Y no es poco decir dado que la inmensa mayoría de los restaurante mexicanos fuera de México no hacen realmente comida mexicana, sino Tex-Mex, o, en el mejor de los casos, interpretaciones buenas de algún taco, fajitas, o... poco más. Entre otras razones porque resumir la comida mexicana en una carta es complicado: la comida mexicana es patrimonio de la humanidad. Complejísima, repleta de ingredientes entre los que destacan las más de 100 variedades de chile que se usan, o ingredientes "raros" como huevos de hormiga (escamoles) y saltamontes (chapulines), entre otros muchísimos más. Además, técnicas de cocción bajo tierra utilizando piedras calientes, y otras tantas. En definitiva, una gastronomía infinita que cambia de región a región, de pueblo a pueblo y de familia a familia.
Por eso, decir que en el restaurante La Doña se hace comida mexicana de México tiene sentido. En La Doña se cocinan platillos muy característicos de diversas regiones y que no son comunes en otros restaurantes mexicanos internacionales. Pero vamos por pasos.
La Doña se encuentra situado en la Colonia Palmira, paseo República Argentina número 19-18. Parqueo en frente, algunas mesas en una terracita algo desangelada y una sala principal en la entrada, repleta de cuadros de colores, otra sala junto a la barra de servicio, y algunas mesas más al fondo. El ambiente que se respira gracias a la decoración es agradable, porque pareciera que uno entrara en la casa de la abuelita. Cuadros toscos de colores brillantes y múltiples carteles con personajes como Pedro Infante repartidos por todas las paredes, suelos que no terminan de convencer, combinaciones de mantelería algo anticuada y mobiliario de madera sencillo terminan creando un ambiente familiar, cosa que va en sintonía con el epíritu del restaurante: comida mexicana casera. Bien, aunque podría mejorarse bastante...
El servicio es cercano, atento, con ganas de agradar y con predisposición a responder a las preguntas y servir correctamente. Conocía los platos que manejaban e incluso los procesos de elaboración de los alimentos. Una buena atención por parte de la mesera, destacable aspecto para La Doña.
La carta presenta platillos mexicanos muy interesantes. Como entradas mexicanas se ofrecen Gorditas de migas (165 L.), Tlacayos estilo Morelia (165 L.), Botana de lengua de res (195), Sopa de tortilla (145 L.), o Caldo Tlalpeño (con pollo, chipotle y tomate, 185 L.). Como platos fuertes Cerdo en Pasilla (medallones de cerdo en salsa de chile pasilla acompañado con brócoli y puré de papas a 305 L.), Cochinita Pibil (horneada con achiote yucateco a 315 L.), Tacos al pastor (clásica receta del DF a 295 L.), Tacos de Pescado (335 L.), y platillos "mexicanísimos" como el Pollo con mole rojo (325 L.), chilaquiles rojos o verdes rellenos (tortilla frita cocinada en salsa, 235 L.), enchiladas de mole poblano (305 L.), tostadas de tinga de pollo con salsa ranchera, chorizo y chipotle (245 L.), además de varios platillos de res.
Entre los postres destacan las crepas de cajeta (dulce de leche) con queso 135 L., el Flan de queso con helado (145 L.), además de las tartas caseras que renuevan periódicamente.
Como puede observarse la carta es extensa (demasiado e innecesariamente), y los precios no son baratos; pero no son pocas las elaboraciones de raíz mexicana que apetece probar cuando uno mira la carta. Además, suelen ofrecerse platillos de temporada o productos que se han encontrado en el mercado especialmente atractivos como complemento de la oferta. Sin duda, una buena forma para introducir novedades a los clientes habituales. Las ofertas especiales de desayuno (que es otra de sus especialidades, según le contó la mesera al Lempira) y menús novedosos los envían vía mail a los correos electrónicos de los clientes. ¡Genial!
Ante la interesante oferta, el Lempira apostó por probar el plato especial del día porque era cordero asado, unos camarones, una cochinita pibil y un pollo al mole, además de un entrante variado para el centro (acudió acompañado el Lempira...)
El entrante de boquitas mexicanas resultó ser algo decepcionante. Los frijoles estaban ligeramente quemados, y las insuficientes tortillas tostadas no alcanzaban para todo el guacamole servido, que por otra parte, tampoco destacaba especialmente. Sí destacaban, y muy bien, los Tlacayos, tortitas de harina de maíz rellenas de frijolitos. Muy tiernas, calentitas y ricas. El chorizo pasaba desapercibido por no ser muy sabroso, y los taquitos de pollo, eran insustanciales.
