viernes, 31 de octubre de 2014

Choco La La, Antigua Guatemala. Bombonería fusión imprescindible.


Choco La La (no confundir con el Choco museo) es, probablemente, la mejor bombonería de Antigua y más allá. Buen chocolate y mejores bombones elaborados con ingredientes muy interesantes.

Situada en la famosa calle del arco, a escasos metros de éste, Choco La La es una pequeña bombonería artesanal que ofrece chocolate de alta calidad y deliciosos bombones de sabores exóticos y refinado acabado. Para su elaboración seleccionan cacao de altísima calidad guatemalteco y bases de chocolate con más del 70% de cacao.


A partir de esas materias primas comienza el espectáculo, pues en Choco La La realizan combinaciones absolutamente fascinantes. El Lempira que come, reconoce ser un amante del chocolate y aún más de los buenos bombones, y estos lo dejaron sin palabras: bombón de chocolate y maní; de banano y ajonjolí con miel; de miel con jengibre; de romero; de coco y limón, de ron Zacapa; de uva y ajonjolí; de sal; de cardamomo y café tostado; de manzana y ciruela; de chile y tamarindo...

Un auténtico paraíso para los chocolateros pues las combinaciones de sabores son realmente mágicas, aunque los precios estén un tanto subidos (los bombones se venden por unidad al precio de 5 Q.).

Al Lempira les fascinaron estos dos bombones:

Tamarindo y chile: el contraste del dulce y ácido del tamarindo, con el amargo del chocolate y el ligero picante del chile cobán ahumado que se engancha detrás de la lengua hacen de este bombón una combinación de 10. Imprescindible.

Cardamomo y café tostado: profundo aroma y sabor a cardamomo sobre una base de grano de café tostado. Excelente combinación.



En resumen: si pasan por Antigua, caminarán delante de la bombonería: entren y prueben sus bombones porque valen, muchísimo, la alegría!

lunes, 27 de octubre de 2014

Marjaba, Tegucigalpa: lejos del lejano Medio-Oriente

Visitamos Marjaba, el cafe-gastronómico preferido de los usuarios de Tripadvisor... un espacio con decoración de inspiración árabe y comida característica del Medio-Oriente. Un espacio que pretende recrear el misticismo del oriente en la capital...


Situado en la Lomas del Guijarro, en la Avenida República Dominicana, Marjaba se ha convertido, en el poco tiempo que ha transcurrido desde su apertura, en uno de los favoritos de la gastronomía árabe en la capital. Una gasto-cafetería que viene a complementar al mítico e imprescindible Gyro's (del que hablaremos en otro post, más adelante).

Un reducido parqueo con capacidad para 4 o 5 carros da la bienvenida a un pequeño local. Los esfuerzos, evidentes, por tratar de transportar al comensal al Medio-oriente se dejan notar desde el primer momento en que el comensal cruza la puerta de ingreso. La iluminación indirecta que se escapa por los vanos y atraviesa los cristales de colores de un par de hermosas lámparas produce una sensación de candor agradable. La pintura de colores terrosos en las paredes, los bonitos cojines de colores, lentejuelas y espejitos, así como los arcos mozárabes con que se decoran puertas y ventanas interiores sirven para amplificar la sensación de viaje al mundo de las mil y una noches... Sin embargo los esfuerzos chocan contra las inapropiadas mesas y sillas metálicas, los manteles de papel y una solería a todas luces anodina. El viaje al Medio-oriente se ve frustrado por la falta de consistencia del interiorismo. Si bien, es destacable el esfuerzo, de igual modo que destacables son algunos de los objetos decorativos.

Además de la sala principal, que cuenta con 3 o 4 mesas, hay una sala interior, algo más íntima y recogida. Quizás en ella la sensación de ambigüedad se difumina...

En relación al servicio cabe decir que éste es correcto, mas no especialmente cálido. Quizás fuera porque el día de la visita el Lempira llegó al borde del cierre, o porque no estuvieran ya los principales encargados (o porque, sencillamente, el servicio no sea un fuerte en Marjaba). En cualquier caso, el trato fue cordial y más o menos atento, aunque, hay que decirlo, la invitación al pago de la cuenta no gustó mucho al Lempira, pues estaba disfrutando mucho de su pipa de agua con sabor a manzana. Una "Narguile" que tuvo que dejar a medias por eso de no incordiar más al personal... Siempre es difícil mantener un equilibrio en la gastronomía: atender las necesidades de los comensales, y los derechos de los empleados. Complicado.

