viernes, 30 de mayo de 2014

Ana y las Estrellas Infladas (o Pañuelos) de Ojojona: tradición y belleza

Recientemente el Lempira que come hizo una escapadita a Ojojona. Un hermoso pueblito colonial fundado en 1579 al calor de las minas de oro y plata que se explotaban en la zona, y que se ha convertido hoy, por derecho propio, en uno de los pueblos más bonitos de Francisco Morazán y probablemente de Honduras. 



Inmaculadas iglesias blancas, grandes plazas públicas llenas de árboles y flores, casitas coloniales que parecen pintadas por un artista impresionista y una quebradita que, como diría el poeta, atraviesa el sueño. No dejen de ir los capitalinos, porque en menos de 30 minutos uno puede soñar, despierto.








En el bucólico recorrido dominical, se topó el Lempira que come con un postre tradicional bastante arraigado en la zona: las estrellas infladas, también llamadas pañuelos ¿o incluso buñuelos? Un hermoso crujiente elaborado a base de harina y frito en aceite al que se espolvorea con algo de azúcar. A su innegable belleza, a medio camino entre obra de arte mudéjar y baldosín andalusí, debe agregarse su agradable textura crujiente y buen sabor: un poco a churro español, un poco a hojuela. Dulzón, gracias al azúcar y con un retrogusto ligeramente vegetal, seguramente debido a la fritura realizada.

Ana los vende desde hace ya años en la plaza central de Ojojona, frente al puentecito mágico de Cuzco, a 5 Lempiras la unidad.






Vale la pena probarlos.




Categoría "Puestos de Comida" Estrellas Infladas Ana, Ojojona Puntuación
Servicio 7,7
Comida 7,8
Puntuación Media 7,8
Relación Calidad Precio 8

miércoles, 28 de mayo de 2014

Comiendo con... Karla Espinal: comunicadora, creativa y amante de la comida vegetariana


El Lempira que come tiene el gusto de presentarles a Karla Espinal, la diseñadora del logo del Lempira, a la que invitamos a comer una crema de calabaza al curry y lasagna de espinaca en agradecimiento por el trabajo tan estupendo que nos ha regalado y que nos encanta!!! 

Karla es una creativa apasionada y simpática.... otros trabajos que ha realizado pueden verse aquí: https://www.behance.net/ka_esvil




Perfil:

Un producto fetiche para comer: Postres. Recientemente, cualquier cosa con un toque de menta.
Un producto que no te gusta: Rábano
Un Restaurante: Noodle Bar, en su tiempo.
Una Bebida: Café, preferiblemente frío
Una ciudad: Tengo que visitar París y Cuzco antes de morir. Pero si tuviera que elegir alguna para vivir sería una ciudad como Copenhagen o Reykjavic, fría y tranquila.
Un referente: Daniel Alarcón
Un guilty pleasure: Chocolate, especialmente negro.
Lo que más te gusta de lo que haces: La oportunidad y el espacio para poder crear e inventar, contar historias cuando es posible, y jugar con las palabras para brindar el mensaje acertado, con el reto de las particularidades de comunicación de la marca. También me gusta que mis intereses son compatibles y pueden convertirse en una herramienta – citas, fotografías, elementos de cultura popular, entre otros, pueden ser referencias para trabajar.



LqC: ¿desde cuándo eres vegetariana y porqué?


Soy vegetariana desde hace aproximadamente dos años, para cuando ya prácticamente sólo consumía carnes blancas. En ese entonces decidí empezar una suerte de período de prueba en el que dejaría de comer carnes por completo y en base a los posibles efectos en mi organismo, consideraría adoptar el cambio de forma permanente, que fue lo que finalmente sucedió.
Hay varias razones detrás de mi decisión y todas influyen, en mayor o menor medida. Una de las principales es la noción común y compartida del costo directo en vida que representa el comer carnes: es una verdad obvia e innegable que mueren animales para poder hacerlo. Pero fue la información y el aprendizaje pertinente al cómo y el por qué de esto lo que me llevó a tomar la decisión. Consideré que dejar de tener sentimientos encontrados al momento de comer valía la pena el esfuerzo, y, al menos, el intento.
Además, en particular, mi apetito no tenía ninguna predilección por las carnes, especialmente las rojas.
LqC: ¿qué les dirías a las personas que no entienden las razones para hacerse vegetariana?

