Quizás las expectativas estaban muy altas por las buenas críticas que el restaurante había cosechado, quizás tuvieron, en sala y cocina, 2 malos días (digo 2 porque la valoración que presentamos a continuación se basa en las dos visitas que realizamos), o quizás, simplemente, es que el restaurante quiere ofrecer más de lo que ofrece.
Situado en un entorno muy agradable de la capital, la casi bohemia plaza de San Martín,
la filial capitalina del restaurante Tong's (originario de Roatán) ofrece a su nutrida clientela, una interpretación más o menos acertada de cocina Thai, interesantes cócteles (entre ellos, 5 diferentes combinaciones hechas a base de ginebra), algunas buenas cervezas de importación y una carta de vinos con unas 50 referencias.
El local, de diseño minimalista, presenta diferentes ambientes mejor y peor logrados.
La muy acogedora terraza exterior, iluminada ténua e indirectamente, es, sin duda, la más agradable opción para relajarse y disfrutar de la comida, sobre todo en horario de tarde-noche. Sin embargo, el interior del local presenta varios espacios amplios, aunque algo anodinos. Una pequeña bodega climatizada da la bienvenida al salón principal, que es presidido por una gran fuente coronada por una estatua de elefante. Alrededor de la fuente se sitúan varias mesas grandes de madera con bancos bajos corridos. En la parte derecha del local, en cubículos formados por forjado de acero, se estructuran 3 ambientes, cada uno de los cuales consta de 3 mesas (de conglomerado y plástico) para 2 personas. Los techos altos, las lineas rectas y la escasez de decoración terminan por dar una sensación de amplitud poco "controlada" y falta de candor. En la parte izquierda del local se sitúa la barra para la confección de cócteles y más adelante, un reservado muy amplio. Por último, destaca al final de la gran fuente, la cocina abierta que deja ver el trabajo de los cocineros y la gran calidad de las instalaciones. Todo, por cierto, impoluto.
En lo que a comida se refiere, Tong's apuesta por la cocina Thai:
cocina contundente que combina a la perfección los sabores frescos de la hierbabuena, la menta o el eneldo con sabores picantes (chiles), ácidos (cítricos), dulces (azúcar moreno), salados y especiados (el gengibre, el galanga, el Kaffir Lime y la limonaria son ingredientes básicos de esta cocina).
El restaurante ofrece numerosas entradas diferentes: un par de sopas (una de pollo, una de marisco) y varias sugerentes ensaladas, entre otras opciones. En platos fuertes, ofrece la posibilidad de optar por Woks, o Currys... Los platos que degustamos se mostraron muy dispares en calidad:
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Excelente la ensalada picante de hierbas con cortes de carne marinados (10) que contrastaba el frescor de las hierbas con el (muy) picante del chile, el ácido de la lima y el dulzor de la azúcar moreno,
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buena la sopa de pollo (7) que combinaba el sabor del coco con especias varias,
- c
orrecta aunque algo desarmonizada la sopa de camarones (6) cuyos contundentes sabores picantes, dulces y especiados parecían no encontrarse,
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muy regulares los calamares (3), que parecían pasados y congelados y recongelados. Anillas de calamar fritas, crujientes por fuera pero sin sabor por dentro. Se sirven con 2 salsas.
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Bueno pero descompensado el Matsaman de costillas de cordero (7), en una densa salsa a base de frutos secos y especias como canela, clavo, chile, entre otras. Lástima que predominase tanto el sabor dulce en la salsa, pues terminaba haciéndola demasiado empalagosa. Se acompaña de arroz blanco (perfecto en aroma y punto) y patata (de muy buena calidad). La carne del cordero estaba tierna y su sabor era potente (quizás incluso demasiado potente).
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Malo el Wok de mero (1). Cubos de pescado -diría que congelado e incluso algo pasado de fecha- fritos en exceso (lo cual dejaba al pescado completamente seco y duro) y bañados de una salsa agripicante totalmente indigna de un restaurante de calidad. Una decepción de plato. Igualmente acompañado de arroz.
En el capítulo bebidas optamos por probar algunos de los
cócteles hechos con ginebra que resultaron ser muy agradables. Especialmente el que se acompaña con limonaria (8).
La carta de vinos es variada y con precios más o menos ajustados. Se ofrecen unos 10-14 vinos blancos y un poco más de tintos. No se ofrece champagne, ni fino. Dos tipos de vinos que maridan a la perfección con este tipo de comida. En cualquier caso la carta de vinos indica cuáles son aquellos que acompañan mejor la comida de Tong's y aquellos que son especialmente recomendados por el Chef. La carta de vinos no está mal, aunque podría estar mucho mejor, pues se distribuyen en Honduras algunas interesantes opciones que no se han contemplado.
Para finalizar el post, comentar que
el servicio en sala es bastante irregular. Muy cálida la recepción por parte de la Maitre, pero muy desprolija la atención en mesa. Sin rigor y algo apresurada. Los meseros que nos atendieron parecían, las dos veces, sobrepasados. Prácticamente no daban espacio a preguntas sobre la carta y cuando servían lo hacían a la carrera. Como anécdota contar que en la segunda ocasión que cenamos en Tong's, al pedir la bebida al mesero, éste desapareció corriendo, literalmente, sin dejarnos claro si había tomado, o no, nota de lo que habíamos pedido. Tal era nuestro desconcierto que 10 minutos después decidimos preguntarle a otro mesero por nuestras bebidas, cuando, milagrosamente y al mismo tiempo, apareció el mesero desaperecido, con nuestras bebidas. Además, nos sirvieron los segundos platos antes de que hubiéramos finalizado los primeros. Y, luego, cuando finalizamos los segundos, quedaron en mesa los restos durante muchos minutos, hasta que logramos pedir la cuenta. Detalles de servicio que en un restaurante con pretensiones no deberían suceder.
Así pues, en resumen,
nuestra experiencia gastronómica en Tong's es "contradictoria". Tanto en calidad de la comida como en calidad del servicio hay demasiados claroscuros. No pueden ofertarse deliciosos platos excelentemente ejecutados y presentados, con otros platos que dejan tantísimo que desear. Y menos aún teniendo en cuenta que
la media de gasto por persona, sin vino, se eleva a unas 600-800 Lempiras. Mucha plata para tanto claroscuro.
Si bien, el
Lempira que come les anima a mejorar lo clara y absolutamente mejorable... y les desea lo mejor, pues son escasos los restaurantes de calidad en Tegucigalpa que se animan a ofrecer algo diferente. Ojalá podamos repetir experiencia en breve, con algo de mejor suerte.
Puntuación (Categoría "restaurantes")
Entorno: 9
Servicio: 5
Servicio de vino: 6,5
Comida: 6,5
Puntuación media: 6,5
PCP: 5
Por cierto, ¿por qué no tienen una carta traducida al castellano?