El menú de cafetería de Marjaba se compone de varias interesantes bebidas calientes, entre las que destaca el café árabe con cardamomo que se sirve en tres tamaños y cuesta entre 28 L. el pequeño y 54 L. el grande. También hay espresso (21 L.), espresso jabibi con leche condensada (30 L.), latte árabe con agua de rosas, miel y cardamomo (56 L.), chocolate (42 L.), té árabe con agua o lehe (34 L. o 44 L.), y algunas bebidas frías como la infusión de chai combinada con café árabe y leche (71 L.). Como postres de origen árabe se encuentran el clásico Bicklawa (hojaldre relleno de nueces con almíbar a 27 L. la unidad), la Barbusa (torta de semolina y agua de azaar 17 L.), el Knafe (cabello de ángel, crema de leche, queso y agua de naranja a 55 L.), o el flan de almendra (55 L.).


En la carta correspondiente a la comida salada se ofrecen las entradas características árabes: Warak Dawali (hoja de parra rellena de carne picada y arroz) a 12 L., Falafel en orden de 4 unidades a 50 L., Hummus a 50 L. o 90 L. según tamaño, Baba Ganoush (a base de berenjena asada) al mismo precio que el Hummus, además de Kibbeh y Sambousek a 19 L. Entre los platos fuertes, destaca el Kofta (pincho de albóndigas de res especiadas a la brasa) que se sirve acompañado de arroz árabe o marmahón, tabouleh, hummus o Baba Ganoush y pan de pita a 165 L., el Shish Kebab que se ofrece de pollo o res (pinchos marinados con especias árabes), y se acompaña de las mismas opciones descritas, a 165 L., o el marmahón con pollo a 100 L.

El Lempira que come, con muchas ganas de probarlo todo, decidió tirar la casa por la ventana y pedir prácticamente la carta al completo.

El Kibbeh estaba algo seco. Se notaba que llevaba tiempo ya terminado, esperando al comensal. La carne estaba algo dura también.


El Warak Dawali que tanto gusta al Lempira no estuvo a la altura. También seco. Afortunadamente, compensó el desatino el Malfouf (rollizo de repollo con arroz y carne), que estaba muy rico, con el punto del arroz bien logrado. El Sambousek estaba elaborado con una más que correcta masa. La carne cortada a cuchillo de su interior estaba sabrosa y en su punto de cocción. Eso sí, le faltaba sal.

El Falafel se mostró muy sabroso. Su fritura estaba perfectamente conseguida. Un buen falafel.

El Baba Ganoush fue, de largo, lo mejor de la noche. El Lempira que come sigue sin saber cómo se logra crear esa potencia ahumada en la berenjena con la que se elabora esta deliciosa elaboración. Y eso que ha intentado incluso quemar en las brasas del carbón la berenjena. El Baba Ganoush de Marjaba es extraordinario. Realmente bueno. Cremoso, ahumado, con una ligerísima acidez que invita a repetir. Excelente.

El Hummus, sin embargo, no llegaba al nivel de su hermano. Incluso se podría decir que estaba algo salado. Eso sí, la textura estaba también bien conseguida.


Entre los platos fuertes, el Sish Kebab de pollo se presentó pasado de cocción, sin gracia su marinado, soso... completamente prescindible. El Shish Kebab de carne tampoco cumplió. También resultó estar pasado de cocción y seco. Incluso dura la carne. Las cebollas de ambos pinchos estaban muy ricas, ligeramente caramelizadas. El Tabouleh que acompañaba era un golpe de aire fresco. Rico, refrescante, agradable. En cuanto al marmahón, decir que no parecía casero es decir poco. Afirmaban en Marjaba que lo era, pero... las dudas razonables sonaban demasiado fuerte como para ignorarlas.