A las personas que no entienden las razones para hacerse vegetariano o vegetariana les diría que no tienen ninguna razón para entenderlas, ni mucho menos para compartirlas, pero sí debe prevalecer el respeto en cuanto a las mismas. Se trata de una decisión propia y de estilo de vida, por ende, completamente personal.
También les diría que, de tener un interés genuino por entenderlas, la información para aprender más al respecto está alcance, desde en una persona que ya es vegetariano o vegetariana hasta en documentos, investigaciones, y demás. Y cuando este no es el caso, nunca está de más atreverse a preguntar qué no sabemos y el por qué de ello, principalmente cuando se trata de lo que está servido en nuestro plato.

LqC: ¿qué es lo mejor y lo peor de ser vegetariana?

Lo mejor de ser vegetariana, personalmente, es la ausencia, al menos parcial, de esa disonancia cognitiva que poseía respecto a comer; estar un poco más cerca del “barriga llena, corazón contento” del que antes verdaderamente estaba más lejos y tanto más mientras absorbía más información respecto al tema. Aun así sigue siendo un proceso continuo y de aprendizaje constante, no solo en la teoría sino en la práctica, al cocinar. Eso es también algo bueno de haber optado por ser vegetariana: aprender sobre alternativas de comida, incorporar nuevos ingredientes a mi dieta y nuevas formas o técnicas de cocinar, incluso aprendiendo de otras culturas al recurrir a ellas por alternativas, y el estar un poco más a cargo de todo al prepararme mis propios platos.
Un inconveniente de ser vegetariana es encontrar limitaciones u opciones reducidas de comidas disponibles en restaurantes, en particular en situaciones de grupo o similares en las que resulto ser parte de la minoría (cuando no la totalidad de ella). Esto resalta como inconveniente también cuando por circunstancias particulares resulta más complicado de lo normal conllevar la responsabilidad que había mencionado de estar más a cargo de preparar mis propios platos y buscar alternativas – cuando el tiempo no lo permite, o algo similar. Pero ambas son eventualidades y no la norma afortunadamente.
LqC: en Honduras, a veces, es complicado encontrar comida vegetariana en los restaurantes o los puestos de comida. ¿Qué lugares frecuentas donde encuentras comida vegetariana rica? 
Siempre estoy intentando encontrar nuevas (para mí) opciones de lugares que ofrezcan comida vegetariana rica además de opciones disponibles en los lugares con los que ya estaba familiarizada. En Orgánica he encontrado buenas alternativas, muy saludables y gran variedad. En otros lugares he encontrado platos que me gustan bastante aunque la variedad de opciones vegetarianas quizás no sea tan amplia, como en Tai Tai, restaurantes de sushi y GoGreen cuando busco algo que esté listo un poco más rápidamente. Y la pizza vegetariana de cualquier menú es siempre – siempre – una buena opción. 

Karla opina sobre la Lasagna de Espinaca y la Crema de Calabaza al Curry:

¡Gracias otra vez! Es lo que me gustaría comer cada vez que anuncian lasagna en mi casa, jaja, que es todo lo opuesto, con carne, salsa roja, y a veces más salada que no. Me gustó que era lo suficientemente jugosa y no más, y la combinación de la textura de los vegetales, el queso y la sorpresa de las semillas. También me gustó que no se sentía pesada, podía comerla sin querer después estar panza arriba.

Y como a Karla le gustó también la Crema de Calabaza al Curry, compartimos la receta... muy fácil y perfecta para vegetarianos:

Ingredientes:

  • 1 cebolla pequeña
  • 1 libra de calabaza
  • 1 papa mediana 
  • 1 cucharadita de curry 
  • 1 litro de caldo de verduras  
  • 100 ml de crema dulce 
  • Aceite de oliva
  • Pimienta y sal





Elaboración:

1. Pelar y Picar la cebolla muy finita y sofreirla en una olla con un par de cucharadas de aceite de oliva

2. Añadir la calabaza y la papa cortada en dados pequeños y remover.
3. Incorporar el curry y el caldo de verduras. Dejar cocer por unos 30 minutos (hasta que los vegetales estén blandos)
4. Retirar del fuego, triturar añadiendo la crema dulce.
5. Añadir sal y pimienta al gusto





Salud lempiras!




lunes, 26 de mayo de 2014

Casa Santo Domingo, Antigua Guatemala, probablemente el mejor restaurante de Centroamérica.