La cochinita Pibil estaba bastante rica. Tierna la carne gracias al marinado tradicional, y buena la cocción. Jugosa y sabrosa. Los tacos hechos con la cochinita quedaban ricos, sobre todo con la salsa de chile verde servida y que acompañaba a la perfección.
El plato de camarones resultó flojo, pese a que cada pieza era de considerable tamaño y tenía bastante sabor. En opinión del Lempira lo que falló fue la ejecución: demasiado cocidos y con una salsa donde los chiles dulces verdes no terminaban de funcionar. Y eso que al Lempira le gusta el sabor del chile dulce verde... El arroz de acompañamiento correcto, sin más. Este fue el plato menos disfrutable de la velada.
El platillo especial de cordero estaba rico, rico... pues la ligera sequedad de la carne se compensaba con su potente y penetrante sabor, además de su ternura. Se sirve deshuesado. Las salsas verdes y rojas culminaban un buen plato. Potencia sápida.
Por último, el pollo al mole. Muy rico mole dominado por el sabor del chile pasilla, complejo, dulzón, amplio y profundo. Un plato muy disfrutable que vale la pena probar y que normalmente no se ofrece en los restaurantes mexicanos internacionales, aunque es el mole una de las elaboraciones bandera de México. Sobre todo el mole poblano, que lleva chocolate entre sus ingredientes... pero moles hay decenes, sino cientos diferentes.
En el capítulo de bebidas, el Lempira optó por una margarita frozen, desgraciadamente de mix, y unas más que ricas micheladas (hablaremos de ello en el post que estamos preparando sobre las micheladas de Tegus). En cuanto al servicio de vino, decir que no destaca especialmente, y aunque es complicado marinar la comida mexicana, lo cierto es que podría hacer más La Doña en mejorar la carta de vino. Hay opciones en el mercado bastante interesantes que podrían encajar perfectamente. Es cuestión de saber combinarlas. La carta de vinos se limita a mencionar que hay botella de vino tinto a 550 L. Así... no.
En resumen: comida casera mexicana que ofrece platos interesantes, ricos y bien elaborados (aunque algo caros) y que aporta algo diferente. El Lempira irá a probar los desayunos, y seguramente repita para probar alguno de los platillos especiales que se ofertan fuera de carta. Ajustando algunos precios y mejorando algunos platos La Doña podría convertirse en la referencia mexicana en Tegucigalpa. Ojalá así sea.
Por eso, decir que en el restaurante La Doña se hace comida mexicana de México tiene sentido. En La Doña se cocinan platillos muy característicos de diversas regiones y que no son comunes en otros restaurantes mexicanos internacionales. Pero vamos por pasos.
La Doña se encuentra situado en la Colonia Palmira, paseo República Argentina número 19-18. Parqueo en frente, algunas mesas en una terracita algo desangelada y una sala principal en la entrada, repleta de cuadros de colores, otra sala junto a la barra de servicio, y algunas mesas más al fondo. El ambiente que se respira gracias a la decoración es agradable, porque pareciera que uno entrara en la casa de la abuelita. Cuadros toscos de colores brillantes y múltiples carteles con personajes como Pedro Infante repartidos por todas las paredes, suelos que no terminan de convencer, combinaciones de mantelería algo anticuada y mobiliario de madera sencillo terminan creando un ambiente familiar, cosa que va en sintonía con el epíritu del restaurante: comida mexicana casera. Bien, aunque podría mejorarse bastante...
El servicio es cercano, atento, con ganas de agradar y con predisposición a responder a las preguntas y servir correctamente. Conocía los platos que manejaban e incluso los procesos de elaboración de los alimentos. Una buena atención por parte de la mesera, destacable aspecto para La Doña.
La carta presenta platillos mexicanos muy interesantes. Como entradas mexicanas se ofrecen Gorditas de migas (165 L.), Tlacayos estilo Morelia (165 L.), Botana de lengua de res (195), Sopa de tortilla (145 L.), o Caldo Tlalpeño (con pollo, chipotle y tomate, 185 L.). Como platos fuertes Cerdo en Pasilla (medallones de cerdo en salsa de chile pasilla acompañado con brócoli y puré de papas a 305 L.), Cochinita Pibil (horneada con achiote yucateco a 315 L.), Tacos al pastor (clásica receta del DF a 295 L.), Tacos de Pescado (335 L.), y platillos "mexicanísimos" como el Pollo con mole rojo (325 L.), chilaquiles rojos o verdes rellenos (tortilla frita cocinada en salsa, 235 L.), enchiladas de mole poblano (305 L.), tostadas de tinga de pollo con salsa ranchera, chorizo y chipotle (245 L.), además de varios platillos de res.