En el capítulo de postres, el Lempira quiso probar el Jarise (torta de semolina con coco y baño de almendras) y el Knafe que le resultaron excesivamente dulces y reiterativos. El Baclava tampoco cumplió. La falta de textura crujiente y su escasez de sabor decepcionaron.


La Narguile final, de manzana, transportó al Lempira a sus paseos por el Bósforo, las llamadas al rezo, la puesta del sol en Istambul, la impresionante Aya Sofya... de repente, estaba sentado en aquél café turco del hermoso barrio de Sultanahmed, al calor de una pequeña chimenea, en aquél invierno de 2006... hasta que le pidieron amablemente pagar la cuenta. Cosas de la vida.


Además de tomar algo, o comer en Marjaba se puede disfrutar del baile de la danza del vientre que periódicamente se organiza en la sala principal (toca seguir su facebook para conocer las fechas). También se programan cursos de árabe. Una iniciativa francamente interesante para conocer algo más del gran conjunto de culturas de los países de habla árabe. Genial.

En resumen: Marjaba es una interesante cafetería a visitar, pero sus claroscuros en la comida obligan al comensal a elegir bien. Es probable que los platillos especiales que elaboran periódicamente sean realmente ricos (tocará comprobarlo), pero es necesario mejorar el nivel de algunas elaboraciones de la carta. Es probable que el Lempira vuelva, pero... 



Categoría "Wine-Bar/Cafetería/Pub" Marjaba, Tegucigalpa.
Puntuación
Entorno - Ambiente
7.5
Servicio
6.9
Bebidas - Comida
7
Puntuación Media
7.1
Relación Calidad Precio
7.2



miércoles, 22 de octubre de 2014

Gastroplan: experimento pizzero ES PEC TA CU LAR

El Lempira que come tiene el honor de presentar... la "pizzeta catracha": masa de baleada, ingredientes de pizza.


El concepto es bien sencillo: una buena tortilla de harina gruesita, a poder ser elaborada con agua de coco, y los ingredientes más característicos de una pizza: quesillo en vez de mozzarella y salsa de tomate casera. Sobre esa base, pueden poner lo que más les guste. En las pruebas hechas por el Lempira, el jamón ahumado quedó impresionante, igual que la cebolla tierna roja. También quedaron bien unas alcachofas que tenía de hacía ya un tiempo...


Ingredientes



Tortillas de harina gruesas: el Lempira las compra en el mayoreo (4 por 13 L.)
4 tomates naturales
1 cebolla
1 cucharadita de sal
1 cocharadita de azúcar
un poco de aceite de oliva
Quesillo
Los ingredientes que quieras como "topping"




Elaboración


  • En una sartén calentar el aceite de oliva. Agregar la cebolla cortadita, el azúcar y la sal. Sofreir hasta que quede ligeramente marrón (caramelizada). Mover frecuentemente para que no se queme.
  • Triturar los tomates y agregar a la cebolla. Sofreir a fuego medio-fuerte hasta que pierda la mayoría de su agua.
  • Mientras se elabora el tomate, calentar en el horno a 220ºC las tortillas de harina. Colocarlas  en la rejilla. La idea es que queden ligeramente tostadas (aún blandas, pero con cierta consistencia. Este punto es importante. Si te pasas de horno las quemarás. Si las dejas blandas, no quedarán crujientes luego). Retirar del horno.
  • Untar en cada tortilla una capa de tomate sofrito con cebolla. Añadir los ingredientes que quieras (jamón ahumado va muy bien) y colocar encima quesillo (el Lempira lo hizo con quesillo de chile y quedó excelente). 
  • Introducir la "pizzeta catracha  al horno a 220ºc, sobre un papel de aluminio para evitar que el fuego la queme por abajo. Esperar a que se derrita el queso y se tueste ligeramente.



Sorprendentemente bueno el resultado!



lunes, 20 de octubre de 2014

Pizzería Pazzi... ¿la mejor de la capital? sin duda, entre las mejores.

El Lempira que come visitó Pazzi, pasta casera y pizza de calidad en Tegucigalpa.

