La Hacienda San Lucas se ha convertido en uno de los
establecimeintos de lujo más interesantes de Honduras. Un hermoso hotel y unas
hermosas vistas al pueblo de Copán Ruinas e incluso a las Ruinas de Copán,
hacen de este lugar encantador un espacio mágico donde alojarse y hacer
realidad un cuento de hadas, duendes y Mayas.
La Hacienda San Lucas se encuentra situada pasando el río que cruza Copán. En la loma del cerro, frente al sol y al pueblo, en un
maravilloso entorno. Edificada hace más de 100 años por la familia Cuevas, quienes siguen siendo sus propietarios y gestores con Flavia Cueva a la cabeza, la Hacienda San Lucas ha ido
transformándose con los años hasta convertirse hoy en un Hotel Boutique ecosostenible,
restaurante y sala de eventos que logra cautivar al visitante según llega, en
Tuc-Tuc o carro, desde el pueblo.
Construcciones de estilo colonial, de ladrillo de adobe y estuco
rústico pintado en blanco, se suceden una tras otra. La madera vieja y noble,
las tejas de los techos, los enormes hornos centenarios y una tupida vegetación
dibujan un paisaje de ensueño. El acceso al recinto principal de La Hacienda San
Lucas, una cocina antigua redecorada para servir de espacio de servicio al
restaurante y recibimiento al huésped o comensal, es buena muestra de lo que
ofrece San Lucas: autenticidad. Decoración cuidadísima y restauración fiel al
original. Un entorno que genera candor en cada mirada, en cada paso, en cada
inspiración.
La sala contigua a la cocina antigua funciona de recepción
oficial y sala de descanso y relajación del hotel o el restaurante. Con un
escritorio a la izquierda y numersosas vitrinas donde se exhiben obras de arte,
la sala se revela como el lugar ideal para sentarse en los cómodos y hermosos
sofás, relajarse y leer. El porche de la casa funciona como antesala al jardín
y al paisaje que se declara Patrimonio Natural y Cultural. También en el porche se
sitúan las mesas en las que se dará de comer al comensal.
Las vistas del jardín son impresionantes: el sol poniéndose a media tarde tras los picos de las montañas que protegen a Copán, el río al fondo del valle, y las Ruinas Mayas, imperturbables, al fondo del tupido bosque. Las luces del pueblo, tímidas, anuncian el fin de la la luz del sol y dan la bienvenida a la luz de la luna, jugando al escondite con las más bellas de las estrellas del universo: las estelas Mayas de Copán.
Y así fue como el Lempira
se tomó una limonada, recordando sus ancestros en La Hacienda San Lucas.
Después, cenó en el hermoso restaurante, a la luz de numerosas velas y el
encanto de las flores del jardín. Sin duda, un entorno absolutamente magnífico.
El Restaurante de Hacienda San Lucas ofrece en la noche una
sola opción: un menú degustación que debe ser reservado previamente vía mail
(info@haciendasanlucas.com) y que consta de una entrada, un primer plato, un plato de fondo y un
postre. En total, 4 pasos (3 salados y uno dulce) al precio de 35 US$. Esto es,
700 L. bebidas no incluidas. Un precio, como pueden ver, elevado y que hace
esperar mucho, pues ya juega en una categoría de precios de nivel
internacional. De hecho, hay menús con esta misma composición y un precio
similar en restaurantes galardonados con estrellas michelín en Estados Unidos, Francia o
España.
El menú de la noche que probó el Lempira se componía de una
ensalada de cuajada, melón, encurtidos de papaya verde, vinagreta de flor de
jamaica, aceitunas y habas crujientes como entrada, un primer plato de sopa de
Maíz con Chipilín, un plato principal de fajitas de pollo al jengibre con
zanahorias a la naranja, y un postre de papaya en miel con ponque de ron.
