente, sin apresurarse, a una temperatura fresca, que no fría (entre los 10 º y los 20 º C) para que sus 9% de alcohol no saturen el paladar.



Pero en Beer Box no sólo hay Chimay... una ingente oferta les espera. Entre las preferidas del Lempira, se encuentran las siguientes:




  • Leffe Blonde y Brown. Cervezas belgas de Abadía. Con toques florales y golosos.
  • Affigem Blond. Cerveza rubia de abadía, belga. Toques dulces para una cerveza muy equilibrada.
  • Guinnes Stout. Cerveza negra irlandesa. Una delicia con un potente y marcado sabor tostado y amargo.
  • London Pride. Cerveza English Pale Ale con mucho aroma a levadura.
  • Erdinger Weiss. Deliciosa cerveza de trigo alemana, potente sabor.
  • Paulaner Weiss. Lo mismo que la anterior.
  • Pilsner Urquell. Probablemente, la mejor Pils del mundo. 
  • Hoegaarden. Cerveza de trigo belga, refrescante como pocas.
  • Session lager. Cerveza lager estadounidense. Ligera y crujiente.
  • Brooklyn Brown Ale. Cerveza Ale oscura estadounidense. Malta, fruta, caramelo, chocolate y café tostado. Muy rica.


Un día de estos cataremos varias de las desconocidas cervezas estadounidenses que hay en Beer Box y haremos un post para comentar qué nos parecieron. Hasta entonces, con las que indica el Lempira, hay de sobra para disfrutar muchísimo!



Hasta el próximo post!


miércoles, 19 de marzo de 2014

Delicias del Carmen: chicharrones de los buenos!

Que en la carretera Panamericana, a la altura de Villa de San Francisco, hay un puesto de venta de excelentes chicharrones que se llama Delicias del Carmen es un secreto a voces. Y que el Lempira que come iba a visitarlo, también...

De aspecto característico de local de carretera, con un gran parqueo e instalado en un edificio anodino e incluso algo envejecido, Delicias del Carmen es una parada obligada en el camino hacia San Pedro Sula. Un enorme cartel con un cerdito cocinando chicharrones (imaginamos que no los suyos propios) avisa al despistado que ha llegado la hora de parar, estirar las piernas y dirigirse raudo y veloz a comprar chicharrones.

Los chicharrones son característicos de varias cocinas en Latinoamérica: en Perú, por ejemplo, se acompañan con elote, queso, hojas de hierbabuena y cebolla roja cortada finamente y aderezada con limón (véase en este post). En Honduras, los chicharrones suelen servirse, bien como parte del plato típico, con tortillas, frijoles y mantequilla; bien con yuca cocida. De las dos formas, si el chicharrón está bien hecho, son opciones muy ricas. Si bien es cierto que a sendas elaboraciones quizás les falte el toque de frescor que aporta la hierbabuena y la cebolla roja con limón. ¡Viva la fusión de culturas!




Los chicharrones, como todos los lempiras saben de sobra, son trozos de carne de cerdo magra y grasienta que se fríen en su propia grasa. O sea, un manjar repleto de contundencia sápida nada sano y equilibrado, pero delicioso si está bien hecho. Para ello, es necesario que las grasas y piel queden crujientes y que las carnes queden blandas. Por tanto, es imprescindible calcular la temperatura de fritura y tener buena mano. Además, cuanto mejor sea la calidad de la carne, mejor será el resultado final.




En Delicias del Carmen tienen lo necesario: buena carne y excelente mano. Y además, creatividad. Ingredientes básicos que puestos a disposición del disfrute del comensal son susceptibles de generar felicidad. Los tradicionales chicharrones de garra, perfectamente crujientes, con grasa de sobra para parar un tren, hacen las delicias de los comensales más acostumbrados a la potencia y la grasa. Los chicharrones clásicos de carne magra, son perfectos para aquellos que no gustan de tanta contundencia. Pero hay más: una serie de propuestas creativas de lo más interesantes que se preparan marinando la carne de diferentes formas: chicharrones Mexicana, para los intrépidos, marinados en especias como comino y pimienta; chicharrones picantes, con bastante chile; y chicharrones Barbacoa, marinados en salsa BBQ.




En resumen: todos los chicharrones probados por el Lempira estaban en perfecto punto de cocción y fritura. Muy ricos, potentes, salvajes y baratos (la libra cuesta entre 120 L. y 140 L.). Especialmente gustosos y picosos los chicharrones con chile. 