El Lempira que come tiene el placer de presentarles Casa Santo Domingo, un maravilloso hotel de lujo situado en La Antigua Guatemala que alberga el que probablemente sea, si no el mejor, uno de los mejores restaurantes de Centroamérica: el Refectorio del Prior, más conocido como el restaurante de Casa Santo Domingo.

Liderado por el excelente y premiado Chef guatemalteco Mario Campollo desde 1991, el restaurante ha alcanzado lo que podría denominarse "Nivel Gastrónomo". Es decir, se ha ganado, por derecho propio, la posibilidad de ser reconocido entre los mejores de los mejores, aunque aún no haya sido incorporado en la famosa lista Restaurant Best 50 Latinamerica. El Lempira que come piensa que la lista es tremendamente injusta con este restaurante, pues ha tenido la ocasión de probar otros que sí figuran en ella, y que no están a la altura del menú degustación que ofrece Campollo en Casa Santo Domingo. De hecho, desde el nacimiento del Blog, El Refectorio del Prior es el mejor restaurante que el Lempira ha tenido ocasión de visitar en Centroamérica. Se atrevería incluso a decir que, con algunas modificaciones menores en el menú degustación y alguna más en el servicio y la bodega, el restaurante de Casa Santo Domingo podría alcanzar el nivel de 1 Estrella Michelín (ya saben, la prestigiosísima guía que otorga una, dos o tres estrellas a los mejores restaurantes de entre los mejores restaurantes) si los compañeros de Michelín quisieran abrir sucursal en Centroamérica.




Por ello, el Lempira que come quiere hacer un especial reconocimiento a este restaurante, a su Chef Mario Enrique Campollo Sarti y a su Jefe de Cocina Marco Sáenz. Por la trayectoria y el nivel alcanzado en cocina, el respeto de la tradición y la capacidad de elevar a la categoría de Alta Cocina los sabores tradicionales de la gastronomía guatemalteca, e incluso, centroamericana. Felicidades!

Sin más dilación. La crónica:

La imponente finura del hotel Casa Santo Domingo sólo se intuye desde el exterior de sus inmensos muros coloniales pintados color rojo burdeos. Es necesario atravesar la puerta principal de acceso y recorrer la hermosa galería llena de flores para darse cuenta que uno ha entrado a un recinto definitivamente impresionante. Se suceden estancias enormes, salas de estar, de exposiciones, patios, fuentes de piedra, arcos de piedra y vigas de madera tallada, solería de piedra, azulejos andaluces e incluso iglesias (sí, sí, iglesias), tapices, velas, iluminación indirecta, esculturas, cuadros de época originales, lámparas de forjado... todo ello, exquisitamente restaurado a la perfección. Un recinto inmenso, de una manzana completa, al servicio del lujo... pues alojarse en Casa Santo Domingo no es barato: los precios inician en 150 US$ por noche y llegan a muchísimo más si se habla de las Suites más prestigiosas. El Lempira optó por otro alojamiento, pero cree que puede valer la pena, y mucho, si uno dispone de esa cantidad para una celebración especial.

Dentro del hotel hay hasta 3 restaurantes diferentes, pero es El Refectorio del Prior el restaurante bandera. La referencia.

El Lempira acudió a su cita a las 20:00 puntual. No quería perder ni un sólo instante del menú degustación que sabía iba a ordenar. Miró la carta, pero lo tenía claro. Degustación... y es que, donde hay un menú degustación de 9 pasos (7 platos salados y 2 dulces) al excelentísimo precio de 275 Quetzales (unos 650 L.), no hay que pensar mucho. Por varias razones:

- Primera, porque cuando un Chef de prestigio elabora un menú degustación, está elaborando algo más que un simple menú para llenar el buche. Está mostrando su obra. Está mostrando su arte. Está mostrando su filosofía.
- Segunda, porque el menú degustación asegura diversidad de productos y técnicas. Asegura probar un poco de todo: entrantes, vegetales, carne, pescado, y asegura encontrarse diferentes técnicas: espumas, reducciones, crujientes.
- Y tercera, porque cuando uno ve que son 9 platos a un precio equivalente de 73 L. por elaboración, no puede sino más que aplaudir. Impresionante Relación Calidad Precio. Absolutamente inesperada, teniendo en cuenta el recinto de lujo en el que se sitúa el restaurante.