Situado frente a La Esquina, en Colonia Castaños Sur, dentro de un bonito chalet "de diseño", Pazzi no ofrece un espacio especialmente atractivo, pese a tener la opción de hacerlo. La sala de la planta baja, situada a medio camino entre el garaje y el patio, no convence. Quizás por la falta de decoración (apenas algún póster), o por lo desangelado del espacio (mesas vestidas con manteles de cuadrados rojos y no mucho más), o por la iluminación (no muy cálida), o por estar semi-abierta en un espacio indeterminado... lo cierto es que le falta algo, o bastante, para provocar en el comensal mayor sensación de recogimiento y candor... aunque el local tiene potencial para ello, de sobra.


En cuanto al servicio vale una alegría mencionar la más que atenta atención del personal. Sobre todo de la mano de una de las veteranas meseras de Pazzi, quien en todo momento estuvo pendiente de las necesidades del Lempira y su compañía. Además, respondió con destreza las preguntas en relación a la carta y la elaboración de los platos. Muy Bien.

El menú de Pazzi se basa, como no podía ser de otro modo, en la pizza, que se ofrecen en 3 tamaños: pequeña, grande y familiar. Destacan las pizzas de un sólo ingrediente (que son las pizzas más pizzas de todas las pizzas... pues la composición multi-ingrediente de este delicioso invento italiano es más bien un añadido posterior) como las de jamón, pepperoni, hongos, cebolla anchoas o margarita (sólo con queso), a precios comprendidos entre los 185 L. y los 330 L. en función del tamaño. También se elaboran pizzas de más ingredientes como las clásicas Napolitana (tomate, anchoa y aceituna), o Caprichosa (jamón, hongos y chile dulce), y otras combinaciones menos clásicas pero muy extendidas como la Hawaiana (con jamón y piña), o la vegetariana (con berenjena, maíz, hongos, cebolla, chiles dulces y aceitunas).

Al Lempira que come le gustó que en el menú se marcara con una estrellita de "recomendada por el chef" la pizza margarita, por ser ésta la orginial y primogénita versión de la pizza, y la que mejor permite apreciar el sabor de la masa, el queso y el tomate que se utiliza. También se ofrecen pastas, de elaboración casera, como spaghetti, fettuccini, penne y farfalle, que se sirven con salsas como Aglio e Olio (aceite y ajo), tomate fresco, alfredo (con pollo 175 L., con camarones 196 L.), pesto, puttanesca o bolognesa. Los precios oscilan entre lo 140 L. y los 196 L. Como entradas hay carpaccio de res (175 L.) y una sugerente ensalada de naranja (83 L.). Como postres, tres opciones naturales: rosquillas en miel, tres leches y flan.


Como pueden comprobar, una breve carta pero muy atractiva, en la que se puede encontrar todo lo necesario para disfrutar de los sabores más universales de Italia: la pasta y la pizza. El Lempira se decantó para esta primera visita por probar la pizza, reclamo principal de Pazzi, así como una pasta larga para verificar la calidad de ésta. Y... ¿qué tal? la crónica, a continuación:

Muy buena, casi excelente, la pizza. La masa es, quizás, la mejor masa que el Lempira ha probado hasta la fecha en Tegus (y probablemente también en Honduras). Bastante fina, perfectamente crujiente, consistente y con buen sabor... se atrevería a decir el Lempira que el estilo de la masa tenía influencia argentina (cuestión a comprobar). Un horno de leña le daría ese plus que le falta...

En cuanto a los ingredientes del "topping" decir que, definitivamente, están más ricos los ingredientes vegetales frescos, que el resto. La pizza de cebolla roja estaba tremendamente bien lograda: penetrante sabor de la cebolla, buena combinación con el quesillo, muy bien el tomate.  La mitad de tomate fresco, anchoa y aceituna estaba rica, pero no tanto como la otra.


La pizza con jamón y tocino, era correcta, pero algo menos rica. Básicamente porque hay mejores jamones y tocinos en el mercado que los utilizados por Pazzi. Los ingredientes cárnicos son, por tanto, mejorables. Como mejor sería el uso de hongos frescos y no de lata en la pizza de hongos. La verdad, ¿para qué ofrecer una pizza de hongos si los hongos son de lata? ¡con lo ricos que son los hongos de verdad! El Lempira que come rompe una lanza en favor de los ingredientes naturales y frescos y de la disposición a pagar el salto cualitativo que se logra.