No lo duden ni un instante. Sobre todo, si gustan de los sabores potentes y no tienen especial cuidado por la figura. Absténganse los lempiras con paladares amantes de lo sutil o estómagos delicados :)






Categoría "Puestos de Comida" Puntuación
Servicio7
Comida8,5
Puntuación Media8,2
Relación Calidad Precio9

lunes, 17 de marzo de 2014

Claro de luna: precioso nombre para un restaurante

El Lempira que come decidió visitar Claro de Luna en su nueva ubicación (Los Próceres, Avenida de la Paz, local 20) y probar su oferta de comida española. El resultado, a continuación:

La nueva ubicación del restaurante es un acierto. El nuevo local tiene dos pisos. Un primero con una barra al fondo sobre la cual se sitúan numerosos tipos de copas diferentes (¡incluso buenas copas!), y a su derecha, la puerta de la cocina. En esta primera planta hay 2 o 3 mesitas con capacidad para 3 o incluso 4 comensales. En la barra hay varios taburetes altos. A la izquierda del local, y según se entra por la puerta principal, está la escalera de acceso a la segunda planta. Bajo la misma, una pequeña cava de vinos no climatizada. Al lado, un mueble con puros Rocky Patel. El piso superior permite ver el piso inferior, lo cual genera una sensación de amplitud bastante interesante, pese a que el local no es muy grande. En esta planta hay unas 6 o 7 mesas con capacidad para 4 o 5 comensales cada una. Además, hay una mesita baja con sillones.

La decoración y ambientación del local es bastante buena. Desenfadada y juvenil. Luces indirectas decoran las paredes oscuras, y cuadros coloridos, algunos de ellos de muy bonita factura, sorprenden al comensal. Cuelgan lámparas del techo y el color rojo, predominante en los murales de inspiración española (con tapas, botellas de fino dibujadas y fotos de una de las fiestas populares más exitosas de España, los San Fermines) destaca sólo lo justo para no saturar. No hay duda del buen trabajo para la configuración del diseño y la ambientación general: muy bien!

En cuanto al servicio decir que es cercano y bastante atento. Con muchas ganas de agradar al comensal y satisfacer su sed de conocimiento. Si bien, en ocasiones no conocían la respuesta a la pregunta del Lempira siempre indagaron lo necesario en la cocina.

La carta de Claro de Luna es muy extensa. Demasiado. El Lempira se pregunta el porqué de la necesidad de tener una carta tan extensa: eso implica mover demasiada mercadería y tener demasiadas elaboraciones prontas para ser servidas, lo cual, significa un gasto ingente de plata y recursos humanos si todo es fresco y se hace el mismo día. Como eso es completamente inviable, los restaurantes con cartas inmensas suelen tener muchas cosas pre cocidas, industriales o prefabricadas. La consecuencia es evidente: baja la calidad de la comida, sustancialmente. ¿No sería mejor tener una carta más breve en la que todo lo que se ofrece sea fresco, natural y elaborado el mismo día?. El Lempira que come lo preferiría así.

Dentro de la amplia carta, destaca la oferta de tapas de Claro de Luna. Casi todas ellas de inspiración española: pinchos con diferentes productos y salsas (de pollo, de cerdo en salsa barbacoa, de camarón al ajillo, en salsa rosa, pincho moruno, etc. a un precio comprendido entre los 70 L. y los 140 L.), se sirven sobre una rebanada de pan. También se ofrecen clásicos de las tapas españolas como las patatas bravas (papas en salsa picante) a 82 L., la bomba de papa rellena de chorizo o camarón (100 L.), chorizos picantes, tablas de embutidos con quesos, calamares a la romana (150 L.), pulpo, etc.

Esta interesante oferta de tapas se complementa con Sándwiches fríos y calientes. Entre los fríos destacan el bocadillo (así se llama en España al sándwich) catalán (144 L.), hecho con pan francés y que tiene chile rojo, berenjena, cebolla, anchoa, aceituna rellena y tomate rallado. El Lempira ha estado muchas veces en Catalunya y guarda una relación muy directa con esa nación por motivos familiares (como muchos catrachos, que también guardan una relación muy cercana a Catalunya), y nunca ha visto un bocadillo con esa composición (las aceitunas en España no acostumbran a ser parte de un bocadillo)... aunque sí es cierto que la combinación de chile rojo, cebolla, berenjena y tomate es un clásico catalán. Se llama escalivada, y es una ensalada fría que se prepara asando los cuatro ingredientes a la brasa, y luego añadiendo un buen chorro de excelente aceite de oliva virgen extra y un poco de sal. Es, francamente, una auténtica delicia. Maravillosa. Sublime...