Así que, ni comentar la carta vale la pena. Únicamente indicar que ésta se compone de 7 entradas a precios comprendidos entre los 50 y los 120 Q. y 10 platos fuertes con precios comprendidos entre los 90 y los 175 Q. En un apartado especial se destacan los platos Clásicos del establecimiento: 4 entradas y 4 platos fuertes a precios comprendidos entre los 50 y los 160 Q. Todas las elaboraciones realizadas con productos de primerísima calidad, frescos. Agua la boca.

El Menú degustación. Plato a plato. Bocado a bocado.

1. Ensalada de sandía marinada, palmito, aguacate, manzana verde, vinagreta de piña y aire de piña ahumada.


Espectacular contraste de sabores entre la sandía y la piña en forma de aire y vinagreta. Escelente la reducción de soya. Frescor, contraste de texturas, delicado y sutil conjunto.

2. Crema de güicoy y sopa de frijol colorado con pepitoria garrapiñada al curry, nube de remolacha y tamalitos de cilantro.


El güicoy es como se conoce en Guatemala a la calabaza. La crema tenía una excelente textura y bastante potencia sápida.

El frijol, en textura de crema y situado bajo la crema de calabaza, hacía un buen contrapunto de sabor, mezclándose armoniosamente en boca.

Las semillas de calabaza garrapiñadas aportaban textura crujiente, igual que la remolacha. El conjunto de sopa-crema era realmente interesante. Muy bien resuelto técnicamente.

Sin embargo, el tamalito no terminaba de convencer, pese a su hermoso color verde otorgado por el cilantro. Algo duro y seco de más, no encontraba su espacio en el conjunto del plato. Un plato, por otra parte, que re-interpreta de modo acertado ingredientes y sabores tradicionales. Bien!

3. Tartar de atún con alcaparra baby, cebolla morada, cilantro, tomate, emulsión de aguacate y arúgula, servido sobre mando o melocotón (en estación), brnoise y yucas al carbón fritas, aceite de chile guaque.



Otra hermosa presentación de un platillo excelente. Atún fresquísimo, cortado al cuchillo en trozos muy pequeños y combinado en un tartare con toques de mango que aportaban un ligero dulzor como contrapunto al sabor penetrante y mineral del atún crudo.

Mención especial merece el muy efectista y logrado "carbón" de yuca, que se consigue utilizando aceite de anguila para su fritura.

La emulsión de aguacate era fina, suave y sutil. A entender del Lempira, sobraba el parmesano que coronaba el tartar.

4. Dulce mosaico de camarones. Rollitos de pasta phylo rellenos de camarón y repollo napa servidos con salsa de melocotón, barbacoa thai y mayonesa de soya.

La elaboración menos interesante del menú. Un platillo absolutamente prescindible que no aporta mucho al conjunto.

Más allá de que los camarones eran frescos y de buena calidad y que las diferentes salsas aportaban a cada pieza un sabor muy diferente y particular, la idea de utilizar pasta phylo para recubrir al camarón generaba más interferencia sápida que cualquier otra cosa. Sin ser un plato, ni mucho menos regular, era un plato que no estaba al nivel de excelencia de los anteriores. En otro menú, destacaría... sobre todo la salsa de mayonesa de soya que llevaba en su elaboración aceite de ajonjolí y era deliciosa.





5. Sorbete de manzana.



Para cerrar los platillos de entrantes, el Chef decidió incorporar una elaboración dulce que limpiara el paladar. Los sabores del plato anterior introducían el dulzor como componente destacable del plato, por lo que reforzar esa sensación con un sorbete tendría cierta lógica.