Entre los postres destacan las crepas de cajeta (dulce de leche) con queso 135 L., el Flan de queso con helado (145 L.), además de las tartas caseras que renuevan periódicamente.
Como puede observarse la carta es extensa (demasiado e innecesariamente), y los precios no son baratos; pero no son pocas las elaboraciones de raíz mexicana que apetece probar cuando uno mira la carta. Además, suelen ofrecerse platillos de temporada o productos que se han encontrado en el mercado especialmente atractivos como complemento de la oferta. Sin duda, una buena forma para introducir novedades a los clientes habituales. Las ofertas especiales de desayuno (que es otra de sus especialidades, según le contó la mesera al Lempira) y menús novedosos los envían vía mail a los correos electrónicos de los clientes. ¡Genial!
Ante la interesante oferta, el Lempira apostó por probar el plato especial del día porque era cordero asado, unos camarones, una cochinita pibil y un pollo al mole, además de un entrante variado para el centro (acudió acompañado el Lempira...)
El entrante de boquitas mexicanas resultó ser algo decepcionante. Los frijoles estaban ligeramente quemados, y las insuficientes tortillas tostadas no alcanzaban para todo el guacamole servido, que por otra parte, tampoco destacaba especialmente. Sí destacaban, y muy bien, los Tlacayos, tortitas de harina de maíz rellenas de frijolitos. Muy tiernas, calentitas y ricas. El chorizo pasaba desapercibido por no ser muy sabroso, y los taquitos de pollo, eran insustanciales.
La cochinita Pibil estaba bastante rica. Tierna la carne gracias al marinado tradicional, y buena la cocción. Jugosa y sabrosa. Los tacos hechos con la cochinita quedaban ricos, sobre todo con la salsa de chile verde servida y que acompañaba a la perfección.
El plato de camarones resultó flojo, pese a que cada pieza era de considerable tamaño y tenía bastante sabor. En opinión del Lempira lo que falló fue la ejecución: demasiado cocidos y con una salsa donde los chiles dulces verdes no terminaban de funcionar. Y eso que al Lempira le gusta el sabor del chile dulce verde... El arroz de acompañamiento correcto, sin más. Este fue el plato menos disfrutable de la velada.
El platillo especial de cordero estaba rico, rico... pues la ligera sequedad de la carne se compensaba con su potente y penetrante sabor, además de su ternura. Se sirve deshuesado. Las salsas verdes y rojas culminaban un buen plato. Potencia sápida.
Por último, el pollo al mole. Muy rico mole dominado por el sabor del chile pasilla, complejo, dulzón, amplio y profundo. Un plato muy disfrutable que vale la pena probar y que normalmente no se ofrece en los restaurantes mexicanos internacionales, aunque es el mole una de las elaboraciones bandera de México. Sobre todo el mole poblano, que lleva chocolate entre sus ingredientes... pero moles hay decenes, sino cientos diferentes.
En el capítulo de bebidas, el Lempira optó por una margarita frozen, desgraciadamente de mix, y unas más que ricas micheladas (hablaremos de ello en el post que estamos preparando sobre las micheladas de Tegus). En cuanto al servicio de vino, decir que no destaca especialmente, y aunque es complicado marinar la comida mexicana, lo cierto es que podría hacer más La Doña en mejorar la carta de vino. Hay opciones en el mercado bastante interesantes que podrían encajar perfectamente. Es cuestión de saber combinarlas. La carta de vinos se limita a mencionar que hay botella de vino tinto a 550 L. Así... no.
En resumen: comida casera mexicana que ofrece platos interesantes, ricos y bien elaborados (aunque algo caros) y que aporta algo diferente. El Lempira irá a probar los desayunos, y seguramente repita para probar alguno de los platillos especiales que se ofertan fuera de carta. Ajustando algunos precios y mejorando algunos platos La Doña podría convertirse en la referencia mexicana en Tegucigalpa. Ojalá así sea.
Categoría "Restaurantes" La Doña, Tegucigalpa
|
Puntuación
|
Entorno
|
6.9
|
Servicio
|
8.4
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Servicio Vino
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5
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Comida
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7.4
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Puntuación Media
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7.165
|
Relación Calidad Precio
|
6
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Comparto con el Lempira... para el desayuno, para mi gusto abren muy tarde, casi es brunch.
ResponderEliminarAunque la mesera hace lo propio, el chef que se pasea por el restaurante no es muy simpatico, es mas, todo lo contrario.
Hola Shu;
EliminarTenemos pendiente el desayuno-Brunch dominical ;)
a ver qué tal!