En cuanto a la pasta, hay que decir que esta, efectivamente, era fresca. Los espaguetis estaban bastante bien logrados. Tenían correcto sabor y su cocción al dente permitía disfrutarlos bien. Sin embargo, la salsa al pesto que acompañaba no cumplía. En primer porque el pesto se elabora con piñón, y no con nuez.... esta es una salsa que se debe hacer en mortero, machacando el ajo, con los piñones y la albahaca fresca junto con el aceite de oliva virgen extra hasta obtener una especie de salsa más o menos pastosa. No era el caso, y los ingredientes se notaban desligados unos de otros. Salsa, definitivamente, mejorable (igual que la presentación).


Se quedó el Lempira con ganas de probar otras salsas, pero como volverá seguro, ya tendrá ocasión.


En cuanto a las bebidas, no se ofrece carta de vino, ni vino, que recuerde el Lempira. Tampoco hay frescos naturales. Invertir en este capítulo mejoraría sustancialmente al restaurante. No hay nada mejor que acompañar una buena pasta, con un buen vino. Un vino ligero, pero punzante, profundo y chispeante. Hay algunos en Honduras...

En resumen: Pazzi ofrece una más que muy recomendable pizza. Sin duda, una de las mejores de la capital... ¿la mejor? quizás. Mejoras en la ambientación de la sala, en el capítulo de bebidas, en alguna salsa, y en los ingredientes cárnicos serviría para poner a esta pizzería en el mapa de los privilegiados. Brindamos por ello!



Categoría "Restaurantes" Pazzi, Tegucigalpa
Puntuación
Entorno
6.5
Servicio
8
Servicio Vino
 --
Comida
7.5


Puntuación Media
7.4
Relación Calidad Precio
8

  

lunes, 13 de octubre de 2014

Ooloonthoo, la India en Honduras

La última escapada del Lempira que come a Roatán, paraíso terrenal, permitió visitar alguno de los restaurantes y puestos de comida que quedaban pendientes de valoración. Uno de ellos, y, quizás, el más reconocido de todos era Oolonthoo: restaurante indio dirigido por la pareja Paul James, chef canadiense con formación en comida tradicional de la India, y su esposa, Soden, originaria del Noreste de la India, cerca de la frontera con Nepal.


El Ooloontho, que en idioma tamil designa a un tipo de lenteja, se abrió en septiembre de 2005, por lo que en este mes el restaurante celebra su noveno aniversario. Hoy, continúa siendo el único restaurante indio de Honduras, y uno de los más interesantes de la región, por calidad de comida y exclusividad. 

El restaurante se sitúa en la carretera de acceso a Sandy Bay, a escasos metros de la gasolinera de la entrada de West End. Una hermosa y singular casa situada en lo alto de una colina y con un pronunciado y bonito techo a dos aguas, sirve de espacio de relajación y restaurante al mismo tiempo... de día, las impresionantes vistas desde la terraza son memorables, tanto, que incluso cuando aprieta el calor en la isla, sigue funcionando la terraza como una buena localización para comer (aunque un ventilador no vendría mal).

La sala interior, que el Lempira no pudo ver, está dotada con aire acondicionado, si bien, en las noches, suelen recibir en la terraza. Una terraza que, sin vistas, pierde un poco pues básicamente se compone de un altísimo techo de madera vista, una pared forrada en dorado y un par de mesas vestidas con mantelería también dorada y capacidad para 3 o 4 comensales... Definitivamente podría mejorarse el apartado decorativo de la terraza, más aun teniendo en cuenta la barroca belleza de los motivos decorativos de la India. Punto, por tanto, a mejorar. En cualquier caso el ambiente es agradable.