El problema es que utilizar un recurso tan dulce a estas alturas del menú, desconcierta al comensal. Máxime si el platillo anterior no ha sido el mejor hasta el momento... o, como fue el caso, se considerara prescindible. Igual de prescindible que el sorbete, que, por otra parte, estaba rico. Eso sí: sorbete de manzana y punto. Sin más.





6. Salmón al sartén con adobo de chile guaque servido con ejote dulce, edamame y bok choy, puré de piña e hinojo y chips de zanahoria.


ES PEC TA CU LAR. Repitan con el Lempira: ES PEC TA CU LAR. Platazo de 10 incontestable. Platazo de Estrella Michelín. 

El salmón, tan fresco que parecía vivo, tenía una textura delicada, tierna, cremosa y un sabor a chile muy de fondo que multiplicaba la potencia del sabor a salmón. Un plato ejecutado de manera magistral, donde el sabor principal dominaba pero que, además, estaba acompañado impresionantemente bien por ese saltado de Bok choy que se quedó en la retina del Lempira. Por no mencionar el puré de piña e hinojo, qué combinación, qué contraste de sabores tan deliciosamente armonizados. Para repetir 100 veces.

7. Asado de tira, cocinada al vacío con puré de brócoli, cebollita acaramelada, ravioli relleno de papa con ajo confit, ratatouille, hongos crimini y reducción de ternera con oporto.



Otro grandísimo plato. Textura melosa espectacular de la carne cocinada al vacío a baja temperatura durante 8 horas en sus propios jugos... una delicia en sabor y textura.

El acompañamiento del platillo iba muy bien con la carne, le daba mayores dimensiones y complejidad de sabores.

Muy rico.







8. Lomito al sartén con dos variedades de papas, puré de coliflor, espárragos, salsa de crema al teriyaki con blue cheese.


Otro grandísimo plato. Y van 4, o incluso 5. En esta ocasión un plato de producto, sin grandes elaboraciones y técnicas, en contraste con el anterior, que transmitía sabor, muchísimo sabor. Los acompañantes aportaban textura y la salsa de queso azul estaba para dedicarle un museo. Delicioso.

9. Mini-delicatessen de la pastelería.


5 elaboraciones entre las que destacaban: la pera caramelizada, el sorbete de mango con espumilla y la mousse de menta. No había entre los postres ninguna elaboración que utilizara ingredientes o sabores tradicionales, y, teniendo en cuenta la riqueza repostera de La Antigua Guatemala, se echaba un poco en falta.

En cualquier caso, un cierre excelente para un menú de excelente. La valoración del menú en conjunto es extraordinaria, porque el menú es extraordinario. Quizás sustituyendo el platillo de camarones por otro y eliminando el sorbete de manzana, sea suficiente para terminar de redondear la Matricula de Honor.

En cuanto a la carta de vinos decir que no está nada mal, pero que podría estar mucho mejor. Teniendo en cuenta la calidad de la comida, se echan de menos más y mejores referencias. 

Las copas son de muy buena calidad, aunque el servicio no está a la altura. El mesero no conocía las referencias de la carta y tuvo que ir en varias ocasiones hasta la bodega para traer a la mesa las botellas y así poder auto-responder las preguntas que tenía el Lempira en relación a algunas referencias de la carta, que, como viene siendo habitual, no cumplía con los estándares mínimos que debiera. En la carta no figuraba añada, ni tampoco todos los detalles necesarios para saber exactamente qué vino se está ofreciendo. Además, había algunos errores que no deberían permitirse este tipo de establecimientos. Cuando uno llega al nivel de calidad del restaurante Casa Santo Domingo, debe cuidar todos los detalles, y el servicio de vino no es una cuestión menor.

En cualquier caso, fue posible elegir un vino interesante que acompañó bastante bien el menú degustación. Concretamente el Marqués de Riscal de la Denominación de Origen Rueda, España. Un vino elaborado con la variedad verdejo, típica de la zona, que se mostró herbáceo, fresco y correcto para acompañar los diferentes platos. Su precio, 190 Q. algo elevado, pero...

No tiene justificación el precio que se cobró por la copa de tinto que el Lempira se pidió para acompañar los dos últimos platos salados, que al ser carnívoros y de potentes sabores, pedían a gritos un poco de taninos. Además, el vino estaba abierto de hacía demasiado tiempo y había perdido sus cualidades organolépticas. Una vez más, un error que en estos niveles, penaliza mucho.