La ensalada, de interesante composición, estaba
deliciosamente presentada (el Lempira debe pedir disculpas a l@s lectores porque
consecuencia del hechizo del color, olvidó tomar una foto). La cuajada de color
blanco hacía contraste con el naranja del melón y el rojizo de la vinagreta
aromatizada a la flor de jamaica. Sin embargo, el resultado final de una
interesante idea, mezclar los dulces del melón con los ácidos de los encurtidos
(papaya verde encurtida) y el crujiente de las habas con la terneza de la
cuajada, no terminó de ser el mejor. Los sabores no se ligaban entre sí, por
más que lo intentaba el Lempira.
El segundo paso del menú, la sopa de Maíz con chipilín,
podría decirse que se quedaba en la puerta de entrada a algún lugar, pero no la
atravesaba. El sabor de la sopa era sutil y la textura muy agradable. Una sopa
ligera, con una fragancia a maíz dulce atrayente y un sabor delicado. Las hojas
de Chipilín no parecían aportarle mucho a la sopa, más que un ligerísimo fondo.
Quizás la sopa estaba un pelín dulce de más.
En opinión del Lempira, un plato más que correcto, rico,
pero que podría dar muchísimo más de sí...
El tercer paso del menú, las fajitas de pollo al jengibre
con crujientes de zanahoria a la naranja y ejote al ajonjolí, se mostró anodino
e incluso contradictorio. El Lempira esperaba una mejor conjunción de los
diferentes componentes del plato, lo cuales, uno por uno tenían buen sabor,
pero en conjunto no funcionaban. Las zanahorias a la naranja estaban
perfectamente crujientes y tenían un sabor muy profundo de naranja. Tanto así
que parecían más un postre que un acompañamiento al pollo. Los ejotes con
ajonjolí estaban mal ejecutados, porque estaban un poquitín hilachosos, aunque,
ciertamente tenían un sabor muy penetrante a ajonjolí. El
protagonista del plato, las fajitas de pollo al jengibre, tenían un potente sabor a jengibre. El conjunto era complicado de
manejar.
El cuarto paso y final, fue, quizás, lo mejor de la noche
junto a las vistas. La papaya en miel estaba deliciosa, elaborada al estilo
tradicional para generar una textura crujiente exterior y
una deliciosa sensación de explosión en la boca cuando se mastica; pues su
interior, cremoso, inunda el paladar. Excelente. Una ejecución de un plato
tradicional de 10. Canela, pimienta gorda, azúcar, miel y papaya perfectamente
texturizada. Inmejorable. El acompañante en forma de queque de ron pasaba desapercibido. El postre pedía centrar la atención en la papaya en
miel, por sabor, por textura, por aroma.
En el capítulo bebidas decir que Hacienda San Lucas ofrece ricos frescos naturales, cervezas nacionales, algunas de importación y muy escasas pero más o menos acertadas referencias de vino: Tivento Reserva CS - Malbec, un vino interesante, potente (a 25 US$), y Tribu Malbec (mismo precio). Las copas de vino se ofrecen a 6 US$, precio elevado. Se ofrece hielera para el vino blanco o el espumoso y se realiza descorche en mesa. Las copas en las que se sirve el vino son buenas.
En Resumen: Hacienda San Lucas ofrece unas espectaculares
vistas y un alojamiento de impresionante calidad. Comodidad, lujo, exqusitez en
el trato y un ambiente inigualable, acogedor, cálido... sin parangón. Sin embargo, la cocina, a día de hoy, no
está a la altura del precio que se pide ni del entorno tan maravilloso donde se sirve. En cualquier caso, es un lugar impresicindible para tomar
algo y comer un postre mientras se disfruta de la puesta del sol.
Categoría "Restaurantes" Hacienda San Lucas, Copán | Puntuación |
Entorno | 10 |
Servicio | 8 |
Servicio Vino | 6 |
Comida | 7,3 |
Puntuación Media | 7,65 |
Relación Calidad Precio | 5,5 |
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