Con más de 140 años produciendo exquisitos dulces típicos (sí, leyeron bien, 140 años. Siglo y medio. Ni más ni menos), la dulcería Doña María Gordillo es más que una institución en Antigua Guatemala. Tanto así que ha sido recientemente reconocida con la Orden Diego de Porres en grado de Gran Venera por el Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala. Una distinción al alcance de muy pocos.
Y no es para menos, porque la dulcería típica guatemalteca, que hunde sus raíces en la historia de la conquista y la construcción de conventos de clausura para jóvenes y niñas de bien, guarda secretos muy bien guardados. Afortunadamente, algunos de ellos, se pueden conocer gracias a esta tienda, inaugurada en 1872 por la Madre Dolores Ortiz, monja exclaustrada del Convento de Santa Clara; quien recogió en adopción a la señorita Mercedes Ortiz y enseñó "todo lo relacionado con la hechura de dulces cubiertos y demás primores que constituyen delicia para el paladar".
En 1891, la señorita Mercedes contrajo matrimonio con Don Patrocinio Gordillo. Doña María Gordillo, hija de Doña Mercedes, continuó la tradición y la elaboración de dulces aumentando la colección a 64 variedades de dulces típicos. Hoy, la tienda está a cargo de la cuarta generación, siendo la Señora María G. de Durán, quien mantiene la dulce tradición de producir Dulces Típicos Antigüeños obtenidos de recetarios monjiles y de Damas Patricias Guatemaltecas, que, ciertamente, hacen evocar las golosinas de otros días.
El Lempira que come, ávido de Dulces Típicos, corrió, literalmente, a la tienda de Doña María Gordillo (situada en la 4ta. Calle Poniente) para seleccionar uno por uno de entre las decenas de dulces que se ofrecen, los más antiguos de entre los antiguos dulces que se elaboran en ese rincón patrimonio histórico de la golosina. Así, armó su cajita feliz con los siguientes:
Canillitas de leche: deliciosos bastoncitos dulces de leche. Textura sólida y crujiente a la vez que suave en boca. Muy rico.
Higo: higo confitado cocido en miel. Potencia sápida.
Pepitoria: semillas de pepitoria (calabaza) tostadas con caramelo. Potente sabor a fruto seco. Equilibrado. Muy rica la combinación. De los mejores.
Zapote con leche: dulzor característico del zapote cocinado con azúcar y leche. Buena combinación.
Higo relleno de leche: higo confitado en miel con leche y azúcar. Más dulce y complejo que el higo solo.
Tamarindo: pulpa de tamarindo pura con azúcar. Demasiado dulce para el gusto del Lempira.
Camote: glaseado de camote. Tierno por dentro, quebradizo por fuera. Excelente.
Dulce de la Séptima Cocina: creado para celebrar la apertura de la séptima cocina de la tienda. Elaborado a base de leche y almendra. Dulce.
Colocho de Guayaba: uno de los más característicos de la tienda. Rulo de guayaba con textura gomosa y azúcar impalpable. Muy potente sabor a guayaba. Delicioso.
Medallón de mazapán: mazapán con canela. Rico.
Entrega del libro: dulce elaborado con motivo de la publicación de un especial sobre la tienda. Elaborado a base de leche condensada. Mucho sabor a leche condensada, textura deliciosa.
Dulce del convento: elaborado a base de yema y miel.
En resumen: una parada imprescindible para todo visitante a La Antigua Guatemala. No se lo pierdan porque no es tan fácil comerse un pedacito de la historia en cada bocado. Absolutamente recomendable.
Y no es para menos, porque la dulcería típica guatemalteca, que hunde sus raíces en la historia de la conquista y la construcción de conventos de clausura para jóvenes y niñas de bien, guarda secretos muy bien guardados. Afortunadamente, algunos de ellos, se pueden conocer gracias a esta tienda, inaugurada en 1872 por la Madre Dolores Ortiz, monja exclaustrada del Convento de Santa Clara; quien recogió en adopción a la señorita Mercedes Ortiz y enseñó "todo lo relacionado con la hechura de dulces cubiertos y demás primores que constituyen delicia para el paladar".
En 1891, la señorita Mercedes contrajo matrimonio con Don Patrocinio Gordillo. Doña María Gordillo, hija de Doña Mercedes, continuó la tradición y la elaboración de dulces aumentando la colección a 64 variedades de dulces típicos. Hoy, la tienda está a cargo de la cuarta generación, siendo la Señora María G. de Durán, quien mantiene la dulce tradición de producir Dulces Típicos Antigüeños obtenidos de recetarios monjiles y de Damas Patricias Guatemaltecas, que, ciertamente, hacen evocar las golosinas de otros días.
El Lempira que come, ávido de Dulces Típicos, corrió, literalmente, a la tienda de Doña María Gordillo (situada en la 4ta. Calle Poniente) para seleccionar uno por uno de entre las decenas de dulces que se ofrecen, los más antiguos de entre los antiguos dulces que se elaboran en ese rincón patrimonio histórico de la golosina. Así, armó su cajita feliz con los siguientes:
Canillitas de leche: deliciosos bastoncitos dulces de leche. Textura sólida y crujiente a la vez que suave en boca. Muy rico.
Higo: higo confitado cocido en miel. Potencia sápida.
Pepitoria: semillas de pepitoria (calabaza) tostadas con caramelo. Potente sabor a fruto seco. Equilibrado. Muy rica la combinación. De los mejores.
Zapote con leche: dulzor característico del zapote cocinado con azúcar y leche. Buena combinación.
Higo relleno de leche: higo confitado en miel con leche y azúcar. Más dulce y complejo que el higo solo.
Tamarindo: pulpa de tamarindo pura con azúcar. Demasiado dulce para el gusto del Lempira.
Camote: glaseado de camote. Tierno por dentro, quebradizo por fuera. Excelente.
Dulce de la Séptima Cocina: creado para celebrar la apertura de la séptima cocina de la tienda. Elaborado a base de leche y almendra. Dulce.
Colocho de Guayaba: uno de los más característicos de la tienda. Rulo de guayaba con textura gomosa y azúcar impalpable. Muy potente sabor a guayaba. Delicioso.
Medallón de mazapán: mazapán con canela. Rico.
Entrega del libro: dulce elaborado con motivo de la publicación de un especial sobre la tienda. Elaborado a base de leche condensada. Mucho sabor a leche condensada, textura deliciosa.
Dulce del convento: elaborado a base de yema y miel.
En resumen: una parada imprescindible para todo visitante a La Antigua Guatemala. No se lo pierdan porque no es tan fácil comerse un pedacito de la historia en cada bocado. Absolutamente recomendable.