(pausa)

El Lempira se acaba de levantar de su mesa de escritura para poner en el horno, a fuego bajo, 2 chiles rojos, 1 berenjena, 1 cebolla y 2 tomates... esta noche comerá ¡escalivada!

(Fin de la pausa)

También se ofrece un bocadillo de jamón serrano y queso manchego. Otro clásico español, a 244 L., y uno de atún y pimiento, que además lleva queso crema, lo cual no es nada común en España (172 L.). En el capítulo de sándwiches calientes, destaca el españolísimo Pepito de ternera con pimientos (res con chile verde, tomate rallado y aceite de oliva en pan francés) a 142 L., que sí respeta la receta clásica. Una rica combinación. Además hay un sándwich cubano (229 L.), uno de pollo con queso Brie y aguacate (173 L.) y otro a la barbacoa: res con cebolla caramelizada y queso chedar (219 L.) Todos los bocadillos se sirven en pan francés crujiente. Un acierto total! Además de los 8 sándwiches se ofrecen 4 hamburguesas con papas fritas, a precios comprendidos entre las 200 L. y las 240 L.

Hasta ahí la oferta de tapas-bistrot. Pero hay más, bastante más, por si lo anterior fuera poco: Pastas (a precios entre 226 L. y 304 L.): parpardelle en distintas salsas, raviolis con salmón (raviolis rellenos de queso ricota con salmón servido en crema acompañado de pan con ajo), y con queso manchego (raviolis de queso ricota con salsa de queso manchego acompañado con pan de ajo), lasagna vegetariana (de berenjenas, zapallos, zanahorias y almendras gratinadas en crema bechamel y queso parmesano acompañado de pan de ajo), de carne, de pollo... desafortunadamente las pastas no son caseras. Punto a mejorar.

Y sigue. Pescados y mariscos: Mero a la menier (con salsa a base de mantequilla, perejil y limón), Mero Papillon (suponemos que se trata del mero cocinado en sus jugos a la papillote), salmón en salsa de alcaparras, y camarón jumbo Thermidor (sobre los 500 L.). Alguien se preguntará: ¿camarón Thermidor, la receta francesa para langosta creada en 1894, aplicada a los camarones?, ¿esa receta de la que el mejor chef del mundo, Ferrán Adriá, dijo en su día que era le mejor forma de matar el sabor y la textura de la langosta por el exceso de cocción al que se somete el animal?, ¿adaptada para ser hecha con camarones?, ¿a 500 L? Al Lempira le parece que no va, y, de hecho, no se atrevió a pedirlo.

Pero aún hay más: carnes varias a 200 L., carpaccios de res y de salmón, que tenían buena pinta, y la especialidad del chef: paellas (para 2, 4 y 8 personas, al precio de 947 L., 1699 L y 3244 L.), las cuales, presten atención queridos y queridas Lempiras: llevan desde pollo, hasta mejillones, pasando por costillas de cerdo y camarones, almejas, chorizo barbacoa (¡!), calamar y gambitas. En fin, una combinación hilarante, digna de estar en el Hit Parade de Crímenes contra la Paella publicado por el reputado crítico gastronómico Mikel López Iturriaga de El País (pinchen aquí, porque no tiene desperdicio). Además, se ofrece un arroz negro con mariscos al precio de 1939 L. Sí, más caro que el arroz meloso con sepia y bogavante que ofrece el reputadísimo chef catalán especialista en arroces, Paco Pérez, en su restaurante Miramar, galardonado, nada más y nada menos, que con una estrella Michelin -el premio más importante de la gastronomía a nivel mundial.

Juzguen ustedes mismos. El Lempira que come piensa que es algo que deben corregir, ya mismo. Tanto la oferta de la receta Thermidor adaptada a camarones Jumbo (¡y sin haberla probado!), como las composiciones criminales de las paellas... porque las paellas mixtas (mar y montaña) deben compensar el sabor de los diferentes ingredientes. No es un todo vale. No es una algarabía. No es un cuanto más mejor. No es cuestión de añadir y añadir ingredientes para que parezca más y más y más impresionante. De hecho, es exactamente lo contrario: cuanto menos, más. Sobre los precios, si venden... ¿por qué cambiarlos?