El servicio general de sala fue correcto y cordial. Pero nada más. Atento y servicial. 

En resumen: el Refectorio del prior, o restaurante Casa Santo Domingo, es, indiscutiblemente, un restaurante gastrónomo imprescindible para todos los amantes de la buena mesa. Alta Cocina en estado puro: calidad en materia prima, sabores profundos y potentes, técnicas variadas, presentación impecable y utilización de ingredientes y recetas tradicionales puestos al servicio de la vanguardia. Excelente. Maravilloso.



Categoría "Restaurantes" Casa Santo Domingo, La Antigua Guatemala Puntuación
Entorno 8,7
Servicio 7,9
Servicio Vino 7,7
Comida 9,5
Puntuación Media 8,8
Relación Calidad Precio 9




jueves, 22 de mayo de 2014

Comiendo con... Marlen Perdomo, Premio Nacional Álvaro Contreras, 2014

El Lempira que come, con motivo de su galardón como Premio Nacional Ávaro Contreras 2014,  ha invitado a Marlen Perdomo a comer un delicioso "Apple Crumble" acompañado con café, su bebida fetiche. Durante la conversación, el Lempira ha podido conocer un poco más de la prestigiosa periodista, fundadora y directora del periódico digital Proceso, sus gustos culinarios y su pasión por los productos locales: el café y el maíz.



Al final de la entrevista se presenta la receta del Apple Crumble que Marlen Perdomo degustó, junto con la valoración crítica que ella misma realizó al postre.


Sin más dilación... ¿quién es Marlen Perdomo?



Perfil

Un producto fetiche para comer o cocinarel cilantro
Un producto que no te gusta: el huevo
Un restaurante: Pizzería Tito's
Una bebida: la horchata
Un vino: Un Pedro Ximenez
Un cóctel: Margarita
Una ciudad: Tegucigalpa
Un referente: Ventura Ramos y Ramón Custodio
Un guilty pleasure: el café negro

Lempira que come: Para nosotros es un honor que hayas hecho un hueco en tu apretadísima agenda para concedernos una breve entrevista... Muchas gracias por el detalle. Nos gustaría comenzar preguntándote: ¿cómo te sientes al ser reconocida con este tan especial galardón?


Cuando me dijeron que había ganado el premio, para mi fue toda una sorpresa... y un deseo de que fuera de todos los periodistas, sobre todo los de Proceso.hn, que son quienes construyen diáriamente el periódico. 

Me siento muy bien por haber sido galardonada, estoy realmente contenta y agradecida a mucha gente...  

LqC: Felicidades... Cuéntanos, ¿cómo fueron tus primeros pasos en el periodismo... la llegada desde tu Colinas natal a Tegucigalpa y el ingreso en la facultad de periodismo?


Primero me fui de mi amado natal Colinas a San Pedro Sula, donde estudié la secundaria. Y después, cuando terminé, me vine a Tegucigalpa, precisamente a Miraflores, a vivir con mis abuelos y a estudiar periodismo. Una idea que a mis papás no les encantó, pero igual tomé la decisión y se la comuniqué [risas].

Cuando llegué a Tegus y me puse a estudiar, conocí a Héctor [Zelaya, más conocido como "Pecho de Águila"] y me casé a los 18 años. Estudié casi toda la Universidad casada... y, de hecho, llegué a interrumpir mi carrera durante un año y medio, cuando acompañé a Hector a La Coruña, tras el Mundial del '82.
Fue lindo irme a La Coruña... fue un espacio que consolidó mi relación de pareja con Hector. Sirvió para madurar la relación y nos consolidó…
Cuando regresamos, yo volví a la Universidad para terminar mi carrera de periodista. A la par,  ingresé en el diario La Prensa. Ese fue mi primer empleo como periodista, conseguido gracias a uno de mis mentores, el por entonces jefe de redacción de La Prensa, Ramon Murillo, quien me llevó a trabajar al periódico siendo profesor mío. Aquella experiencia fue muy gratificante para mí. Aprendí muchísimo. Cuando salí de La Prensa, me incorporé en la DPA [la Agencia Alemana de Prensa]. Allí conocí a grandes periodistas y amigos, que se unieron a los ya conocidos durante la carrera, como Wilfredo García, Germán Reyes, Orfa Mejía, Pedro Beltrán, Telma Mejías… en esa época mi amistad con ellos se volvió fraternal y perdura hasta la fecha.