Mención especial merece el servicio en mesa, que roza la excelencia. La atención en sala es absolutamente magnífica desde el segundo uno que el comensal arriba al restaurante. Soden, la anfitriona y dueña, atiende personalmente la sala, recibe de manera muy amable y delicada, explica detenidamente las elaboraciones del menú y permanece atenta a las necesidades y demandas del comensal en todo momento. El hecho de que únicamente se sirvan 2 o 3 mesas ayuda a que el servicio sea una tarea más sencilla que en restaurantes masivos, si bien ello no resta un ápice de mérito al trabajo de Soden, por su atención tan delicada, atenta y cálida. Definitivamente, la intimidad y el candor que se respira en Ooloonthoo es memorable

Una atención que conecta directamente con la filosofía del restaurante: ofrecer auténtica comida de la India, de excelente calidad, fresca y respetuosa de su tradición y origen, en un marco de intimidad inigualable. Excelente servicio. Excelente apuesta.



En el capítulo comida en Ooloontho se ofrece un menú fijo compuesto por un primer platillo a elegir entre 4 opciones (Pappadamus, que es una especie de oblea de lentejas frita; Sopa de remolacha con yoghurt casero; Beef Kofta, albóndigas especiadas que van acompañadas de yoghurt casero; o un curry de calamares en salsa cítrica de coco) y un plato fuerte a elegir entre 5 opciones (Keralan Fish Molee, corvina en curry a base de coco, Bombay Style Lamb, pierna de cordero en curry estilo Bombay, Kolkota Braised Beef Curry, curry de ternera asado al horno en leche aromatizada con especias; o, Spicy Goan Vindaloo, un picantísimo curry que se ofrece en versión cerdo o pollo) a un precio de 46 US$ por persona + un 15% de servicio (esto es: 975 L. + 15% servicio).

Se completa el menú una oferta de 3 complementos: naan (3,5 US$), pan casero indio (ver foto superior); raita de pepino (3,0 US$), salsa a base de yoghurt con pepino; y chutney del día, frutas o verduras maceradas o encurtidas (2.5 US$). Como dulce final se ofrece un postre diferente cada día, elaborado en la casa y con precios comprendidos entre los 6 US$ y los 9 US$.

Como pueden ver una oferta supremamente interesante que no es nada común en Honduras, e incluso en Centroamérica (donde, intuye el Lempira no deben haber muchos restaurantes indios que puedan ser reconocidos por sus platos auténticamente indios)... a precios muy elevados que sitúan al Ooloonthoo prácticamente dentro de la categoría restaurante gastronómico. Esto es, restaurante de Alta Cocina; si bien, ofreciendo únicamente un menú de 2 pasos (y no uno de 4 o 5 como es lo habitual en ese tipo de restaurantes). No incluye el postre, ni tampoco la bebida, por lo que el precio total por persona asciende, aproximadamente,  1400 L. para una comida con primer plato y segundo plato con el complemento del Naan, agua y un té; más aún si se opta por pedir postres y tomar un vino. Por tanto: caro.

Definitivamente a esos precios uno espera recibir hasta el último centavo de placer... y para eso, quizás sería bueno que Ooloonthoo se planteara reducir la cantidad de comida en el plato fuerte (porque es muchísima la cantidad servida, muy al estilo norteamericano) e incluir algún platillo más en el menú. Esto es, configurar un menú degustación con entrada, primer plato, dos muestras de segundos platos y postre, por ejemplo. El Lempira se quedó con ganas de probar varias de las elaboraciones que se ofrecían...


En cualquier caso, y hablando no ya de los precios, sino de la comida (que es lo que más importa) hay que decir con rotundidad que en Ooloonthoo se come ES PEC TA CU LAR. Hacía tiempo que el Lempira que come no disfrutaba de una tan bien elaborada comida india:

El curry de calamar, que supone un incremento en el precio del menú de 3,00 US$ (60 L.), es uno de los mejores curries que ha probado el Lempira en toda su vida (y ha probado muchos, pues han viajado largo y tendido por la India, además de Londres, o NYC donde hay grandes restaurantes indios gracias a la gran población producente de la India que viven en dichas ciudades). El curry en cuestión directamente transportó al Lempira de la terraza de Ooloonthoo al corazón del nirvana. Excelente. Sencillamente deliciosa receta que combina la leche de coco, con aromas y sabores cítricos, unos toques de mango verde y Kalonji (semillas de Nigela Sativa). Vale una alegría.