El Lempira que come, abrumado por la inmensidad de la carta y la mezcla de ofertas tardó un mundo en pedir. Finalmente, optó por probar las tapas más clásicas: patatas bravas, bomba de chorizo, un pincho de pollo, los calamares a la romana... y completar con un sándwich. El cubano. No se atrevió a pedir paella ni pescado. Los resultados... seguidamente:

Las patatas bravas transportaron al Lempira al barrio de la Latina en Madrid. Estaban realmente muy bien. Cortadas en daditos, al punto perfecto de cocción y fritura; con un muy buen sabor. Auténticamente castizo. La salsa picante de tomate estaba rica y la salsa blanca, también. Picante justo, buena porción. Para repetir.

La bomba de chorizo también estaba bien lograda. La masa de puré de papa y la cobertura frita de pan rallado estaban al punto exacto de fritura. Nada grasienta, ni sobre pasada. El chorizo que albergaba en su interior dejaba un poco que desear, pero es comprensible. Así que... también bien: 2 de 2, genial!.

El pincho de pollo estaba bien cocido a la plancha, y su salsa (optamos por la de maní), estaba pasada de azúcar. La idea es buena... de hecho, los pinchos de pollo con maní son comunes en la gastronomía Thai... pero en Claro de Luna no terminaron de encontrarle el punto a la salsa. En cualquier caso, se dejaba comer bien. El Lempira intuye que el resto de pinchos, más tradicionales, están mejor. Los recomendaríamos.

Los problemas comenzaron con los calamares a la romana. Fail total: congelados, con una cobertura industrial de mala calidad cuya esponjosidad no se hacía para nada agradable, cierto deje grasiento y el calamar de pésima calidad. Una pena, porque es una de las tapas más ricas de España, aunque difícil de trasladar a otros lugares si no se consigue calamar fresco, o un muy buen producto congelado industrial (no es el caso del que sirvieron). El Lempira cree que sería mejor optar por ofrecer calamares enteros (a poder ser frescos) a la plancha con ajo, perejil y reducción de vinagre de jerez. Sencillo y delicioso.

Para terminar la comida salada, el Lempira pidió un Sáncwich cubano: lomo de cerdo, jamón, queso cheddar y quesillo. El pan francés estaba muy bien. Crujiente y sabroso. Perfecta opción de pan para servir sándwiches. Sin embargo, el lomo de cerdo, o bien no era lomo, o bien era un lomo regular. En cualquier caso, la combinación final estaba sabrosa. Un sándwich potente y contundente que cumple su función: saciar el apetito, rápidamente.

El capítulo se cerró con una crema catalana. Un postre tradicional catalán a base de leche, yemas de huevo, azúcar y canela. El de Claro de Luna era desconcertante, aunque su presentación presagiaba algo bueno. La crema no tenía el sabor que debe tener la crema catalana (donde la canela está presente), ni la textura tampoco (demasiado líquida). Asimismo, la cobertura de azúcar quemada era gorda de más, lo que convertía el postre en una especie de tropezón gigante de azúcar. Debe mejorar la ejecución y la receta!

Para tomar, hay una buena carta con varios rones (flor de caña 7 años a 94 L.), vodkas (Finlandia a 72 L., Grey Goose a 126 L.), Gin (Tanqueray a 72 L. y Bombay a 61 L.) y whiskeys (Chivas regal a 112 L.), además de cervezas nacionales e importadas (60 L. - hasta 92 L. por una guinness). Sangrías, varios "digestivos", entre los que sitúan Baileys (que no es digestivo), o Brandy (que tampoco), y numerosos cócteles interesantes: los clásicos Margarita (102 L.), Cosmopólitan (103 L.), Blody Mary (118 L.), entre otros. También ofrecen vinos. No nos ofrecieron la carta, pero en la cava había numerosos vinos españoles interesantes: Marqués de Riscal, Riva Rey y opciones chilenas y francesas. El Lempira se decantó por probar la margarita y la sangría de champagne. Nada memorable.


En Resumen: creemos que se trata de una buen lugar para tomar algo y comer tapas, sándwiches, carpaccios o hamburguesas, aunque quedan cosas por mejorar. En el capítulo de paellas, mejor correr un tupido velo. No nos atrevimos con los pescados ni con los arroces... y eso es síntoma de que algo falla. Ojalá pueda ir a más y a mejor Claro de Luna: Apostamos por eso!


Categoría "Restaurantes" Claro de Luna Puntuación
Entorno 7,9
Servicio 7,5
Servicio Vino 6,5
Comida 6,7
Puntuación Media 7
Relación Calidad Precio 5