LqC: Además, has sido durante mucho tiempo docente...


Sí, en la escuela de periodismo trabajé durante 15 años como docente. Fueron hermosos momentos aquellos. Siempre me ha gustado y he disfrutado mucho la docencia. Trabajar con jóvenes es siempre muy gratificante. Hay gran talento para el periodismo en este país. Por ejemplo, en la actualidad, el equipo que conforma Proceso Digital y Departamento 19, es muy joven.


LqC: ¿Qué te ha motivado a ser periodista, a dedicarte al periodismo, que es un trabajo muy duro?


Desde la adolescencia pensaba en ser periodista. De hecho, comencé escribiendo en el periódico del colegio. Me gusta contarle a la gente las historias como pasan, para que la gente pueda tomar su decisión en base a hechos relatados lo mas cercano a la realidad posible.

Cuando uno describe y cuenta lo que sucede todo es más fácil: el difícil mundo del periodismo se convierte en una realidad más sencilla. A mi escribir se me dio fácil desde el principio, me sentía cómoda haciéndolo y contando lo que veía como lo veía. Mis primeros pasos como reportera, por ejemplo, me encantaron: el contacto con la gente, relatar lo que contaban... era mágico.


LqC: Sabemos que eres una amante del café y que tu familia tenía algunas pequeñas fincas en Santa Bárbara. Cómo ha sido tu relación con el mundo del café, con la finca, con la cosecha, cuéntanos...



Para mi el café es el amor a la vida, a través de la tierra. Disfruto el olor dulce de la finca en Octubre cuando el grano empieza a madurar y también la floración en mayo. Son momentos mágicos en la finca. Disfruto el tacto de un grano de café pergamino seco, cuando está a punto con el sol y el color casi oro que alcanza… me encanta su textura. De hecho, con el tacto, es posible saber si un grano de café va a dar un aroma y un café delicioso. 
Conocer el café te lleva a entender sobre la acidez de la tierra, el grado de calcificación, la raíz de la planta y sus formas… para saber qué clase de fruto va a tener. Incluso si va a ser una planta infértil. La altura, el clima... es un maravilloso universo.
Eso sí, a veces da impotencia sentir un grano de café hueco, vacío, a causa de la broca, que ha afectado muchas producciones en Honduras… o una hoja de café con manchas amarillas debido al ojo de gallo... es duro perder cosechas...

LqC: ¿y en la taza...?

¡En la taza disfruto el aroma del café! y su color: que no manche la taza. El perfil de taza achocolatado me fascina, otros más golosos también me gustan mucho. Intensos, menos intensos, más ácidos… lo que más disfruto es el equilibrio.


LqC: Definitivamente la cultura del café es supremamente interesante... ¿Y qué nos cuentas del maíz?


El maíz es esencial. Disfruto mucho escribiendo sobre la cultura Maya, precisamente, por la relación que establecían con el maíz. Sus mitos, su Dios del maíz, sus ceremonias para pedir cosechas abundantes o para pedir, al pasar la mazorca de maíz por el ombligo del recién nacido, fuerza para sus hijos. Además, el maíz produce una gama de productos impresionantes. 
Es una cultura apasionante, que está presente en todos los hogares de Honduras, pero no se valora como se debiera valorar. No se le da la importancia que merece. El maíz nos ha alimentado y nos ha unido durante décadas. De hecho, podríamos decir que el maíz y la Selección Nacional son los elementos de union más significativos de Honduras.

LqC: ¿Disfrutas cocinando? ¿qué te gusta cocinar?


Sí. Me encanta cocinar la cocina tradicional Hondureña. Unas buenas tortillas tostadas, con frijoles y queso. También me fascina el aguacate y utilizar un toque de cilantro, que aporta un frescor delicioso.

LqC: ¿Cuáles son los sabores que más recuerdas de tu infancia?