El Beef Kofta también estaba muy bueno. Las albóndigas especiadas con comino, hojas de cilantro y otras varias especias, resultaban tiernas y de gran potencia sápida. Profundo sabor, penetrante aroma. El yoghurt que acompañaba el Kofta era, quizás, el mejor yoghurt jamás probado por el Lempira. Espeso, cremoso. Punzante y equilibrado al mismo tiempo. Potente y sutil. Delicioso. Un platillo realmente rico que combinaba a la perfección el sabor potente de la carne especiada con el yoghurt y un raita de cilantro realmente rico.


El Naan de complemento, sin embargo, no cumplió las expectativas. La decisión de elaborarlo con harina integral por ser "más sano" no se entiende cuando uno va a comerse de segundo plato una cantidad sustancial de carne y ghee (mantequilla clarificada India con la que se suelen elaborar los curries). Definitivamente sería mejor elaborar el naan con su harina original, blanca; añadiendo ese impresionante yoghurt casero a la masa... y un toque de queso, o de ajo. Lastimosamente no fue así y el resultado final pasó completamente desapercibido. Lástima.

Entre los platos fuertes la parte que más chupa del Lempira que come se decantó por el Cordero Bombay Style, que tiene un suplemento de 5.00 US$ en el menú. La otra mitad del Lempira, pidió el plato especial del día, que era un Butter Chicken, plato elaborado a base de pollo, especias, almendras, tomate, salsa de yoghurt y mantequilla (y del que se publicó receta aquí).


El Cordero se sirve en pierna entera, y su textura es realmente tierna. Se deshace en la boca. El punto de cocción es perfecto y la salsa tiene un potente sabor a especias entre las que destaca el cilantro molido y el comino. Un plato equilibrado y bien acabado donde el cordero es el protagonista.

El Butter Chicken estaba bastante rico. Buen punto del pollo y buen sabor de la salsa, potente... incluso demasiado, pues el sabor de la mantequilla se dejaba notar quizás por encima de lo deseable haciendo el plato algo repetitivo. Probablemente por estar acostumbrado a la receta que aprendió en Delhi, prefiere el Lempira que come el Butter Chicken que él mismo elabora (hagan la receta!). Igual que el Chai, té elaborado en leche con jengibre y Garam Masala (un conjunto de especias entre las que destacan la canela y el cardamomo) que si estaba correcto.


En relación a los vinos, la carta es breve (10 referencias en total) y subida de precio. El servicio es completo y las copas de calidad. Destacan entre los vinos tintos el argentino Navarro Correas Malbec 2009 a 42 US$, y entre los blancos el Santa Helena Chardonnay a 29 US$. Vinos correctos, aunque sin mucha alma, como la carta de vinos en general. Uno espera mejor selección.

Se quedó el Lempira con muchas ganas de probar el Vindaloo, plato ultra-picante que combina 5 tipos diferentes de chiles y que le fascina, y el Fish Molee... ¿para otra ocasión?  la calidad de la comida es innegable y también el servicio. Aunque al precio que se asume hay menús en restaurantes con Estrellas Michelín en España, en Francia, en Italia o Nueva York...

En resumen: la comida (y el servicio) es extraordinaria. Calidad, productos frescos, elaboraciones cuidadas, buenos puntos de cocción, equilibro, potencia sápida. Excelente. Sin duda Ooloonthoo es uno de los mejores restaurantes de Honduras, lo que convierte poco a poco a West Bay en destino gastronómico más que interesante, porque allí también se sitúa el restaurante Roatán Oasis (ver nota aquí), y el Thai place, que en la actualidad es dirigido por la que fuera sous chef del que fue chef y dueño del primogénito Tong's; y que conoce, según dicen, las recetas originales. Tocará visitarlo cuanto antes. También en West End está el puesto de baleadas de Doña Oneyda, de las que hemos hablado por ser tan deliciosas (ver aquí).

Si el precio no es para Usted un impedimento, no lo duden un instante: en Ooloonthoo disfrutarán de una magnífica velada descubriendo la maravillosa comida de la India. 



Categoría "Restaurantes" Ooloonthoo, West End
Puntuación
Entorno
7.9
Servicio
9
Servicio Vino
6
Comida
8.4


Puntuación Media
8.1
Relación Calidad Precio
4