Quizás el anafre de frijolitos y la carne asada en el asador. Cuando eso pasaba es que era un día especial... y claro, cómo no recordar los días especiales. La ceremonia de la comida... lindos recuerdos.

LqC: Bueno, hoy te hemos preparado un Apple Crumble con una receta familiar del Lempira... dinos, sinceramente, ¿qué te ha parecido? 




La verdad es que me ha encantado este postre. La presentación, los sabores de la canela, el contraste de temperatura. Cuando me dijeron... casi casi acepté la entrevista por el postre [risas]. Además, el contraste entre el café amargo y el apple crumble es genial. Muy rico... felicidades Lempira que come, y que ¡también cocina!

LqC: Jajajaj lo intentamos... nos encanta cocinar y escribir de cocina: ¿qué piensas del Lempira que come?


Creo que el Lempira que come una gran propuesta informativa y gastronómica. Es un blog excelente, de gran calidad en forma y contenido. Me gusta su ágil lectura y el conocimiento que se da cita en cada nota. Además considero que llena un vacío muy grande, tanto en relación a las Web especializadas como en general, y no solo en Honduras, sino en toda la región. Creo que el proyecto tiene un futuro impresionante... y, quizás por ello, decidí incluirlo como enlace en Proceso Digital y Departamento 19.

Los felicito por el trabajo tan bien hecho, por la pluma, por el rigor y la independencia.

LqC: Muchísimas gracias por tus palabras... nos has dejado sin habla. Es un honor recibir tus elogios... Para despedirnos queremos felicitarte nuevamente por el premio Álvaro Contreras 2014. 


A continuación, gracias a que a Marlen Perdomo le ha gustado mucho el Apple Crumble del Lempira que come, éste ha decidido compartir con todos y todas sus lectores y lectoras la receta. 



Receta de Apple Cramble

Para las manzanas:
- 4 o 5 manzanas golden (o variadas. Lo mejor es que predomine la manzana Golden, que es la que tiene un sabor más equilibrado entre dulzor y acidez. Al Lempira le gusta utilizar 3 Golden y añadir una o dos manzanas Granny Smith, para darle mayor acidez)
- 1 cucharada sopera de azúcar
- 1 cucharadita de te de canela en polvo
- El jugo de un limón
- Un chorrito de agua purificada.

Para el crumble:
- 2/3 barra de mantequilla amarilla sin sal
- 1 taza de harina de trigo (si es preciso, agregar un poco más)
- 1 taza de azúcar
- Unas pocas almendras fileteadas.


Preparación:

Pelar y cortar las manzanas en trozos de unos 2 cms. y ponerlas en un recipiente que aguante horno tipo "Pyrex".
Agregar el azucar, la canela, el jugo de limón y mezclar bien. Si queda muy seco añadir un poquito de agua. Debe quedar un conjunto húmedo ¡no una sopa de manzana!

Precalentar el horno a 200ºC.

Para hacer el crumble, en un bowl, agregar la mantequilla cortada en trozos, el harina y el azúcar. Con los dedos, aplastar la mantequilla procurando hacer bolitas compuestas por la misma cantidad de azúcar y harina. 
Este preparado se debe situar por encima de la manzana. Si es preciso, añadir más harina, azúcar y mantequilla.
Sobre el crumble colocar algunas láminas de almendra.

Meter la preparación al horno con el fuego sólo por debajo. Poco a poco se irán cociendo las manzanas en su propio jugo con el limón, la canela y el chorrito de agua. Revisar a los 20 minutos. Si notas que hay demasiada temperatura, baja la intensidad. A los 35 minutos colocar también fuego superior para dorar el crumble. 
En función del horno necesitarás más o menos tiempo de cocción. Es necesario que las manzanas queden hechas, no deshechas. Enteras, pero sin resistencia al ser mordidas. Para lograrlo es necesario que cuezan lentamente... en unos 40-45 minutos tendrás listo el Apple Crumble.

Sugerencia de servicio:
Servir el Apple Crumble caliente en un bowl, procurando que las manzanas queden debajo del crumble. Añadir crema de leche fría semi-montada por encima. La idea es generar contraste de temperatura. 
También puedes utilizar, en lugar de crema de leche, una bola de helado de vainilla.


Disfruten Lempiras!